Desde la ventana del Palacio Apostólico, bajo un cielo gris, el Papa Francisco se dirigió este domingo a fieles y peregrinos explicando la parábola de las vírgenes necias y las vírgenes prudentes.
La diferencia entre ellas, dijo, no estaba en la buena voluntad (que todas tenían) ni en la prontitud (que todas mostraron acudiendo a la cita con el novio) sino en la buena preparación. El Papa quiso relacionar esa preparación con el cuidado de la vida espiritual o interior.
Francisco recogía la lectura del Evangelio del día, de las diez muchachas que han de salir al encuentro del esposo (Mt 25,1-13), pero la mitad no llevan aceite para las lámparas.
Las chicas necias y las chicas prudentes: prepararse
“Todas esas damas de honor están allí para acoger al esposo, es decir, quieren encontrarse con él, como también nosotros deseamos una feliz realización de la vida: la diferencia entre la sabiduría y la necedad no está, pues, en la buena voluntad. Tampoco radica en la prontitud con la que llegan al encuentro: todas están allí con sus lámparas, a la espera. La diferencia entre las sabias y las necias es otra: la preparación”.
Las prudentes, «junto con sus lámparas, tomaron también aceite». Las necias, no.
El Papa comentó respecto a esto: «Nos miramos a nosotros mismos y vemos que nuestra vida corre el mismo riesgo: hoy estamos muy atentos a las apariencias, lo que nos importa es cuidar bien nuestra imagen y dar una buena impresión ante los demás. Pero Jesús dice que la sabiduría de la vida está en otra dimensión: en cuidar lo que no se ve, pero que es más importante, porque está dentro de nosotros. Es el cuidado de la vida interior».
Cuidar la vida espiritual, sin caer en el activismo
El Papa quiso detallar lo que hay que hacer para cuidar la vida interior y espiritual: escuchar el corazón y atender a pensamientos y sentimientos, bebiendo quizá, sin mencionarla, de la tradición jesuita que trabaja estos temas.
«Significa saber dar espacio al silencio, para ser capaces de escuchar. Significa saber renunciar al tiempo pasado delante de la pantalla del teléfono para mirar la luz en los ojos de los demás, en el propio corazón, en la mirada de Dios hacia nosotros. Significa, sobre todo para quienes desempeñan un rol en la Iglesia, no dejarse atrapar por el activismo, sino dedicar tiempo al Señor, a la escucha de su Palabra, a la adoración», exhortó.
Las vírgenes tienen las lámparas, pero las deben preparar, comprar el aceite, colocarlo en las lámparas… De esto, deduce, «la vida interior no se improvisa, no es una cuestión de un momento, de vez en cuando, de una vez para siempre; hay que prepararla dedicando un poco de tiempo cada día, con constancia, como se hace para cada cosa importante».
El Papa finalizó su mensaje del Ángelus invitando a dedicar tiempo «al corazón, a la oración, al servicio a los demás, al Señor que es la meta de la vida». Encomendó a la Virgen María que ayude a todos a «custodiar el aceite de la vida interior».
Recordar al pueblo de Sudán, entre guerra y sequía
Tras recitar el Ángelus, Francisco mencionó sus oraciones por el «querido pueblo» de Sudán que, desde hace varios meses, se encuentra «en las garras de una guerra civil que no da señales de extinguirse». Pidió no olvidar a «estos hermanos nuestros que están siendo puestos a prueba», en un conflicto que, dijo, «está provocando numerosas víctimas, millones de desplazados internos, refugiados en países vecinos y una situación humanitaria gravísima».
Tras 7 meses de guerra, los acuerdos entre las partes no se respetan, y 7 de cada 10 instalaciones sanitarias en Sudán están fuera de servicio. Se calcula que unas 25 millones de personas necesitan acceder a ayudas, pero la ONU solo consigue acceder a la mitad. Hay brotes de cólera, dengue, malaria y sarampión y un aumento del hambre.
Hace un mes se hablaba de 5.000 muertos y 12.000 heridos como víctimas directas de ataques, disparos y explosiones.
Ucrania y Gaza
Además, el Pontífice mencionó a «la martirizada Ucrania» (una expresión que ha usado numerosas veces desde que empezó la guerra en ese país).
También se refirió a la situación en Gaza y Tierra Santa. «¡Que las armas se detengan! ¡No traerán nunca la paz! ¡Que el conflicto no se extienda! ¡Basta, hermanos, basta!» Habló de la «gravísima situación», asegurando sentirse «cerca de todos aquellos que sufren». También reclamó que se permita llegar la ayuda ayuda humanitaria a quienes permanecen en Gaza, así como la liberación de los rehenes en manos de Hamás. “Cada ser humano, sea cristiano, judío o musulmán, sea de donde sea es sagrado”, proclamó.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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