15/11/2024

Así regresaron los monjes, 700 años después, a la abadía trapense más septentrional del mundo

Después de más de 700 años, los trapenses regresaron a Munkeby, en Noruega. Un país que hoy se encuentra entre las naciones menos religiosas del mundo, pero cuyas abadías y monasterios destruidos por la Reforma Protestante siguen dando testimonio de la rica historia católica del país. El portal National Catholic Register ha contado la historia de ese lugar y de la consagración de su nuevo templo.

Las ruinas de la abadía de Munkeby están ubicadas a poco más de 100 kilómetros al norte del Santuario de San Olav en Trondheim, el lugar de descanso de los restos de San Olav, el patrón de Noruega. Noruega tiene unos 150.000 católicos, un 3% de la población, que son un «mix» de inmigrantes, conversos y profesionales de alto nivel. Un ejemplo de converso es el último Premio Nobel de Literatura, Jon Olav Fosse (así contó ReL su historia).

Remoto y descristianizado

«No tenemos ningún relato detallado de lo que ocurrió en Munkeby», dice Erik Varden, trapense y obispo de Trondheim en Noruega. «Lo que sabemos con certeza es que los monjes cistercienses vivieron allí el tiempo suficiente para establecer un monasterio, pero no lo suficiente como para que quede registrado en las crónicas de la orden». Los trapenses son una rama reformada de la orden cisterciense que se estableció en el siglo XVII. 

Según los registros históricos, la abadía de Munkeby se fundó entre 1150 y 1180, cuando la cristianización de Noruega estaba a punto de completarse. Al igual que las abadías cistercienses de Lyse y Hovedøya, que fueron fundadas por monjes ingleses de Fountains Abbey y Kirkstead Abbey respectivamente, se cree que Munkeby Abbey fue parte de los esfuerzos evangelizadores de la Inglaterra católica.

Los monjes de la Abadía abandonada durante 700 años (foto: National Catholic Register).

«Si bien Suecia fue evangelizada principalmente por Alemania y Francia, sabemos que la cristiandad llegó a Noruega desde Inglaterra e Irlanda«, explicó Varden. «Lo que probablemente sucedió en Munkeby es que los monjes ingleses de la Abadía de Lyse viajaron a Trondheim, como peregrinos para rezar ante la tumba de San Olav, y decidieron fundar otra abadía cerca». El Camino de San Olav es la versión nórdica del Camino de Santiago.

La Abadía de Munkeby se convirtió entonces en la fundación cisterciense más septentrional del mundo. Sin embargo, los monjes no permanecieron allí por mucho tiempo y se cree que se trasladaron a unos 40 kilómetros al sur, a Tautra, escapando de las duras condiciones climáticas. La abadía de Tautra se hizo rica y poderosa hasta la Reforma, cuando fue destruida, junto con muchas otras. 

En 1999, más de 500 años después de la disolución de esa abadía, las monjas trapenses de la Abadía de Nuestra Señora del Mississippi en Iowa (EE.UU) decidieron iniciar una fundación filial cerca de las ruinas de la Abadía de Tautra. La primera piedra del primer asentamiento cisterciense permanente en Noruega desde la Reforma fue colocada por la reina Sonia de Noruega el 23 de mayo de 2003.

El interior de la capilla de la Abadía de Munkeby durante su reciente consagración (foto: National Catholic Register).

De manera similar, la Abadía Trapense de Cîteaux en Francia, la casa original de la Orden Cisterciense, decidió en 2007 establecer un nuevo monasterio trapense en Munkeby, cerca de las ruinas de la antigua abadía, lo que la convierte en la primera fundación nueva que surge directamente de la primera casa de la orden en 500 años.

En 2009, la abadía francesa envió a los primeros cuatro monjes a Munkeby, incluidos sus dos hermanos más jóvenes y recientemente profesos. Si bien el nuevo monasterio no pudo reconstruirse sobre las ruinas de la antigua abadía por razones prácticas y de preservación histórica, los monjes encontraron rápidamente un lugar adecuado a poca distancia de ellas.

