15/11/2024

C.S. Lewis, gran antídoto contra el venenoso pensamiento débil de Vattimo, dicen Borges y Ormazabal

C.S. Lewis (1898-1963) murió antes de que Gianni Vattimo (1936-2023) escribiese sus obras más célebres. Sin embargo, la obra del escritor inglés es el antídoto perfecto contra el veneno letal inoculado por el filósofo italiano en el pensamiento dominante, no sin razón autodenominado ‘débil’: el que está configurando una posmodernidad basada en la irracionalidad, el nihilismo y el relativismo.

Contraponer ambos autores es un inteligente ejercicio de crítica cultural al que han consagrado Julio Borges Junyent y Javier Ormazabal Echeverría un libro profundo, sorprendente y muy útil para comprender la ideología dominante y para contrarrestarla: La posmodernidad en jaque. Un debate entre C.S. Lewis y Gianni Vattimo (LibrosLibres). 

-¿Por qué eligieron a C.S. Lewis como antídoto para el veneno del ‘pensamiento débil’?

-Bueno, de algún modo, la elección de Lewis tiene sentido incluso desde su propio punto de vista. Lewis habló del “camino del Tao» para referirse al conjunto de valores objetivos compartidos por todas las culturas. En su libro La abolición del hombre, hace toda una recopilación de máximas morales que demuestran la universalidad de ciertos valores en todo tiempo, en toda cultura y en todo lugar desarmando el subjetivismo o relativismo radical de nuestra época. A ese conjunto de valores lo llama “camino del Tao”, para dejar claro que no está hablando de algo particularmente perteneciente a la cultura occidental, sino de algo universal.

Julio Borges, a la izquierda, es doctor en Filosofía por la Universidad Santo Tomás, y tiene Maestría en Políticas Públicas en la Universidad de Oxford y Maestría en Filosofía Política en el Boston College; fue presidente del parlamento de Venezuela (2017). Javier Ormazabal es graduado en Filosofía y Literatura por la Universidad de Navarra y maestrando en Filología Antigua por el Instituto Polis de Jerusalén y en Educación Secundaria por la UNIR.

»De un modo similar, nosotros podríamos haber recurrido a un autor católico, pero esto se trata de un debate universal: creemos que la posmodernidad hace un cortocircuito con la fe católica pero también con cualquier forma de civilización, porque va en contra de la propia persona más allá de religiones concretas. Esto, podríamos decir, es una razón secundaria, pero interesante. Lo principal es que Lewis escribió La abolición del hombre, que es un ensayo absolutamente visionario que supo describir la posmodernidad mucho antes de su aparición.

-Y anticipó la contrarréplica…

-De hecho, Vattimo es perfectamente clasificable bajo el grupo de “innovadores” de los que habla Lewis en el texto como aquellos que pretenden crear de cero una nueva ética y un nuevo tipo de ser humano. Lewis demuestra ser, además, un pleno renovador de los clásicos, de modo que no hay mejor remedio contra “innovaciones” y experimentos modernos o posmodernos. Al final, Lewis representa todo un compendio del sentido común que se puede interponer entre una sociedad viciada y la consecución de todas sus intenciones. 

-¿Qué es la neurosis en el contexto de la filosofía de Vattimo? Toda su filosofía parece orientada a evitarla… 

-Cuando Vattimo habla de neurosis, se refiere a un estado en el que el hombre se halla sumido en un sueño ideológico. Podríamos llamarlo alienación, porque lo que le falta al neurótico vattimiano es emanciparse, tomar conciencia de que las narrativas que toma como ciertas no lo son: por ejemplo, luchar por algo llamado verdad, creer que Cristo es Dios o incluso defender una teoría científica no son más que fábulas en un mundo de fábulas. El neurótico sería entonces alguien impotente, un siervo ciego al servicio del poder de quien ha conseguido imponerse sobre él desde la metafísica, la religión o el sistema económico.

»Para Vattimo, todo relato con pretensión de verdad es impositivo porque lo “verdadero” no es más que un instrumento de poder: la objetividad no existe, sólo es una excusa con la que justificar el dogmatismo y la violencia. Por eso, Vattimo propone el “ultra-hombre” (que vendría a ser como el superhombre nietzscheano 2.0, el verdadero hombre libre) que supera ese estado de neurosis aceptando que todo son relatos, fábulas bajo las que nos entendemos a nosotros mismos.

