Rozando los 500.000 suscriptores en YouTube, el proyecto comunicador Dominus Tecum surgió en El Salvador en 2020, de la mano de Mario Domínguez y su esposa, Montserrat, en lo que el matrimonio no duda en definir como una misión evangelizadora. Hoy lo dirigen desde Medjugorje, en Bosnia-Hercegovina, donde actualmente residen coordinando rezos del rosario y peregrinaciones. Es algo que Mario Domínguez no habría imaginado hace pocos años, cuando estaba entregado al estudio de la Biblia Satánica de Anton LaVey, el ocultismo o grimorios de brujería.
De familia muy católica, se alejó de Dios
Criado en una familia profundamente católica, en la que la misa, los sacramentos, la adoración al Santísimo o las procesiones eran la costumbre, recuerda en el canal El Rosario de las 11 que el núcleo familiar se vio fuertemente sacudido por el despido de su padre.
«Mi fe se vio debilitada y empecé a preguntarme por qué Dios permitió que mi padre, un hombre tan entregado que siempre llevó a su familia por el camino, se quedase sin empleo y sufriese así», explica.
Con esfuerzo, los hijos pudieron estudiar y la familia avanzó unida, pero Mario empezó a distanciarse de la piedad que le vio nacer. «Yo no veía un efecto positivo de la fe. Era como si la mano de Dios se hubiese alejado», señala.
En un grupo de oración le animaron a orar: «Si tienes problemas, esta noche arrodíllate, pídele a Dios y se acabarán tus problemas«, escuchó. El joven llegó a su habitación, se arrodilló y rezó, pero al día siguiente todo seguía igual. Lo volvió a repetir una noche más pero nada parecía mejorar.
«No ha funcionado. Me han enseñado lo bueno y lo malo en relación a una fe que no me hace sentir bien, así que voy a tomar mi propio criterio de lo que considero bueno y malo«, afirmó para sí.
Y así empezó a estudiar el mundo del ocultismo.
«Por las ansias de querer saber más, me volví muy soberbio. Es el principio número uno del satanismo: hacer lo que yo quiera, soy mi propio Dios y lo demás no importa. Era yo sobre todo lo demás y me volví egocéntrico a través de lo que aprendía. A más leía, más quería saber», relata.
Estudió grimorios, rituales de brujería con invocaciones de espíritus y el famoso texto de 1969 Anton Szandor La Vey, la Biblia satánica. La Vey, muy antirreligioso, era hijo de un clérigo protestante. El satanismo laveyano no cree realmente que exista una entidad espiritual llamada Satanás, sino que usa su figura como signo de rebeldía, hedonismo, individualismo y transgresión.
«Más allá de aprenderlo, nunca fui practicante. A quienes enseñan o conocen mucho de ocultismo se les conoce como hombres de letras y yo quería ser uno», relata.
Mario Domínguez se sentía «poderoso», como si nadie pudiera tocarle y con una «soberbia al punto». «Lo irónico», dice, es que «no cambiaba ningún problema. Era como ponerme una venda para no darme cuenta de lo que sucedía».
En la noche, un presencia oscura crujía en su cama
Luego empezaron a pasar cosas, extraños sucesos en su habitación. «La temperatura de repente era muy fría o muy caliente, las luces fallaban…», enumera.
Una noche se despertó a las 3:00 de la madrugada, como sucedía en no pocas películas que veía de temática demoníaca. (Es la hora más alejada a la de la muerte de Cristo, hacia las 3 de la tarde).
«Me levanté y no había nadie despierto. Cuando volví a mi cuarto, empecé a sentir como un demonio se subía a mi cama, la hundía y la quebraba. Yo estaba paralizado. Me pude levantar, asustado y sin poder comprender nada», relata. Cuando se repuso, se acostó en otra de las camas que había en su cuarto y los sucesos continuaron, en esta ocasión viendo como una presencia volvía a aparecer.
«Nunca me había pasado algo físico y supe que algo no estaba bien. Sabía de dónde venía este suceso», menciona.
