19/11/2024

Así colaboró el Camino Neocatecumenal a organizar la que sería «la primera JMJ de la historia»

Estos días se cumplen 40 años que se inició en Roma el denominado Iubilaeum Iuvenum (Jubileo de los Jóvenes) convocado por San Juan Pablo II dentro de las actividades del Año Santo de la Redención de 1984, que conmemoró el hecho de que en 1983 se cumpliera el 1950 aniversario de la muerte y la resurrección de Cristo, con el objetivo de que la Iglesia entera y cada uno de los fieles penetráramos más a fondo en el misterio de la redención.

Así lo expresaba Juan Pablo II en la bula de la convocatoria del mismo con el lema Aperite portas Redemptori (Abrid las puertas al Redentor):

«Dado que el año de 1983 coincidió con el 1950 aniversario de aquel gran acontecimiento, ha ido madurando dentro de mí la decisión, que ya manifesté al Colegio Cardenalicio el 26 de noviembre de 1982, de dedicar un año entero a recordar de modo especial la Redención, con el fin de que ésta penetre más a fondo en el pensamiento y en la acción de toda la Iglesia.

Tal jubileo comenzará el día 25 del próximo mes de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, que recuerda el instante providencial en que el Verbo eterno, haciéndose hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, participó de nuestra carne ‘para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y liberar a aquellos que por el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre’. Se concluirá el día 22 de abril de 1984, Domingo de Pascua, día de la plenitud de la alegría procurada por el Sacrificio redentor de Cristo, gracias al cual la Iglesia ‘renace y se alimenta continuamente de modo maravilloso'».

Pero este fue un año santo un tanto especial, porque además del regalo de las indulgencias y de otras múltiples actividades, dentro del mismo se convocó este Iubilaeum Iuvenum, que fue la primera gran reunión de jóvenes organizada por la Iglesia Católica en toda su historia, y acabaría pronto convirtiéndose en las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se han ido celebrado desde entonces cada dos o tres años, en diferentes países del mundo, y tanto han actualizado la redención de Cristo tanto en los jóvenes como en el mundo mundial.

San Juan Pablo II convocó a los jóvenes desde Milán, durante su Visita Pastoral a Lombardía, el 22 de mayo de 1983, en el Angelus:

«Me es grato aprovechar la ocasión de la conexión televisiva con varios países para dirigir mi invitación a los jóvenes de todas las naciones y continentes a participar en el Jubileo especial, programado para ellos en Roma del 11 al 15 de abril del próximo año. ¿Quién puede acoger más que vosotros, jóvenes, la amplitud y la profundidad de la esperanza cristiana? Vosotros aprendéis en el presente, la edificación de un futuro más justo para el hombre. ¡Quién puede sentir más que a vosotros la necesidad de Alguien que libere al hombre de las múltiples raíces del mal que existen dentro de él y que marca dramáticamente a gran parte de su ser y de su obrar? Dirigir la mirada a Cristo que nos ha librado del pecado y del mal.

Poner ante Él la fragilidad de nuestra experiencia y la certeza de su victoria, ésta es la finalidad de la gran asamblea romana organizada expresamente para vosotros, jóvenes. Será un encuentro de oración, de coparticipación, de diálogo, de alegría. En una palabra, un encuentro de verdad que os haga constructores de formas de vida nuevas y más expresivas del rostro del hombre de hoy. Y sobre todo del hombre de mañana que ya se prefirgura en vuestros rostros».

Esta espectacular invitación, cargada de sentido y de profundidad espiritual, fue el grano de mostaza que terminó siendo un árbol bajo el que muchos jóvenes encontraron finalmente sombra, frescor, reposo…

Una de las realidades eclesiales que en España se implicó a fondo en responder a la convocatoria de Juan Pablo II fue el Camino Neocatecumenal, que entonces llevaba 20 años extendiéndose por el mundo desde el barrio de Palomeras de Madrid, donde surgió hace precisamente ahora 60 años. 

Fui testigo presencial de lo que a continuación refiero, porque ya entonces disfrutaba de esta iniciación cristiana que en palabras de Juan Pablo II constituye un itinerario de formación católica válido para los tiempos actuales.

