La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha presidido este jueves la presentación de la Navidad madrileña y con ella el tradicional belén de la Casa de Correos de la Puerta del Sol.
Un belén que este año será el más grande construido hasta el momento en Madrid, con 400 figuras que se elevan sobre una plataforma de 280 metros cuadrados. Pretende ser un homenaje al que se considera el primer belén de la historia, levantado por San Francisco de Asís , hace 800 años en Greccio (Italia) en la noche de Navidad de 1223.
La presidenta de la Comunidad de Madrid comenzó su discurso (puedes leerlo aquí) deseando que este belén, en su vigesimoprimera edición, ayude a vivir «el verdadero sentido de la Navidad«.
Pero según Ayuso, la Navidad no solo se encuentra en las pacíficas escenas del nacimiento, sino también en otras «terribles», como es «la matanza de los santos inocentes, los más pequeños».
Hoy, como entonces, surge la pregunta del «por qué del mal» y Díaz Ayuso invitó a buscar la respuesta «en el Niño Dios».
«Nuestras raíces católicas, universales, nos recuerdan que los hombres nacemos, ante todo, libres. Esa es la clave de la civilización cristiana: el hombre es libre hasta para decirle a Dios que no«, expresó.
Sin embargo, recordó como también ahí se encuentra la «esperanza», ya que «si somos libres para hacer lo peor, también lo somos para hacer lo mejor, para hacer el bien e, incluso, ser héroes. El Niño Dios que nace en Belén nos hizo la promesa de libertad que trae la cultura cristiana, la más profunda de la Historia».
Cristo, «un antes y un después en la historia»
Jesús, reiteró, «trae un mensaje de esperanza y confianza» que, «incluso en medio de los actos más atroces» fue no solo «revolucionario», sino también «un antes y un después en la historia de la humanidad: `Amaos los unos a los otros´».
La presidenta lamentó la dificultad y complicación de los momentos actuales, ante lo que pidió «no perder nunca la fe y la esperanza» en el «milagro de la vida».
«Todos somos únicos e insustituibles. Y no estamos solos: el humanismo cristiano sostiene que todos somos responsables los unos de los otros, y por eso nos protegemos, cuidamos y no dejamos a nadie atrás», agregó antes de enumerar lo que simboliza el nacimiento: «Esperanza y confianza, respeto por la vida, compromiso de cuidarnos unos a otros».
La presidenta destacó como la «perspectiva cristiana» hace «ser consciente de que nada de lo que les ocurra a otros hombres es ajeno». Por el contrario, invita a «cultivar el amor propio y el amor por el prójimo, que es el próximo«, pero también «deja la promesa de la resurrección, de que la muerte no es el final».
«Jesús no nace contra nadie: nace para todos»
En cada nacimiento, agregó, se recuerda «el comienzo de Occidente» que seguirá siéndolo mientras esté «al servicio de la vida, de la libertad y la dignidad humana». De no hacerlo, «dejará de serlo».
La presidenta de la Comunidad de Madrid invitó a no perder «la alegría ni la confianza». Tampoco «la entrega, la caridad, el perdón, la tolerancia. Servir y amar, la verdad, el cariño por las cosas bien hechas o dejar en herencia un mundo mejor a los que están por venir».
Tras recordar a «quienes están solos, quienes sufren una enfermedad» o a «todos los cristianos perseguidos«, la presidenta concluyó felicitando la navidad y remarcando que «Jesús no nació contra nadie: nació y nace para todos, para traer a todos la luz del amor y de la verdad. El amor que nos hace dignos; la verdad que nos hace libres».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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