En 2013 empezó el Pontificado del Papa Francisco, que enseguida convocó un Sínodo sobre la Familia para el año siguiente.
En España, estos diez años de pontificado han coincidido con una brutal caída de las bodas religiosas (que son casi todas católicas). Ese año, 1 de cada 3 bodas era por la Iglesia. Diez años después, en 2022, ya sólo lo era 1 de cada 5.
En Cataluña, País Vasco y Baleares, sólo 1 de cada 10 bodas es por la Iglesia. En Navarra, Asturias, Aragón y Castilla y León, 2 de cada 10. Sólo en Andalucía y Extremadura rozan las 3 de cada 10.
[Ver listado por regiones al final de este artículo].
Las bodas católicas son un indicativo muy claro de la religiosidad y su relevancia social, especialmente a la hora de comparar por regiones. Los datos de sondeos son proyecciones estadísticas, y las del CIS del activista socialista José Félix Tezanos son especialmente inútiles y nada fiables.
Gráfica de fiebre, diferencia matrimonios religiosos y civiles en España de 2013 a 2024.
Boda a los 34 años, sin presión de parientes
Es útil medir a partir de las bodas porque son las que son, quedan registradas en el Instituto Nacional de Estadística. En España las mujeres se casan (primer casamiento), de media, con 32 o 33 años; los hombres con 34 o 35. No son veinteañeros, no se dejan presionar por su familias o entorno, podrían no casarse y simplemente cohabitar, con casi los mismos efectos legales. Eligen casarse libremente y eligen el tipo de celebración.
Son los adultos en plenitud de fuerzas que tienen hijos y deciden cómo educarlos, los que construyen la nueva generación. Su opción entre matrimonio civil o religioso dice mucho de su nivel de religiosidad. El matrimonio religioso de los católicos poco o nada practicantes, que aún era importante hace 10 años, parece haberse evaporado en casi toda España.
Podemos usar las cifras del reciente estudio de Edgar Sánchez y TBS Education (a partir del INE).
Un medidor de descristianización
Ver los cambios en esta opción por regiones permite ver el nivel de descristianización de cada zona. Y la velocidad a la que se descristianiza cada región.
Hay que distinguir entre regiones muy descristianizadas, pero que ya lo estaban hace 10 años, y regiones que se han descristianizado a toda velocidad en esta década.
Usando la bajada en porcentaje de bodas católicas como indicador de descristianización, en una década vemos un hundimiento contundente en Cantabria (21 puntos menos), La Rioja, Extremadura y Galicia (20 puntos menos), Castilla y León (19 puntos menos), Aragón (17 puntos menos), Navarra, Murcia, Castilla La Mancha y Andalucía (16 puntos menos) y País Vasco (14 puntos menos).
El catolicismo de todas esas regiones lo ha hecho peor que la media del país durante este Pontificado (la media es perder 13 puntos de porcentaje de bodas católicas).
Lo han hecho mejor que la media 4 ámbitos concretos y muy distintos:
– la Comunidad Valenciana, con el cardenal Cañizares al frente todo ese tiempo, intensa devoción popular, y un Gobierno de izquierdas más o menos hostil; de un 25% de bodas católicas se bajó a un 14%; no es para tirar cohetes, pero en la vecina Murcia, con gran religiosidad popular, el bajón fue casi el doble.
– Asturias: pastoreada por el arzobispo Jesús Sanz, diócesis-región envejecidísima, que pierde población; de un 30% de bodas católicas bajó a un 19%; sí, pierde un tercio de sus bodas, pero otras zonas cercanas pierden entre el 40 y 50% de las que tenían;
– Región de Madrid (diócesis de Madrid, Getafe y Alcalá): baja de un 32 a un 23, es decir, 9 puntos, mientras la mayoría de regiones han bajado entre 16 y 20 puntos. Por su peso poblacional, ayuda a frenar el hundimiento a nivel estadístico.
– Cataluña, Baleares y Canarias: su bajada es pequeña en puntos, pero porque hace 10 años ya estaban casi sin bodas católicas, en porcentaje es una bajada dura: si Cataluña pasa de un 17% a un 10%, es que pierde más de un tercio de sus bodas católicas que ya eran pocas.
El hundimiento de ambas Castillas, Galicia, Extremadura…
Asombrarnos por la rápida descristianización de casi toda España esta década es hacer un ejercicio de realismo, pero no ayuda mucho a buscar soluciones. Ha habido una gran bajada donde era posible bajar mucho, es decir, donde en época de Benedicto XVI y la JMJ de 2011 aún se casaban muchos por la Iglesia: Extremadura, ambas Castillas, Galicia, incluso Navarra y País Vasco.
Esta década ha logrado que Galicia perdiera 2 de cada 3 de sus bodas católicas, y que País Vasco, Cantabria y La Rioja perdieran la mitad de ellas.
También Castilla y León y Navarra pierden casi la mitad. Todas eran regiones consideradas de religiosidad recia, tradicional, con fuerte base rural (aunque el mundo rural, envejecido, no genera muchas bodas, que es lo que se mide aquí).
Hay quien apunta con el dedo solo a la descristianización de zonas donde hay fuertes ideologías nacionalistas (Cataluña, País Vasco, Navarra -Bildu y Geroa Bai suman 30% de voto- y ahora se sumaría Galicia, con un 31% de voto nacionalista gallego de izquierdas).
