11/01/2025

10 confusiones pastorales que los exorcistas urgen a corregir rápidamente en la lucha contra Satanás

Que los casos de influencia y posesión demoníaca son crecientes en el mundo de hoy es algo evidente, dadas las cifras y la enorme carga de trabajo que soportan sobre sí los exorcistas. Muchos obispos son ya conscientes de esta realidad y están nombrando cada vez más exorcistas para que elegidos por la Iglesia y en nombre de Jesucristo puedan derrotar al demonio que tanto mal aflige a muchas personas.

Sin embargo, la Asociación Internacional de Exorcistas, que engloba a más de 900 sacerdotes que realizan este ministerio por mandato de sus obispos, han detectado algunos problemas importantes que quizás con una buena intención acaban dañando a las personas a las que pretenden ayudar.

De este modo, esta asociación ofrece 10 observaciones sobre algunas prácticas pastorales “que, en lugar de prestar un servicio al cuerpo herido de Cristo, aumentan su sufrimiento y le causan desorientación, observaciones que los fieles (clérigos, consagrados y laicos) deben saber para evitar actitudes y métodos que no corresponden a la auténtica obra de Cristo Nuestro Señor, modelo para quien ejerce el ministerio de liberación de la acción extraordinaria del Maligno”.

Por su interés, informamos de estos diez puntos de los que alerta la Asociación Internacional de Exorcistas:

1. Desaprobación de la improvisación y del sensacionalismo

Los exorcistas condenan “la actitud de algunos sacerdotes, consagrados y fieles laicos que, careciendo de adecuada formación y mandato episcopal, en lugar de remitir los casos de posible acción extraordinaria del Maligno a quienes han recibido un mandato peculiar y expreso del Obispo diocesano, emprenden caminos de liberación arbitrarios, no autorizados por la autoridad eclesiástica competente”. Pero incluso consideran más grave el hecho de que estas personas puedan disuadir “a los fieles de recurrir al exorcista oficial de su diócesis, sugiriéndoles que busquen otros exorcistas considerados ‘más poderosos’ o apoyando la idea de una supuesta acción demoníaca extraordinaria identificada por ellos”.

2. Centralidad del Evangelio

Del mismo modo, esta nota considera “deplorable” que algunos, en lugar de anunciar el Evangelio que libera al hombre de la esclavitud del mal y del pecado, “centren su atención exclusivamente en la presencia y obra del diablo”. Estas personas en lugar de acompañar a los que sufren en un camino de fe, de oración, de vida sacramental y de caridad “les hacen creer que la liberación depende únicamente de una actitud compulsiva, repetición de oraciones y bendiciones, cuando en cambio la paz que viene de Cristo y que todos anhelan sólo puede obtenerse mediante una vida de caridad, alimentada por la Palabra de Dios, desde la oración, desde la frecuentación de los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión y desde una auténtica devoción a la Virgen Inmaculada”.

3. Discernimiento negligente

En el tercer punto, destacan el hecho de que algunos sacerdotes, a veces lamentablemente incluso algunos exorcistas, descuidando el discernimiento serio y riguroso” utilizan “criterios ajenos a la fe católica, validando conceptos de origen esotérico o new age”.

4. Prácticas supersticiosas

La Asociación Internacional de Exorcistas muestra su contrariedad al uso de “procedimientos supersticiosos, pidiendo fotografías o ropa para reconocer posibles males, tocando ciertos puntos del cuerpo de los fieles para ‘diagnosticar la presencia del mal’, ‘entidades» o a ‘expulsar la negatividad’, o sugerir un uso indebido de la res sacrae(agua bendita, sal, aceite, etc.), que algunos llaman ‘exorcizadas’”.

A su juicio, “son actitudes erróneas, que alimentan la mentalidad y la práctica supersticiosas, dañan la dignidad del cuerpo, templo del Espíritu Santo, y conducen a un uso mágico de los objetos benditos, privándolos, de hecho, del significado real que pretende darles: volver a la presencia salvífica de Cristo”.

5. Intervención de figuras inadecuadas

Igualmente, en la nota estos exorcistas consideran “inaceptable que algunos sacerdotes o agentes pastorales colaboren con los llamados ‘psíquicos’ o presuntos carismáticos dirigiendo el sufrimiento a sus fieles en lugar de ponerlos en contacto con aquellos que han recibido un mandato específico y expreso del Ordinario del lugar para ejercer el Ministerio del Exorcismo”. Peor aún es cuando es el propio exorcista el que delega en estas figuras. Por ello, denuncian que “este comportamiento va en contra de la naturaleza del Ministerio conferido al exorcista, que exige hacerse cargo del sufrimiento ajeno y no omitir el personal, regular, escrupuloso y, en algunos casos, oneroso tiempo de discernimiento necesario para verificar las posibles acción extraordinaria del diablo y el posterior y exigente acompañamiento de quienes son verdaderamente víctimas de él”.