Kiko Argüello y Carmen Hernández, iniciadores del Camino, acompañados del Padre Mario Pezzi, el entonces Equipo Responsable Internacional, convocaron en Madrid a los jóvenes de esta realidad eclesial en el Hotel Convención el 14 de febrero de 1984, después de haberlo hecho en Roma con anterioridad. En dicha reunión exhortaron con mucha unción y energía a participar en este evento, ayudados por el rezo de los salmos, la proclamación de la Palabra de Dios, los cantos… en clave celebrativa, como es costumbre, por aquello de que ‘Cuando dos o más estéis reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de vosotros’.

Es más que probable que muchos jóvenes allí presentes no se hubieran enterado de tal convocatoria si no es por aquella reunión, y sin duda no habrían acabado yendo a Roma del 11 al 15 abril de 1984 dado el alto precio de un viaje de estas características, de no ser por la importante exhortación recibida: les llevó la predicación de Kiko y la Palabra de Dios sobre alas de águila.

Tras señalar que en la jornada de Roma intervendrían la Madre Teresa de Calcuta o Chiara Lubich, Kiko dijo que él también lo haría, todos ellos invitados por el propio Papa a hacerlo. Además, señaló que se le habían encargado al Camino Neocatecumenal las liturgias en lengua española:

«Porque se nos ha encargado a nosotros las liturgias de lengua española. O sea que los jóvenes que hablan español, el Camino Neocatecumenal se encarga de animar, con los cantos nuestros, con las moniciones, las liturgias, a nivel internacional».

Tras indicar que el tema del que él iba a hablar era el de «la libertad», desarrolló el mismo para todos los allí presentes, anuncio del Kerygma incluído, y finalizó de forma simpática diciendo que, de algún modo, sus palabras habían sido una especie de ensayo de cara a la reunión de Roma. En el centro de dicha intervención Kiko dijo:

«Estoy hablando esto porque el Papa me ha invitado a hablar a los jóvenes de la libertad, ¡y estoy ensayando con vosotros! Bueno, pues os enfoco por aquí la libertad. Hay quien cree que la libertad es no estar en la cárcel, sin embargo, hay mucha gente que no está en la cárcel y no es libre. Y hay mucha gente que está en campos de concentración y son libres, ¡libres! ¿Qué es la libertad? La libertad es la capacidad que tenemos de amar, poder amar, ¿tú puedes amar? Este es el punto. Podemos donarnos, Jesucristo ha venido para que podamos amar, para que podamos realizarnos hasta el infinito, para que podamos donarnos totalmente, como Él nos amó. Él ha mostrado en la cruz, qué es el amor, qué es amar. Por eso Dios le resucitó y le dio el nombre más alto que existe en la tierra».

Después, señaló algo que el auditorio no entendió demasiado, hasta verlo realizado en Roma:

«Nosotros queremos darle además a esta peregrinación a Roma, un sentido vocacional, invitando a los jóvenes, invitándoos a vosotros a seguir a Jesucristo, no solamente para el presbiterado, sino también para todo, para casarse también. O sea, siguiendo a Jesucristo, en un sentido… para ser misioneros».

La bomba fue el cómo se iba a llevar a cabo el alojamiento:

«Pensamos acogeros nosotros en las familias de las comunidades de Roma, los hermanos están dispuestos a acogeros en sus casas. Claro, depende del número. Nosotros hemos dicho que no hace falta que os den una cama, porque entonces no podríais ir. Los que piensen ir tienen que llevarse un saco de dormir y una mochila, una bolsa. Pensamos que quizá…, porque se va en plan también de conversión, no se va en plan de juerga».

Los jóvenes siendo recibidos por las familias de acogida en Roma.

El resultado de dicha reunión y otras similares fue el de una asistencia importante –en torno al 10% del total se llegó a comentar– de jóvenes del Camino al jubileo, que comenzó el miércoles 11de abril de 1984 con unas palabras de acogida en Castelo Sant’Angelo de Mons. Tagliaferri, entonces Presidente de la Comisión Episcopal italiana para el Laicado, tras la cual tuvo lugar una bellísima Procesión de Antorchas (Fiacolatta) por la Via de La Conziliazione. Los actos en lengua española tuvieron lugar en la Basílica de San Pablo Extramuros, estando destinadas otras basílicas a celebraciones en otras lenguas.

