La eutanasia lleva 2 años implantada en España, con muchas dudas sobre los procedimientos que usa y su extensión, y se está debatiendo sobre ella en algunos países hispánicos y en Europa. Para la Organización Médica Mundial es, simplemente, una práctica contraria a la ética médica: matar enfermos o ayudarles a suicidarse no es una práctica médica.
En Francia, participan en el debate social 6 figuras prestigiosas con un artículo conjunto en la revista L’OBS (Nouvelobs.com). Se trata de:
– Sara Piazza, psicóloga clínica, doctora en psicopatologías, experta en cuidados paliativos, reanimación y sedación;
– Isabelle Marin, médica y filósofa, experta pionera en cuidados paliativos
– Johann Chapoutot, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de la Sorbona;
– Eric Fiat, profesor de Filosofía de la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée;
– Roland Gori, profesor honorario de psicopatología clínica;
– Pascale Molinier, profesora de Psicología Social en la Universidad de la Sorbona Paris Nord.
Sara Piazza e Isabelle Marin, como expertas en cuidados paliativos, ya escribieron conjuntamente el libro Euthanasie: un progrès social?
Euthanasie, un Progrès Social?, dos expertas paliativistas denuncian la crueldad social de la eutanasia.
En su artículo conjunto, de gran relevancia, destacan algunos elementos que deberían tenerse en cuenta sobre la eutanasia y el final de la vida.
«Poder elegir» suena tranquilizador… pero no lo es
«Todos nos vemos afectados por la enfermedad, la vejez e, inevitablemente, la muerte. Como seres humanos, cada uno de nosotros enfrenta o enfrentará la ansiedad de estas perspectivas. Considerar la posibilidad de “elegir” y por tanto imaginar controlar el momento de la propia muerte parece una opción tranquilizadora: ante la angustia de la incertidumbre, un futuro determinado siempre trae, a primera vista, el reflejo de un alivio», admiten.
«Pero la relación del individuo con la enfermedad o la muerte nunca es una cuestión puramente individual. Las sociedades humanas se han organizado a partir de una relación colectiva con cuestiones de muerte y vulnerabilidad. Sin embargo, esta perspectiva queda de lado por el debate actual sobre la legalización de la eutanasia o suicidio asistido, que enfatiza la libertad individual y la perspectiva de elegir el final de su vida», añaden después.
«La perspectiva de una sociedad formada por un grupo homogéneo de sujetos sanos, sanos, jóvenes y exitosos no es realista y probablemente indeseable», apuntan como un peligro no tan lejano.
«Debido a que la enfermedad, la vejez y la muerte, o incluso las tres, pueden aterrorizarnos, debemos confiar en una visión colectiva que apoye y ofrezca otra dimensión distinta a la de la pérdida, la degradación y la indignidad», exhortan. En ese esfuerzo colectivo participarían los cuidadores, pero también toda la sociedad y la cultura.
Pero ese implica ir contra la corriente que nos marca hoy «el productivismo, el desempeño y la promoción del individuo que es dueño de sí mismo, valorado por la lista de sus logros y éxitos».
«El debate sobre la legalización de la eutanasia o el suicidio asistido es una oportunidad para reflexionar colectivamente sobre el mensaje enviado a los más vulnerables, y más aún sobre el proyecto de sociedad que queremos construir», añade el texto.
En el vídeo de 4 minutos, la Marcha por la Vida de París, a inicios de 2023, contra la eutanasia y el aborto, pidiendo ayudas para los vulnerables.
Piden «un proyecto social que sitúa en el centro de su acción la necesaria atención colectiva a las vulnerabilidades individuales, que reconoce la interdependencia fundamental que une a los seres humanos, enfermos o no, viejos o no, ya, al final o al principio de su vida».
Contagio social y presión social para eutanasiar
Parece especialmente significativo que sea un grupo que combina a psicólogos con historiadores los que plantean este tema que es, al final, psicológico y de contagio social: si la sociedad ‘deja claro’ (primero con sutileza, luego con más señales) a los vulnerables que deberían dejar de molestar y causar gastos, por contagio psico-social los sanos y fuertes lograrán que los débiles y enfermos se autoeliminen (o pidan ser eliminados).
Presentarlo como una opción «individual» es arrojar a un individuo sólo, débil, enfermo y vulnerable contra el poder inmenso del Estado, la sociedad «productivista», las razones de ahorro económico y la extrema competencia.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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