Aterrado, Mario se deshizo de todo el material que tenía de ocultismo y brujería.
Tibieza y frialdad sin Dios
Dejó la soberbia del ocultismo y quedó «en un limbo», sin seguir a Dios ni al demonio. Era una «tibieza espiritual», que le acercaba a la depresión, la tristeza y pensamientos suicidas, aunque nunca intentó suicidarse.
«Me volví una persona seria, amarga y fría, que si tenía una relación sentimental no duraba por mi soberbia. No me importaban los demás, solo yo mismo», recuerda.
En semejante estado, recordó cuando de niño fue consagrado a la Virgen de Guadalupe un 12 de diciembre y el consejo de su madre de encomendar a la intercesión de la Virgen la persona que sería su pareja.
Confiado y sin más fondo que tocar, Mario suplicó por una persona que le ayudase a «crecer y cambiar».
En esta ocasión, sus ruegos no tardaron en ser escuchados. Recuerda la fecha, un 22 de septiembre de 2016, en que conoció a su esposa, Montserrat, devota guadalupana y entonces jefa de tripulación de una aerolínea donde también él trabajaba.
Desde su primera cita, un 12 de diciembre, había una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en cada lugar al que iban. «Siempre estaba presente con nosotros«, subraya. También al poco de comenzar la relación, fueron a cenar a un local con una única imagen religiosa, una Virgen de Guadalupe junto a su mesa.
Enamorado y buscando fundar una familia, Mario decidió confiar en Dios y acudió a un retiro de conversión en la comunidad El Salvador del Mundo, en El Salvador.
El contraataque de la oscuridad
En ese retiro fue consciente de que lo sobrenatural seguía acechándole. Por ejemplo, por las ventanas, veía un extraño monje completamente vestido de negro, que le recordaba sus lecturas satanistas. Mario sospechaba que había estado «a un paso de la posesión» por la multitud de puertas que abrió a lo sobrenatural.
El punto álgido de ese retiro fue una oración de liberación y aceptación del Señor. Primero se confesó, tras lo cual recuerda que «un gran peso del alma quedaba libre». Al sacramento le siguió un momento de oración, en el que afirmó sentirse abrazado por la Virgen de Guadalupe y el Sagrado Corazón segundos antes de consagrar su alma a Dios. «Me levanté, fui a hacer mi oración de entrega y como era tan soberbio dije que no lloraría, pero creo que fui el que más lo hizo», admite.
Evangelizadores a la escucha de Dios
Mario y su mujer crecieron en la fe. En enero de 2020, en plena pandemia, peregrinaron por Medjugorje, Roma y Fátima. Al volver, en unos ejercicios espirituales ignacianos, el matrimonio fue consciente de que debían consagrarse a una misión vital evangelizadora.
Tras una adoración al Santísimo en discernimiento, se embarcaron en el Proyecto Dominus Tecum, un canal dedicado a la evangelización y formación que cuatro años después de su nacimiento aglutina a cientos de miles de seguidores en Internet. «Fue Dios quien lo hizo, nosotros solo seguimos órdenes y el canal empezó a crecer«, relata.
Tras dejar atrás casa, empleo y familia, se mudaron a Medjugorje, en Bosnia y crearon un proyecto asociado de peregrinaciones y rezo del rosario por la mañana, el ejército del Santo Rosario, como lo llaman.
Mario tiene un mensaje para los padres de familia: no dejar de orar por los hijos. «Durante el tiempo que incursioné en el ocultismo, mis padres no dejaron de rezar por mí. Si vuestros hijos se han alejado, no dejéis de rezar. La oración es la que cambia. Utilizad el arma secreta, no dejéis de pedir la intercesión de Nuestra Señora. El Rosario puede vencer las guerras del mundo y las personales. Mi padre, cuando terminaba de rezar por mí, amanecía con manos marcadas en brazos y espalda, pero él nunca dejó de rezar. Sabía que la oración me haría libre, y aquí estoy. La oración de los padres es vital«, concluye.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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