«La primera vez que lo vi pensé que se trataba de un lugar típico cisterciense», describió el padre Joël. «Todo el lugar es un pequeño santuario. Mayoritariamente deshabitado y tranquilo, con mucho silencio y un entorno precioso».

Los nombres de zonas que alguna vez albergaron monasterios también han sobrevivido a lo largo del tiempo en Noruega: Munkedal , «el valle de los monjes»; Munkholmen , «el islote de los monjes»; o Munkeberg , «la montaña de los monjes».

Los nuevos edificios de la Abadía de Munkeby (foto: National Catholic Register).

«Aunque la gente haya olvidado de dónde vienen los nombres», dijo el padre Joël, «los nombres han permanecido. La gente sabía que aquí hubo una vez monjes. Y, debido al nombre Munkeby, que significa «el pueblo de los monjes», cuando llegamos en 2009, mucha gente lo llamó «el regreso de los monjes».

Gracias a las generosas donaciones de amigos de la Abadía de Cîteaux, se pudo iniciar la construcción del monasterio de Munkeby. La ayuda de Bonifatiuswerk, una organización benéfica católica de Alemania, también resultó fundamental, señaló el padre Joël. Fundada hace 175 años en Ratisbona, Bonifatiuswerk apoya a los católicos en países y zonas donde son minoría, especialmente en zonas mayoritariamente protestantes, para transmitir la fe que San Bonifacio llevó a Alemania.

Se trata de la abadía cisterciense más septentrional del mundo. 

Además de apoyar financieramente al clero del norte de Europa, la organización también apoya proyectos que incluyen la construcción y el mantenimiento de iglesias y monasterios en Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia y los países bálticos. 

Las profundas raíces católicas del lugar apuntan a una herencia que no se pueden borrar. «El obispo Bernt Eidsvig de Oslo suele referirse a esta región como la Noruega Sacra«, comentó el obispo Varden. De hecho, no se debe pasar por alto la proximidad del santuario de San Olav, de gran importancia tanto para Noruega como para otros países nórdicos y del norte de Europa.

El obispo Varden consagró la nueva iglesia de la abadía (foto: National Catholic Register).

Se cuenta que un ciego recuperó la vista después de frotarse los ojos con las manos manchadas con la sangre del rey Olav. «Aquí una vez vivió y murió un hombre de carne y hueso, y su cadáver se convirtió, de manera paradójica y manera maravillosa, en fuente de vida«, comentó el obispo Varden, afirmando que San Olav, tal como lo era hace más de 1.000 años, sigue siendo fuente de vida y fe hoy.

«La liturgia de la consagración de una iglesia es también pedagógica. A través de textos y símbolos la Iglesia, nuestra Madre, nos deja ver qué es realmente una iglesia. Los símbolos visibles y gestos concretos, como el exorcismo de la iglesia, la bendición de los fieles con agua bendita y la unción del altar y las paredes de la iglesia, nos recuerdan una realidad», destacó el obispo Varden en su homilía durante la consagración de la iglesia del monasterio de Munkeby Mariakloster el pasado diciembre.

Dando muchos frutos

En contraste con las fugaces horas de sol del invierno noruego, el nuevo monasterio brilla ahora perpetuamente como un faro de esperanza y un signo de fe en un país caracterizado por una fuerte secularización y una creciente irreligiosidad.

Varios jóvenes ya han venido a visitar a los monjes para discernir con ellos la vida religiosa, y otros, «especialmente los ancianos, han cambiado su visión sobre la Iglesia católica». Los lugareños también se han acercado para pedirles oraciones, buscar refugio en momentos de necesidad o simplemente decirles que «les gusta el sonido de las campanas durante el día».

Puedes ver aquí un vídeo sobre el ritmo de vida que llevan los monjes.

Frøydis y Louis de Damas conocen a los monjes de Munkeby Mariakloster desde hace 10 años, «nuestro viaje hacia una fe católica comenzó con ellos». La pareja explicó que es importante para ellos y sus tres hijos pequeños tener relación con los monjes, ya sea pidiéndoles oraciones, asistir a misa con ellos, rezar la Liturgia de las Horas o simplemente tener buenas conversaciones.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»