Hemeroteca Laus DEo25/08/2022 @ 00:51
¿Hay abandono de Sagrario? Para responder con rigor lógico, distingo dos clases de abandono de Sagrario: uno que pudiera llamarse exterior y otro interior o espiritual. Llamo abandono exterior a la ausencia habitual y voluntaria del Sagrario por parte de los católicos que lo conocen y pueden ir a visitarlo […] El abandono interior es ir al Sagrario con el cuerpo y no con el alma. Ir a él y no estar en él…
¡Oh, Dios mío! ¡Los Sagrarios abandonados! ¡Sagrarios de llaves enmohecidas de no servir; de vecinos que no conocen ni las palabras Eucaristía, Comunión, Santísimo Sacramento! Los Sagrarios sin niños que cariñosamente alboroten. Sin doncellas que perfumen con su pureza y su recato. Sin viejecitas que se consuelen. Sin lágrimas de arrepentidos. Sin suspiros de amadores. Sin rodillas de agradecidos. Sin… ¡Dios mío, Dios mío, sin nada que te halague, que te confiese, que te haga sentir! ¡Sin nada!.
Si fuéramos consecuentes con nuestra fe en la Presencia Real de Jesucristo en nuestros Sagrarios, ¡cómo deberíamos pensar, querer, sentir y proceder de manera distinta a la forma en que pensamos, queremos, sentimos y procedemos!.
Para mis pasos yo no quiero más que un camino, el que lleva al Sagrario, y yo sé que andando por ese camino encontraré hambrientos de muchas clases y los saciaré de pan…
¡Ay! abandono del Sagrario, ¡cómo te quedaste pegado a mi alma! ¡Ay! ¡qué claro me hiciste ver todo el mal que de ahí salía y todo el bien que por él dejaba de recibirse!.
El Evangelio no es sólo la historia de las mayores finezas y generosidades divinas, sino la de los mayores abandonos humanos […] ¡Eucaristía! ¡Evangelio siempre nuevo y siempre vivo! ¡Historia viviente de finezas y generosidades divinas, pero sin fin! ¡Hombres! ¡hombres!, ¿será también la Eucaristía la historia de vuestros grandes abandonos?….
¿Verdad que la mirada de Jesucristo en esos Sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca?.
De mí sé deciros que aquella tarde en aquel rato de Sagrario, entreví para mi Sacerdocio una ocupación en la que antes no había ni soñado […] Ser Cura de un pueblo que no quisiera a Jesucristo, para quererlo yo por todo el pueblo. Emplear mi Sacerdocio en cuidar a Jesucristo en las necesidades que Su Vida de Sagrario le ha creado. Alimentarlo con mi amor. Calentarlo con mi presencia. Entretenerlo con mi conversación. Defenderlo contra el abandono y la ingratitud.
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