San Andrés Kim Taegon fue sacerdote sólo un año y medio antes de morir mártir en su Corea natal, pero se convirtió en el modelo de joven misionero, generoso y entregado a la evangelización hasta la muerte que la Iglesia coreana alaba como ejemplo. Tenía 25 años cuando un verdugo estatal le cortó la cabeza.
Las persecuciones en Corea entre 1839 y 1867 mataron a unos diez mil católicos. Andrés Kim es uno de los 103 mártires que San Juan Pablo II canonizó el 6 de mayo de 1984, durante su viaje a Corea y Papúa-Nueva Guinea.
Una vida formándose para evangelizar
Nació el 21 de agosto de 1821 en el seno de una noble familia cristiana. Lo que le da una fama especial es que fue el primer sacerdote católico nacido en Corea: antes que él, la Iglesia coreana se mantenía con laicos muy devotos y misioneros extranjeros que entraban al país de forma clandestina y vivían ocultos.
El padre de San Andrés Kim Taegón había convertido el hogar en una auténtica Iglesia doméstica, lo que también pagó con su vida. En cuatro generaciones, once miembros de la familia del santo derramaron su sangre por Jesucristo, varios ya beatificados o canonizados.
Andrés se formó en Macao, que era colonia portuguesa, y destacó como bueno con los idiomas, los mapas, los instrumentos de navegación y todo lo que tenía que ver con la exploración. Buscaba nuevas rutas para introducir misioneros en Corea y elaboró mapas de zonas y costas que nadie antes había cartografiado.
Mural con los mártires beatificados por el Papa Francisco durante una misa en Seúl en 2014.
En el siglo XVIII, viajeros coreanos cultos conocieron el cristianismo en China y llevaron a su país un libro del misionero jesuita Matteo Ricci.Un laico, el pensador Lee Byeok, inspirado por el libro del jesuita, fundó entonces una primera comunidad cristiana muy activa que rápidamente llegó a tener varios miles de creyentes. Siguió creciendo incluso cuando, alrededor de 1785, se desató una cruel persecución en el país, que provocó la muerte en 1801 del único sacerdote del país.
En 1802, el rey Sunjo emitió un edicto de Estado que ordenaba el exterminio de los cristianos como única solución para sofocar el germen de lo que su gobierno consideraba «locura». Abandonados y sin guía espiritual, los fieles pedían continuamente sacerdotes al obispo de Pekín e incluso al Papa. Los que lograron entrar en 1837 fueron martirizados dos años después.
Andrés Kim consiguió traer un obispo y un sacerdote, y a partir de ese momento, la presencia de una jerarquía católica en Corea fue estable, a pesar del resurgimiento de las persecuciones en 1866. No llegaría la libertad religiosa hasta 1882.
Andrés murió decapitado en Seúl el 16 de septiembre de 1846, negándose a renegar de su fe.
El reconocimiento de la Iglesia
Más de 10.000 mártires murieron, hombre y mujeres. De ellos, 103 fueron beatificados en dos grupos separados en 1925 y 1968 y luego canonizados juntos el 6 de mayo de 1984 en Seúl por San Juan Pablo II. Sólo diez de ellos son extranjeros, tres obispos y siete sacerdotes, los demás son todos coreanos, catequistas y fieles. Su conmemoración litúrgica es el 20 de septiembre. Sus restos descansan desde 1900 en la cripta de la catedral de Myeong-dong.
Otros 124 mártires fueron beatificados por el Papa Francisco el 16 de agosto de 2014, durante su viaje a Corea del Sur. Más de un millón de fieles asistieron ese día a la misa de Francisco en la puerta de Gwanghwamun, que siguió a una intensa visita del Papa al lugar de las ejecuciones: el santuario de Seo So-Mun, en las afueras de Seúl.
Muchos han conocido recientemente a Andrés Kim por la película coreana Nacimiento, sobre este mártir, su «nacimiento» al Cielo y el nacimiento de la iglesia coreana.
Lea aquí la reseña de la película Nacimiento, sobre San Andrés Kim.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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