6. Exclusión de las ciencias médicas y psicológicas

En el discernimiento, el exorcista, además de los criterios tradicionalmente seguidos para identificar casos de acción extraordinaria del diablo, puede valerse de la comparación con exorcistas de experiencia consolidada y, en algunos casos, de la consultoría de personas expertas en medicina y psiquiatría. El ministerio de exorcismo, como todo sacramental, está al servicio del hombre. “No podemos, por tanto, excluir a priori la consulta de las ciencias psicológicas y psiquiátricas, y de otras disciplinas positivas, que en algunos casos pueden ayudar a comprender el origen de males que no son necesariamente de origen preternatural. Esta actitud no sólo es engañosa, sino que expone a las personas a riesgos innecesarios, descuidando la contribución a veces decisiva de las disciplinas médicas y psicológicas modernas”, añaden.

7. Declaraciones imprudentes y nocivas

Del mismo modo, la Asociación Internacional de Exorcistas afirma que “la ansiedad de querer a toda costa identificar una acción demoníaca extraordinaria como causa desencadenante de una situación de sufrimiento cuyo origen se desconoce habiendo omitido un discernimiento serio previo, además de inútil, puede generar daño”.

8. Maldiciones

“Sin negar la existencia real de la práctica de las maldiciones, lamentablemente más extendida en la sociedad actual de lo que se podría pensar, rechazamos la actitud fóbica de quienes ven en las maldiciones el origen necesario de todos los males y desgracias que pueden afectar la vida de una persona”, añade la nota de estos exorcistas.

Además, explican que “el sentido común y la experiencia enseñan que incluso cuando un mal podría haber sido realmente causado por una maldición, concentrarse en su identificación y decirle a la gente que son víctimas de ella no sólo es inútil e irrelevante para los propósitos de la liberación, sino que también puede ser perjudiciales para quienes son víctimas, haciéndoles sospechar de los presuntos instigadores o autores que han cometido tal mal y derramando sentimientos de odio hacia ellos”. Respecto a esta importante cuestión, reiteran que “es necesario más bien centrar la atención en los remedios de gracia que ofrece la Iglesia y en el camino cristiano a seguir, recordando que es fundamental enseñar a quienes sufren:

-La certeza de la fe de que Dios no abandona a su criatura que está en prueba, sino que de alguna manera sufre con ella y al mismo tiempo la sostiene y la consuela con su gracia.

La creencia de que todo sufrimiento causado por cualquier mal que pueda afectarnos en la vida, si es aceptado con amor y ofrecimiento a Dios, convierte el mal en bien. De hecho, «el peso ligero y momentáneo de nuestra tribulación nos proporciona una cantidad inconmensurable y eterna de gloria» (2 Cor 4, 17), mientras completamos en nuestra carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, en favor de su cuerpo. que es la Iglesia (ver Col 1, 24).

9. Curación intergeneracional (curación del árbol genealógico)

Aunque animados por las mejores intenciones y con el deseo de aliviar el sufrimiento de las personas, “algunos sacerdotes e incluso algunos exorcistas llevan a cabo la práctica de la llamada curación intergeneracional, como condición sine qua non, sin el cual no se puede tener una curación o una liberación, sin darse cuenta del daño que resulta a su fe y a la de las personas, así como de las consecuencias que estas últimas pueden sufrir a nivel existencial”. Varias conferencias episcopales, como recientemente la española, ya han intervenido en este ámbito, dando motivaciones doctrinales que demuestran cómo esta práctica no tiene fundamentos bíblicos y teológicos.

10. Desterrar el miedo

El exorcista debe conducir a los fieles atormentados a recibir la paz que viene de Cristo. Por eso debe ser el primero en dejarse habitar por esta paz, rechazando toda forma de miedo y educando a quienes acompaña con su Ministerio para luchar contra ella. El miedo, en efecto, cualquiera que sea el motivo que lo provoca, cuando se cultiva conduce al debilitamiento de la fe y a la pérdida de la confianza en Dios. El diablo lo utiliza para reducir al hombre a la esclavitud mientras que la invitación de Dios en la Biblia a no tener miedo resuena al menos 365 veces. “Un sacerdote que tema al diablo en el ejercicio de su Ministerio o en su vida diaria no podía ejercer el Ministerio del exorcista sin exponerse a graves peligros para su vida espiritual, sobre todo si, en lugar de cultivar la confianza y el abandono total de sí mismo en las manos misericordiosas de Dios, trata de afrontarlo con prácticas más o menos supersticiosas”, agrega.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»