Pero aunque en muchas personas el nacionalismo funcione como una «religión de sustitución» y ocupe en el alma, la mente y su tiempo el espacio de la religión, eso no debería ocultar la galopante descristianización de otras zonas. Insistamos: en apenas 10 años, Extremadura perdió un 40% de sus bodas católicas, Castilla y León casi la mitad, y Murcia, Castilla la Mancha y Andalucía unos impresionantes 16 puntos cada una. Eso no es el efecto de ningún nacionalismo.
Evangelizar alejados, y acompañar a novios cristianos
En un contexto así, parece que la Iglesia, más que nunca debería aplicar más y más esfuerzos a la evangelización: hay pocas bodas católicas porque hay pocos católicos practicantes y convencidos.
Por otra parte, el Sínodo de la Familia de 2014 insistía en la necesidad de acompañar a las parejas de novios que acudían a la parroquia para casarse (y después de casadas). La Relación final del Sínodo usaba la palabra «acompañar» y «acompañamiento» casi 40 veces.
Cuando el Sínodo pidió eso, a la Iglesia española le tocaba buscar la forma de acompañar a 50.000 parejas. Hoy es «más fácil»: sólo hay que acompañar a 35.000 parejas nuevas al año.
Una boda católica con misa; en ninguna región de España llegan a ser un 30% las parejas que la eligen; en Cataluña, País Vasco, Canarias, Baleares… la eligen sólo un 10%. Hace apenas 10 años era muy distinto.
Podemos visualizarlo con algunas diócesis que coinciden con su comunidad autónoma:
– el arzobispo de Oviedo, que tiene encomendadas el millón de almas que viven en Asturias, en 2022, tendría que buscar cómo «acompañar» a 670 parejas; si recibiera personalmente a 13 parejas cada semana, por ejemplo, con una merienda, podría conocer en persona a todas las nuevas familias católicas que se forman ese año;
– el obispo de Mallorca, el de Menorca y el de Ibiza pueden repartirse las visitas para conocer en persona a las 570 parejas cristianas que se casan en un año (dato de 2022);
– el obispo de Santander sólo tiene que conocer en persona a 330 parejas (le bastaría con merendar con 6 cada semana); el de Logroño sólo necesita atender a 225 parejas al año (4 a la semana, puede incluso pedir que le inviten a comer en su casa); el arzobispo de Pamplona a 440; el obispo de Murcia, tendría mucho más trabajo, con 1.500 parejas al año.
Hacer un acompañamiento muy cercano a las parejas no es una tarea titánica cuando las parejas que se casan empiezan a ser tan pocas.
Sobre acompañar, el Sínodo dictaminó: «El acompañamiento requiere sacerdotes preparados específicamente, a la vez que la institución de centros especializados donde sacerdotes, religiosos y laicos aprendan a asumir el cuidado de cada familia, con particular atención a las que están en dificultad» (párrafo 77).
Y también: «Que se mejore la catequesis prematrimonial – a veces pobre en contenidos – que es parte integrante de la pastoral ordinaria» (párrafo 57).
Y además: «Los itinerarios de preparación al matrimonio deben ser propuestos por parejas de casados capaces de acompañar a los novios antes de las nupcias y en los primeros años de vida matrimonial, valorando así la ministerialidad conyugal. Una pastoral que favorece las relaciones personales ayudará a la apertura gradual de las mentes y los corazones a la plenitud del plan de Dios» (párrafo 58).
Porcentaje de matrimonios religiosos en 2022 por regiones (y bajada respecto a 2013)
Media de España 19% (bajó 13 puntos)
País Vasco 10% (bajó 14 puntos)
Cataluña 10% (bajó 7)
Baleares 11% (bajó 8)
Galicia 13% (bajó 20)
Canarias 13% (bajó 10)
Comunidad Valenciana 14% (bajó 11)
Cantabria 15% (bajó 21)
Navarra 19% (bajó 16 puntos)
Asturias 19% (bajó 11 puntos)
La Rioja 19% (bajó 20 puntos)
Aragón 21% (bajó 17 puntos)
Castilla y León 22% (bajó 19 puntos)
Madrid 23% (bajó 9 puntos)
Murcia 25% (bajó 16 puntos)
Castilla La Mancha 28% (bajó 16 puntos)
Andalucía 28% (bajó 16 puntos)
Extremadura 29% (bajó 20 puntos)
Regiones de España, ordenadas de mayor a menor descenso de bodas religiosas (de 2013 a 2022, en puntos porcentuales sobre total de bodas)
Media de España: 13 puntos menos
Cantabria: 21 puntos menos
La Rioja: 20 puntos menos
Extremadura: 20 puntos menos
Galicia: 20 puntos menos
Castilla y León: 19 puntos
Aragón: 17 puntos
Navarra: 16 puntos
Murcia: 16 puntos
Castilla La Mancha: 16 puntos
Andalucía: 16 puntos
País Vasco: 14 puntos
Comunidad Valenciana: 11 puntos
Asturias: 11 puntos
Canarias: 10
Madrid: 9 puntos
Cataluña: 7
Baleares: 8 puntos menos
Datos de 2013 a 2022 en el estudio reciente de Edgar Sánchez y TBS Education (a partir del INE).
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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