En la Cruz de Cristo Dios dice al mundo hasta dónde llega su amor, hasta entregar a su Hijo por nosotros. En la propia Cruz, Jesucristo expresa su amor al Padre en obediencia y sacrificio hasta el extremo. Todas nuestras desobediencias quedan saldadas con creces por la obediencia del Hijo crucificado. El pecado que ha introducido una ruptura del hombre con Dios queda curado por una sobredosis de amor de Jesús al Padre y a los hombres.
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