Tal y como apuntaban todos los sondeos y previsiones, el obispo Luis Javier Argüello García será el próximo presidente de la Conferencia Episcopal Española durante los próximos cuatro años. Se confirmaba pasadas las 10:00 horas de este martes, una vez finalizada la votación para la renovación de cargos en el marco de la 124ª Asamblea Plenaria celebrada del 4 al 8 de marzo de 2024.
Ya en la votación de sondeo de este lunes, el actual titular de la archidiócesis de Valladolid y secretario general de la CEE entre 2018 y 2022 se impuso con una clara mayoría de 32 votos, muy por delante del arzobispo de Madrid, José Cobo (13) o del de Oviedo, Jesús Sanz Montes (10).
En la votación se dieron cita 78 electores, de los cuales tenían derecho a voto 2 cardenales, 16 arzobispos; 50 obispos y 9 auxiliares; además del administrador diocesano de Gerona. Poco antes de las 10:30 del martes, el portal de los obispos españoles confirmaba las previsiones y anunciaba los resultados definitivos: con 48 votos en la primera votación, Argüello se confirmaba como claro vencedor, remplazando al saliente Juan José Omella.
Con 39 votos, el arzobispo de Madrid, José Cobo, ha sido elegido vicepresidente de en sustitución de Carlos Osoro.
Nacido el 16 de mayo de 1953, mons Argüello se licenció en Derecho Civil y fue ordenado el 27 de septiembre de 1986 en la diócesis de Valladolid. Allí se desempeñaría como formador en el seminario diocesano, vicario episcopal y miembro del consejo episcopal hasta su nombramiento por el Papa Francisco como obispo auxiliar el 4 de abril de 2016. El viernes 17 de junio de 2022 es nombrado arzobispo de Valladolid por el Papa. Y el 30 de julio toma posesión como nuevo arzobispo de la diócesis.
Argüello contempla el futuro con el peso de la experiencia en puestos directivos, habiendo ostentado el secretariado general de la CEE entre 2018 y 2022.
Con vinculaciones en su juventud a la izquierda y el PSOE durante la Transición, su posterior conversión y «encuentro personal con Jesucristo» a finales de los 70 y su actual posicionamiento en defensa de la Doctrina Social de la Iglesia, la vida y la familia o la educación católica hacen de Arguello alguien que no entiende de etiquetas.
Paliar la polarización, una intención de largo recorrido
Ya durante su primera homilía como arzobispo de Valladolid, dio signos de querer enfrentar la «dialéctica de contrarios y la polarización» en la Iglesia, llamando en su lugar a buscar «el bien común», lo que le ha acompañado durante todo el pontificado.
Hace solo unos meses que el obispo reiteró su llamado a la «amistad civil» y a descubrir el «alma compartida» para dar con «experiencias que ayuden a tejer vínculos» frente a la «concepción individualista» del «sujeto consumidor» o del «sujeto votante».
Convencido impulsor de la «caridad política», también por ello ha remarcado en el pasado la defensa de la comprensión de la familia como la asentada sobre «la diferencia sexual (un hombre y una mujer que transmiten vida)».
Una realidad que tiene además importantes repercusiones «en la economía», como «núcleo social» de acción y de relaciones y como elemento evangelizador idóneo para «hacer un anuncio explícito de que Dios existe y es el fundamento más real de lo real«.
Contra la «enfermedad espiritual» del aborto y la eutanasia
Por ello Argüello se muestra también un decidido opositor al aborto y la eutanasia, habiendo denunciado que cuando ambos se aceptan con indiferencia, «se pone de manifiesto una enfermedad espiritual» que solo tiene «una respuesta adecuada: oración y ayuno».
Semejante consideración le merece el lobby homosexual y de género, frente a quienes no le ha temblado la voz a la hora de tratar su doble moral. «Algunos dicen salir del armario y lo que pretenden es que todos entremos en él. Y si quieres salir de esta burbuja tan correcta eres considerado un hereje cultural», cuestionaba en X -antiguo Twitter- en febrero de 2019.
