En la madrugada del 5 al 6 de febrero de 2023, un violento terremoto de magnitud 7,5 asoló el sureste de Turquía y el noroeste de Siria. Le siguieron otros seísmos de gran magnitud en los días siguientes, que causaron la muerte de un total de casi 60.000 personas, la peor catástrofe que ha devastado la región desde el terremoto de Izmit en 1999.
En Siria, país desolado por trece años de guerra, 6.000 personas han perdido la vida. Un año después, el miedo a nuevos temblores sigue atormentando a los habitantes de las regiones afectadas, marcados ya por la violencia de la guerra y ahora enfrentados a una crisis económica sin precedentes que hunde a la población en la pobreza.
Sin prácticamente ayudas
A esto se añade el hecho de que la ayuda alimentaria del Programa de las Naciones Unidas para la Alimentación (PMA), que servía para alimentar a cerca de 5,6 millones de sirios, se ha interrumpido desde el 1 de enero de 2024.
En una entrevista concedida a Vatican News, el hermano marista Georges Sabé cuenta que a diario ve edificios que son peligrosos, sin embargo, si uno de los pisos no ha sido totalmente destruido, suele estar habitado. «Se supone que la gente no puede vivir allí. Pero hay personas que, por pobreza, por miseria, por el hecho de que era su antiguo hogar, deciden vivir allí«.
«Ha habido desplazamientos de la población, entre 500 y 600 familias han tenido que cambiar de lugar de residencia. La ciudad aún no está lista para ser reconstruida. Lo peor de todo esto es el miedo. Hay personas que llevan tiempo durmiendo con la ropa puesta porque temían que volviera a ocurrir. Hay niños que, hasta ahora, han tenido dificultades para separarse de sus padres, tanto por la noche como durante el día», asegura.
«Últimamente, nos hemos olvidado del terremoto porque estamos sufriendo un terrible ‘terremoto económico’ Seguimos bajo sanciones internacionales. Estas sanciones, aunque dicen no afectar a la población, se reflejan en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, estamos en pleno invierno y sólo tenemos dos horas de electricidad al día. Esto significa que buscamos constantemente formas de calentar nuestros hogares», añade.
En el momento del terremoto, recibieron ayuda de varias ONG y organizaciones internacionales. La ayuda que llegó fue muy limitada y desde entonces ha cesado. Desde el 1 de enero de 2024, la agencia de ayuda alimentaria de la ONU, el PMA (Programa Mundial de Alimentos) ha detenido toda ayuda a Siria. El argumento es que hay otros lugares donde intervenir.
«No somos mendigos, pero hemos sufrido tantas dificultades, tantos problemas, tantas desgracias que la ayuda de la humanidad debe ayudarnos a recuperarnos, no reducirnos a mendigos«, comenta el hermano.
«Nuestra fe nos ayuda a seguir adelante. El Señor ha prometido no olvidarnos, ni siquiera en medio de la tempestad, como a los discípulos que les sorprendió la tormenta en alta mar. El Señor parece estar dormido, pero está ahí para tranquilizar nuestros corazones y calmar nuestras mentes», concluye.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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