Isabella Anduquia, de 21 años, acaba de graduarse en Administración y Dirección de Empresa (ADE). Y unas semanas antes dio a luz a su bebé, Sofía. Acudió a la ceremonia de graduación con el diminuto bebé en brazos a recoger su diploma. La imagen de la joven madre con el bebé en brazos mostraba que estudios y maternidad reciente no son una combinación desastrosa, aunque sí sea complicada.
Isabella es consciente de que cuando quedó embarazada con 20 años, sin haberlo planeado, su vida cambió para siempre. En declaraciones a la cadena de TV Cuatro explica que su primera sensación (como la de tantísimas embarazadas novatas, de cualquier edad) fue de cierto temor: «No sabía por donde salir».
Isabella salió con su bebé a la tarima de la ceremonia.
Pero esa primera sensación no la paralizó. Isabella tenía muy claro que podía criar un bebé. Y es que tenía un ejemplo que conocía muy de cerca: su propia madre, y ella misma. «Yo vengo también de mamá joven y vi que ella pudo. Y entonces me dije: «¿por qué no voy a poder yo?» ha relatado la joven.
Isabella se puso a trabajar, y combinó el trabajo, los estudios de ADE y el embarazo. No fue un embarazo fácil. Tener el bebé ahora tampoco es fácil, pero es más agradecido, porque lo vive con alegría, como algo «bonito»: siempre está con la niña y, dice, nunca se siente sola. «La tengo a ella, que es un motor que me impulsa a seguir hacia delante. Soy muy feliz».
Isabella vive sola en un piso de Sevilla, con el apoyo de su familia y de sus amigas, que se han volcado en ayudarlas desde el principio.
Ser madre joven novata y sin un padre al lado apoyando nunca ha sido fácil, pero Isabella tiene claro que con su bebé está disfrutando hoy de la «etapa más bonita» de su vida. Al menos por ahora: con 21 años, quedan muchas cosas bellas por vivir.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
«Pío XII siguió una postura coherente en defensa de los judíos», dice García Pelegrín
Declara ante la Cámara de Representantes un agente del FBI que espió a católicos tradicionalistas
Cuna vacía, llanto hondo y Jesús, como siempre