En lo relativo a la educación, sus posicionamientos han pasado por mantener «el derecho de los padres a educar», la «dignidad» de la asignatura de Religión y que esta «sea como las demás», en referencia a su carácter evaluable: «En una época amenazada por corrientes antihumanas, el que un elemento humanizador como el cultivo de la dimensión espiritual y religiosa esté en el currículo es de más actualidad que nunca».
No es especialmente favorable a medidas como el «pin parental», pues «si hay motivos para que algunos padres saquen a sus hijos, no me alegro porque cinco se puedan ir, me preocupan los 20 que se quedan».
Llamado a la vida pública frente a la desvinculación
Uno de sus rasgos diferenciales es el liderazgo que desempeña en el impulso de los católicos a vivir en la vida pública de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia. De las muchas ocasiones que ha ofrecido orientaciones al respecto, destacan las incluidas en el documento El Dios fiel mantiene su alianza: presentado hace algo más de un año y aprobado por los obispos españoles para reflexionar sobre la situación social, el nuevo presidente de los obispos buscó contraponer el fortalecimiento de la comunidad a una desvinculación e individualismo que están en su punto de mira desde hace años.
Precisamente el pasado mes de noviembre mantuvo un diálogo con el diputado Miguel Ángel Quintanilla (Partido Popular) en el marco de EncuentroMadrid, donde ya abordó este individualismo y desvinculación actuales de la realidad «con el dominio de las interpretaciones y las ideologías», del propio cuerpo (en alusión implícita a la ideología de género) con la «confusión antropológica», desvinculación respecto «al otro» que manifiesta especiales carencias, y una «desvinculación fundante» que es la desvinculación «de Dios».
En este marco, explicó, el ser humano es «un individuo que me explico a mí mismo y desde mí mismo y separado del otro» con quien solo puedo «intercambiar cosas». Esa «dialéctica de los contrarios«, «tú o yo», da forma a la mente moderna, con el principio liberal de que «mi libertad acaba donde comienza la tuya», con la economía de la «competencia posicional» que implica desplazar al competidor y con la política de un sistema de partidos con elecciones cada cuatro años. Para poder superar esta «dialéctica de los contrarios» hay que «descubrir el vínculo«, afirmó el prelado.
Contra lo woke, la cancelación y la Agenda 2030
A lo largo de su trayectoria, el obispo también se ha manifestado contra la cultura de la cancelación y el movimiento woke y considera el aborto o el divorcio como elementos estrechamente vinculados a ese individualismo y a la «insistencia de la Agenda 2030 en controlar y disminuir la natalidad».
Entre algunas de las propuestas de Arguello presentes en el documento, destaca que:
– «Cada persona ha de asumir la responsabilidad de cuidar la propia familia, dedicándole tiempo y luchando por ella como expresión también de responsabilidad social».
– «Hemos de conjugar la acción institucional contra leyes injustas con la acogida de cada persona y la afirmación de su dignidad».
– «En el terreno educativo es importante la propuesta explícita de formación afectivo-sexual, así como el seguimiento de la educación en la escuela con la participación en las asociaciones de padres».
– Es imprescindible la presencia en la vida pública, personal o asociadamente, para impulsar acciones institucionales en favor de todos y de cada uno, para cuyo discernimiento se cuenta con la iluminación de la Doctrina Social de la Iglesia.
Entre los múltiples campos de acción posibles, el documento propone concretamente el del desarrollo y reconocimiento social de la maternidad y paternidad, su protección y promoción en la vida pública, la implicación de la dimensión familiar en todas las políticas sociales, la implantación de condiciones laborales que favorezcan la crianza de los niños y el desarrollo de la infancia o las búsquedas teóricas y prácticas, desde la Doctrina Social de la Iglesia, de una transformación del sistema económico que ponga en el centro la dignidad de la persona.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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