Sería el viernes 13 de abril cuando en San Pablo Extramuros conduciría la liturgia por encargo expreso del Papa el Camino Neocatecumenal. L’Osservattore Romano recogería al día siguiente algunas de las palabras pronunciadas por Kiko en su intervención:

«El verdadero pecado del hombre es pensar que Dios no lo ame. El mal de nuestra sociedad es la autonomía moral, el rechazar la depedencia de Dios; la mentira que oscurece nuestra libertad es la ilusión de poder prescindir de Dios. Solamente Cristo, por el contrario, hace libre al hombre… Ser libres es también poder morir por los demás, porque con Cristo ya no se tiene miedo a la muerte».

Kiko Argüello cantando durante la celebración en San Pablo Extramuros.

Presidiendo el Cardenal Pironio la celebración en lengua española en San Pablo Extramuros, y concelebrando el abad de la basílica, se llevó a cabo el rezo de Laudes. Tras la invocación al Espíritu Santo intervino la Sierva de Dios Carmen Hernández, haciendo una «espectacularmente actual» monición al Salmo 50, diciendo:

«Es viernes de la quinta semana de Cuaresma. La Iglesia camina ya hacia la Pascua, estamos de camino hacia Pascua. Como veis, la primavera romana es el cuadro para hacernos ver la maravilla que hace Dios para llamarnos a la vida y a la libertad como un pueblo. En este Jubileo maravilloso Dios nos llama a caminar en un Éxodo. Pasando por la puerta santa de esta basílica se gana el Jubileo. Sabéis que el Jubileo consiste en romper con fuerza con el pecado, confesar nuestros pecados, podernos liberar de este fardo interior que no puede salir de nuestra boca… Hoy el Señor nos va a dar muchas gracias aquí, es como un Pentecostés. Yo estoy muy contenta. Ya os lo dirá Kiko después… San Pedro nos ha recibido, el que tiene las llaves del cielo, nos ha recibido con una lluvia bautismal maravillosa (llovió abundantemente a la llegada a la peregrinación). San Pedro, que también él ha entendido muy bien el Bautismo… En sus cartas habla del Bautismo y de la Pascua. Os ha recibido Roma abriendo las cataratas del cielo. El que ha dado la sangre por Jesucristo. Ha abierto las cataratas del cielo para bañaros y limpiaros y haceros salir a la libertad de la vida.

Sabéis que hoy nuestra humanidad está cerrada, cercada de muerte, de destrucción, a nivel mundial con los misiles y a nivel singular metiendo la muerte en la matriz misma de la mujer. Con las tonterías del feminismo no hacen sino destruir la cosa más grande que hay: la matriz donde se engendra la vida. Por eso dad gracias mucho al Señor que os tiene aquí. Tenéis una misión para la juventud de hoy que esta engañada, la están alienando, la están engañando con la droga y hay muchos tipos de droga… Digo esto para empezar el Salmo 50, que la Iglesia lo tiene siempre el viernes.

El viernes es un día muy significativo por la Iglesia siempre; porque la aventura de la Pascua se inicia el viernes. Vosotros sabéis que el Pueblo hebreo sale al amanecer. Está toda la noche vigilando, ceñidos los lomos, esperando la orden de partida. Estaban en la esclavitud de Egipto y Dios convence a hacer salir a los hebreos matando los primogénitos. Dios hoy está convenciendo también al mundo de muerte que ningún faraón tiene solución para la muerte, ni de derecha ni de izquierda, ni Rusia ni los Estados Unidos. Ninguna maniobra política resuelve el problema de la muerte, al contrario, la fabrican.

Por eso viene Jesucristo resucitado de entre los muertos a abrir horizontes a nuestra generación, a nuestro corazón, a hacernos salir a la libertad, a la vida maravillosa que nos anuncia la primavera. El 14 de Nisán, día de luna llena, el universo entero se puso en alerta para ver a Dios que hacía salir a su pueblo hacia la libertad, llevando consigo a la humanidad entera. Os digo que 400 años Israel ha sido esclavo en Egipto: la esclavitud del pecado. ¡Y se dice que el pecado original es una tontería! La Iglesia habla del pecado, de la esclavitud del pecado. Y hoy los psicólogos, también los que no creen en Dios, dicen que, cuando los curas hablan, algunas cosas que dicen son mentira, otras son verdad, pero, cuando os hablan del pecado original creedlo, creedlo, creedlo.

