12/01/2025

6 siglos de presencia gitana en España: el Papa recuerda a los beatos «La Canastera» y el «tío Pelé»

El 12 de enero de 1425, el rey Alfonso V de Aragón otorgó a don Juan, duque de Egipto Menor, un salvoconducto que le autorizaba a estar y recorrer libremente las tierras de la Corona de Aragón junto a sus acompañantes, en su peregrinación a Santiago de Compostela. Esos primeros romaníes errantes, llamados entonces egipcianos y después gitanos, entraron en la Península Ibérica iniciando así una presencia que llega ya a los seis siglos.

Para conmemorar esta fecha el Papa Francisco ha querido mandar un mensaje especial a los gitanos españoles en una carta que ha publicado en la página de la Santa Sede.

“Soy consciente de que vuestra historia ha estado marcada por la incomprensión, el rechazo y la marginación. Pero, incluso en los momentos más duros, ustedes han descubierto la cercanía de Dios. En efecto, Dios peregrina en la historia con la humanidad y se ha hecho nómada con el pueblo gitano. El Niño Manuel —como llaman a Dios con nosotros— también nació en Belén bajo el signo de la persecución y la itinerancia”, recuerda el Papa.

De este modo, Francisco destaca el esfuerzo que se ha realizado en las últimas décadas tanto por el pueblo gitano como por la Iglesia y la sociedad española para que existas una relación de respeto de su cultura. En este sentido, destaca que “este camino ha producido no pocos frutos, pero hay que seguir trabajando, porque todavía hay prejuicios que superar y situaciones dolorosas a las que hacer frente: familias que pasan necesidad y no saben cómo ayudar a sus hijos con problemas, chavorrillos que tienen dificultades para estudiar, jóvenes que no encuentran trabajos dignos, mujeres que sufren discriminación en sus familias y en la sociedad”.

“Son hijos de la Iglesia, de esta Iglesia en la que muchas personas, gitanas y payas, se han comprometido con responsabilidad y cariño por el desarrollo integral del pueblo gitano; de esta Iglesia que desea seguir abriendo sus puertas de par en par, para que todos podamos sentirnos en ella como en casa; una Iglesia en la que ustedes puedan crecer en su fe cristiana sin renunciar a los mejores valores de su cultura. Gracias a todas las personas que han trabajado y siguen trabajando decididamente para que este deseo sea una realidad cada día más patente. Dios no se deja ganar en generosidad y hará fructificar el cariño y el tiempo que dedican a la Pastoral con gitanos”, añade.

Pero además, Francisco pide a la comunidad gitana caminar junto a sus obispos y con los responsables de las delegaciones, parroquias y cofradías en las que participan. Así, pide el Papa: “Caminemos juntos, porque en la Iglesia la fuerza del Evangelio purificará y engrandecerá sus valores y su cultura. Tienen mucho que aportar a la Iglesia y a la sociedad: el aprecio a las personas mayores y el sentido de familia, que se hace más fuerte en los momentos de dificultad; el cuidado por la creación, representada en vuestra bandera por el azul del cielo y el verde de la tierra; nuestra condición de peregrinos hacia la patria del cielo, simbolizada en la rueda de los carros en los que se desplazaban sus antepasados; la capacidad para mantener la alegría y hacer fiesta aunque haya nubarrones en el horizonte; el significado del trabajo —tantas veces malentendido— como un medio para vivir y no tanto para acumular. Muchos de los valores que los identifican como pueblo no sólo son evangélicos, sino también proféticos y contraculturales en estos.

El Papa también pone como ejemplo a dos beatos de etnia gitana: Emilia Fernández Rodríguez, la “canastera” y Ceferino Giménez Malla, el tío Pelé. “Aunque no lo pretendieron, ellos fueron y siguen siendo maestros de fe y de vida para gitanos y payos, como tantas personas humildes que abren su pequeñez con confianza a la grandeza de Dios. Desgranando los misterios del Rosario, ambos beatos nos recuerdan la importancia de la oración, del encuentro con Dios, fuente de alegría, fraternidad, esperanza y caridad”.

En este sentido, Francisco añade que “los dos arriesgaron y perdieron sus vidas por amor a Dios y buscando el bien de otras personas: el tío Pelé por defender a un sacerdote detenido injustamente, la canastera por proteger a sus catequistas. Tanto el uno como el otro fueron humildes y valientes misioneros: Ceferino fue catequista de un grupo de niños, a los que reunía en las afueras de la ciudad de Barbastro, y Emilia transmitió su fe incluso a sus compañeras de prisión en Almería. Ceferino, finalmente, destaca como modelo de fraternidad pues, en una sociedad tan polarizada como la de su tiempo, supo sembrar concordia y solidaridad entre los suyos, mediando también en los conflictos que a veces han empañado las relaciones entre payos y gitanos”.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»