«Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado» (Lucas 24:30-31).
«Qué sensación tan extraña es mirar lo que aparentemente es un trozo de pan en un pequeño compartimento de vidrio en el centro de una simple custodia de oro y sentir que eres tú quien está siendo observado«. Patti Maguire enumera en National Catholic Register cinco veces en las que Jesús se reveló a los no católicos por medio de la Eucaristía.
1- «Libre» durante una adoración
Emily era protestante hasta hace apenas unos años, ahora se autodenomina «católica accidental» como resultado de un encuentro que tuvo con Jesús cuando una amiga la invitó a una adoración. «Si tuviera que poner una fecha concreta en la que comencé a creer que la Eucaristía no es solo un trozo de pan, sino que es Dios, el creador del universo conocido y desconocido, sería esa noche», asegura.
A partir de esa experiencia, Emily se preparó para recibir los sacramentos y se hizo católica. «Creo firmemente que la Eucaristía es Dios, comprenderlo es un gran regalo para mí», comenta. «Ciertamente no se parece a Dios, pero nuestra falta de comprensión de la transformación del pan y del vino no disminuye la realidad de que la Eucaristía es Dios«.
Sin embargo, experimentar a Cristo en la Eucaristía no significó que todos sus problemas desaparecieran. «Sentí el gozo más profundo posible, y nunca he sido más libre que en mi caminar con Cristo. Cuando recibí la Eucaristía por primera vez en la Vigilia Pascual fue como si nada más importara. Éramos yo y la persona que amaba mi corazón», relata.
«Antes de esto, un amigo mío me dijo: ‘Sé que estás emocionada de recibir la Eucaristía, pero imagina lo emocionado que está Jesús de que finalmente recibas la Eucaristía‘. Desde entonces, en cada comunión, trato de conservar ese asombro y la fe de tener el honor de recibir la Eucaristía, que es Dios», concluye.
2- Ex pastor protestante
Barbara Heil fue una pastora pentecostal. Heil compartió su historia en «El viaje a casa», de Coming Home Network. Influída por algunos católicos durante un programa ecuménico, sintió curiosidad por la Iglesia y se apuntó a un retiro. «Estaba en la parte trasera de la iglesia después de misa, era mi oportunidad de conocer a verdaderos católicos», explica.
«El último día de retiro había una procesión y estaba atrás porque no quería que nadie me viese. De repente, en mi corazón, empecé a adorar a Jesús y a darle gloria. La presencia de Jesús se hizo muy fuerte. Me encontré haciendo una reverencia, y seguí inclinándome. Tenía los ojos cerrados y unas oleadas de su presencia me inundaban. Abrí los ojos y el sacerdote sostenía un palo dorado con una ventana de cristal y un rayo de sol alrededor. No sabía qué era una custodia, pero sabía que Jesús estaba delante de mí en esa iglesia católica».
Así comenzó su viaje a casa. Sorprendentemente, sin que ella lo supiera, había sido bautizada católica cuando era niña, pero nunca fue criada en ninguna fe. Recibió la Confirmación en abril de 2013.
Barbara Heil era una pastora pentecostal hasta su conversión gracias a la Eucaristía.
3- Curación post-aborto
Susan Marcy compartió su testimonio en Amazing Grace for Families. En 1991 se casó con Bruce y, aunque ninguno de los dos practicaba ninguna religión, querían incluir a Dios en su matrimonio. Comenzaron entonces a rezar y a leer la Biblia juntos. Es más, cuando una amiga le pidió a Susan que la acompañara a visitar una iglesia católica, ella aceptó de inmediato.
«Regresé sola el domingo siguiente y, durante la consagración, sentí que el amor y el perdón de Cristo llegaban hasta mí. No lo entendía todo, pero cerré una charla con un sacerdote. Mi temor era que la Iglesia, conocida por estar en contra del aborto, me rechazara. En cambio, el sacerdote me abrazó. Explicó que la Iglesia acoge a los pecadores y ofrece el perdón y el amor de Cristo. Estaba eufórica y le dije a Bruce que iba a comenzar la formación para convertirme en católica», relata.
«Bruce me dijo que no quería verse atrapado por la Iglesia. ‘Está bien’, le comenté, confiando todo a Dios. Después de mi segunda catequesis de iniciación cristiana para adultos, Bruce se unió. ‘Sólo voy a ver; eso no significa que vaya a ir a misa todos los domingos’, advirtió. Pero Bruce empezó a venir conmigo a misa. Entonces, un domingo, durante la consagración, Bruce sintió una inmensa sensación de la presencia de Cristo. El domingo de Pascua de 1997 entramos juntos a la Iglesia», afirma.
4- De chico malo a sacerdote
El padre Donald Calloway es escritor y sacerdote de la Congregación de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Compartió su historia de conversión en Amazing Grace for the Catholic Heart. Un rayo de luz lo golpeó una noche cuando se quedó en casa en lugar de irse de fiesta.
Aburrido, tomó un libro sobre una aparición mariana. Instantáneamente se enamoró de la Santísima Madre, sin haberla conocido nunca antes, pero diciendo: «Su Dios es mi Dios». Después, fue a ver a un sacerdote, aunque le tocó esperar en la parte de atrás de la iglesia a que terminara la misa. «Observé con curiosidad como todos se arrodillaban mientras el padre levantaba un círculo blanco», recordó.
«En ese momento, lo más profundo de mi ser gritó: ‘¡Ahí está mi Dios!’. Él me infundió el conocimiento de que era Jesucristo. Lo sabía, lo sabía y tenía tantas ganas de recibirlo». Después, le dijo al sacerdote: «Cuando levantaste el círculo blanco, ese era Dios, ¿no? ¡Lo sé, ese era Dios! ¡Dime que era Dios! Seis meses después fue confirmado, diez meses después entró al seminario y en mayo de 2003 fue ordenado sacerdote.
El padre Donald Calloway es escritor y sacerdote de la Congregación de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
5- Monje benedictino
Dom David Watters creció en Waco, Texas (EE.UU) y Katmandú (Nepal), como hijo de misioneros protestantes. Su hermano mayor se convirtió al catolicismo después de estudiar historia de la Iglesia y llevó a Dom David también a la Iglesia. Experimentar la presencia de Jesús en la Eucaristía fue tan profundo para Watters que hace cuatro años se convirtió en monje benedictino dedicado a la adoración perpetua de la Eucaristía.
Es uno de los 18 hombres que forman parte del Priorato de Silverstream, monjes benedictinos de la Adoración Perpetua en el condado de Meath, Irlanda, muy cerca de Dublín. Están dedicados a la adoración perpetua del Santísimo Sacramento en un espíritu de reparación, particularmente por los escándalos de los sacerdotes. «La adoración eucarística fue una parte importante de mi conversión«, dijo Watters.
Aunque su familia se tomó en serio su fe, él describe el descubrimiento del Santísimo Sacramento como «una gran gracia». «En nuestra vida el único fin es Dios. Si tuvimos un día malo pero pasamos tiempo con Dios, el Oficio Divino, la adoración… entonces, en realidad, es que tuvimos un día exitoso. No necesariamente estamos en llamas todo el tiempo. El trabajo está empezando, se están salvando almas. Yo solo voy y Él se encarga del resto», concluye.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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