Todos tenemos muchos condicionamientos por los pecados de nuestros padres, nuestros abuelos, de nuestra familia. Este es el pecado de que nos habla el salmo, que nos condiciona, que nos viene de Adán y Eva… Y no pecamos solo con el pecado original, sino también porque nos adherimos a él en la libertad, somos libres y hacemos el mal. El Señor nos llama a salir del pecado hoy por su gracia, de la esclavitud del pecado en el cual hemos sido concebidos de nuestra madre y dejarnos libres para volar. Así que os invito con mucha fe». 

El padre Mario Pezzi antes de comenzar la liturgia en San Pablo Extramuros.

Tras la proclamación de la Palabra y la predicación de Kiko sobre la libertad, se llevó a cabo la liturgia penitencial comunitaria con el rito de absolución individual donde los miles de jóvenes congregados en la basílica recibieron el don de la conversión con el perdón de los pecados. Todo fue sobrecogedor. Nadie pensaba encontrarse con aquel espectáculo. Todos nos encontramos con Pedro, que nos llevó a Jesús, a la redención. Todo ello aderezado con los cantos del libro de cantos del Camino llamado ‘¡Resucitó!’. En la Eucaristía posterior el Cardenal Pironio dijo: 

«Jóvenes: yo doy inmensas gracias a Dios, que me concede iniciar hoy sin haberlo previsto, una nueva misión en la Iglesia encomendada por el Santo Padre y que es la de servir a los laicos del mundo entero… Lo mío va a ser muy breve y va a ser como el primer mensaje que yo quiero dejar a través de ustedes a todos los jóvenes del mundo, a los que, como ustedes, van haciendo un camino de encuentro cada vez más profundo en Cristo, que es la verdad y hace libres… El mensaje de hoy es simple: ser libre para hacer libres a los demás con aquella libertad con que Cristo nos ha libertado.

El Jubileo de los jóvenes se articula en estos tres temas centrales: la alegría la libertad y el amor. Yo quiero decirles, queridos muchachos y muchachas, para ser libres y poder entregar esta libertad a los demás, ser instrumento de esta libertad, sobre todo en el mundo de los jóvenes, son necesarias estas tres cosas: ser testigos del amor, comunicadores de la alegría, profetas, mensajeros de esperanza. Ser testigos del amor… Y, porque Dios es amor, envió en la plenitud de los tiempos a Cristo, que dio su vida por nosotros y porque Dios es amor, envía el espíritu de testimonio, de la fortaleza y del amor a nuestros corazones, para que experimentemos siempre su amor en los momentos fáciles y en los momentos difíciles… Este pequeño mensaje es ser profetas de esperanza.

El mundo está lleno de profetas de calamidad… Pero, sí quisiera decir en esta Basílica de San Pablo, el gran apóstol y predicador de la verdad, que es Cristo muerto y resucitado el que nos señaló el mensaje de Cristo centrado en la Pascua, por consiguiente, en el amor, en la alegría, que vosotros acogierais estas sencillas palabras que hoy las digo también por la nueva misión que se me ha confiado en nombre del Santo Padre. Sois testigos del amor, comunicadores de alegría, profetas de esperanza. Os acompañe siempre María».

La homilía confirmó la predicación de Kiko sobre la libertad y de la sierva de Dios Carmen Hernández sobre la Pascua.

Más tarde, en el texto oficial, recogido en el libro Una fiesta de la Esperanza. Jubileo de Jóvenes en Roma (Ed. Ciudad Nueva. Pontificio Consejo para los Laicos), con el título Puedes hacer algo, recogió las siguientes palabras de la predicación de Kiko:

«He aquí uno de nuestros problemas: no sabemos amar, no podemos amar porque no somos libres… ¡Y porqué no sabemos o amamos el mal? Porque amar significa morir a mi yo, crucificar mi yo, perder mi yo para que se haga TÚ voluntad. Yo muero a mí mismo para hacerte feliz a ti. El problema está en que yo tantas veces no puedo morir a mí mismo, es mi tragedia… Lo más profundo que produce el pecado es destruir el amor en nosotros… ¿Qué significa convertirse? Convertirse no significa que tú en tus fuerzas tienes que dejar de pecar y tienes que volverte al bien. No, porque quizás no puedes. Tú puedes hoy una cosa: no resistirte a la acción de Dios. ‘Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón’… Espero que el Señor me dé fuerzas, y la Virgen María, la humilde de Nazaret, me ayude para que (yo también) pueda dar testimonio de Jesús Nazareno delante de vosotros. De una cosa hermanos estoy convencido: y es que el Señor es el que os ha traído aquí ¡Es el Señor el que os ha traído a esta peregrinación!».

Los jóvenes, junto a sus familias de acogida, paseando por las calles de Roma.

El momento culminante fue el Domingo de Ramos (Domenica delle Palme) en el que se reunieron en la Plaza de San Pedro 350.000 jóvenes de todo el mundo, en palabras del Cardenal Pironio, entonces Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. El entonces Vicepresidente para el Pontificio Consejo para los Laicos, el recientemente fallecido Mons. Paul Josef Cordes, recogió en una reflexión sobre el evento las palabras del Cardenal Carlo Confalonieri, de 91 años, en las que señaló:

«Ni siquiera los romanos más ancianos vieron jamás una cosa semejante».

Esa tarde Kiko, Carmen y el P. Mario convocaron a los jóvenes del Camino a una reunión en el Palazzio dello Sport para prepararnos a la Eucaristía con el Papa el Domingo de Ramos. Kiko comenzó hablando sobre la Pascua que viene, cantó un trozo del hermoso Pregón Pascual por él mismo musicado, ensayó cantos para la Pascua… y abrió un Evangelio al azar, práctica habitual en San Francisco de Asís y San Agustín, saliendo Lc. 8, 45- 9, 6, tras lo cual dio una maravillosa catequesis sobre el sentido del personaje de la hemorroísa en esa peregrinación: en la peregrinación muchos estaban apretando al Señor, pero sólo acercándose con humildad y fe serían sanados sus dolencias. Después cogió una palma y nos habló de su significado, columna vertebral del cristiano como la raspa de los peces, símbolo de la Cruz, palma del testimonio, del martirio…

Para muchos aquella predicación que escucharon fue la primera vez que oían hablar a Kiko, y lo dicho se grabó en sus corazones para siempre de un modo imborrable: verdaderamente Cristo se hacía presente y hacía arder los corazones. Se llevó a cabo la prometida llamada vocacional a los jóvenes presentes que se ofrecieron con el gesto de ponerse de pie. Como no se veían bien les hizo bajar al estrado… 400 jóvenes ofrecieron su vida a la iglesia: conozco a algunos de ellos que hoy son presbíteros. Quedaba así instituida la llamada vocacional que siempre se lleva a cabo en las jornadas mundiales de la juventud, y que en la última Lisboa supuso el ofrecimiento de casi 4000 jóvenes, chicos y chicas, para servir a la Iglesia en la evangelización, presbiterado, conventos…

A la semana siguiente, el Domingo de Pascua, 22 de abril de 1984, Juan Pablo II entregó a los jóvenes la Cruz de los Jóvenes como símbolo del «amor del Señor Jesús por la humanidad y como anuncio que sólo en Cristo muerto y resucitado está la salvación y la redención».​

En esta ocasión se renovó la cita para una reunión con los jóvenes el Domingo de Ramos siguiente, 31 de marzo de 1985, el año en que la ONU celebraba el Año Internacional de la Juventud. Y después vino el Encuentro mundial de jóvenes con motivo del Año Internacional de la Juventud 1985, también en Roma, el 31 de marzo, donde anunció la institución de la Jornada Mundial de la Juventud, convocando la primera el 20 de diciembre de 1985 con el lema «Siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1Pt 3,15). 

Disponiéndonos a iniciar la procesión de ramos, con las palmas que llevamos desde España.

Hubo tantos y tantos detalles de amor del Señor para los asistentes… sólo otro imborrable: en la Plaza de San Pedro san Juan Pablo II presentó a la Madre Teresa de Calcuta diciendo: «¿Queréis ver a una mujer joven? ¡Miradla!«. La acogida que dispensaron las familias de Roma en su casa sin conocer de nada a los peregrinos durante todos estos días es sin duda un memorial de amor y redención todavía hoy en muchos corazones y está escrita en el cielo con toda seguridad. Todavía guardo como oro en paño la humildísima mochila del peregrino, el pase universal y el libro de las inolvidables liturgias celebradas.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»