»Para Vattimo, eres libre si eres capaz de entender que los relatos que usas para dar sentido a tu vida no son “ciertos” u “objetivos”, sino opciones dentro de un vasto océano de relatos válidos. Por eso cree que el nihilista posmoderno puede superar la ilusión objetivista y emanciparse, porque ya no cree en la verdad de las cosas.

-Algunos psiquiatras relacionan el auge actual de las enfermedades psiquiátricas con la ruptura con la realidad que implica el pensamiento débil de la postmodernidad…

-Obviamente, Lewis, igual que cualquier psiquiatra mínimamente sensato, vincularía la neurosis más con la ignorancia de la realidad. Neurótico es quien actúa y piensa independientemente de cómo las cosas son en realidad, y de esa ceguera surgen sus problemas y sus esclavitudes.

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-¿Cómo es que Vattimo no vio esto?

-¿Vattimo no veía esto? Al menos lo rechazaba de lleno, porque negaba cosas tan básicas como la verdad, la realidad, la objetividad, etc. Él se queda con el “no hay hechos, sólo interpretaciones” de Nietzsche y, consecuentemente, lo lleva hasta el punto de plantear que toda interpretación y toda visión de la vida es válida mientras no se imponga sobre otros.

-¿Qué papel juega el «relato» en la manipulación de masas contemporánea? 

-El relato es, en principio, una narrativa, un cuento, que puede ser una ideología, una costumbre cultural, una religión o, en general, una cosmovisión; desde la perspectiva de Vattimo, los seres humanos somos meros relatos, somos un amasijo de narrativas, cuentos y fábulas que asumimos como quien se pone un traje encima de acuerdo a cómo interpreta cada uno la existencia.

»Como hemos venido diciendo, Vattimo no cree que un relato sea de suyo ni bueno ni malo, sino bueno o malo para cada uno. Cada uno elige los relatos bajo los que interpretarse a sí mismo dependiendo de sus circunstancias, según lo que le convenga; lo importante para Vattimo es que sepa que es un relato más entre tantos otros, y nada más. Pero claro, luego la práctica muestra lo impositivas que son estas ideologías posmodernas.

-¿Impositivas, a pesar de que proclaman la libertad?

-Esto es algo que Vattimo no supo ver y una de las mayores ingenuidades de los filósofos posmodernos, porque la libertad se plantea como si fuésemos torres de marfil, individuos atomizados a los que no hay que obstaculizar (ese sería el lema “mi libertad acaba donde comienza la tuya”). En primer lugar, esta visión de la libertad es tremendamente pobre, porque en el fondo no tiene siquiera la esperanza de que las relaciones humanas nos enriquezcan o de que el amor nos haga mejores.

-¿Qué diría Lewis de esto? Su planteamiento es el contrario…

-Lewis diría que la libertad se hace más fuerte en la unión con el otro, que no soy más libre cuanto más sigo mis apetencias sino cuanto más capaz soy de amar. La libertad posmoderna destruye el amor, porque ni siquiera justificaría que un amigo me “obstaculizase» si yo empezara, por ejemplo, a drogarme. Pero es que, además, el individuo atomizado posmoderno es una fantasía. Nuestra naturaleza herida nos hace querer seguir nuestro propio camino y poner nuestros intereses por encima de los demás, pero nuestras apetencias nunca son espontáneas, y nuestros relatos no son del todo únicos y personales.

-¿En qué sentido nuestras apetencias no son espontáneas?

-Como animales sociales que somos, tenemos que compartir unos valores para poder ser realmente humanos, para formar parte del grupo. Esto implica dos cosas: primero, que los deseos que podemos estar siguiendo caprichosamente pueden haber sido marcados por agentes externos (pensemos, por ejemplo, en las modas creadas por las grandes empresas y por todo tipo de tendencias diseñadas por campañas de marketing para incentivar el consumo); segundo, que como sociedad siempre compartimos un relato base. Como hemos desechado los valores tradicionales, su puesto ha sido ocupado por pseudovalores creados por los poderosos, gente que ya no tiene que regirse por ningún estándar objetivo o universal. En ese sentido, efectivamente, el relato llega a ser mucho más que la inocente elección personal que plantea Vattimo: se convierte en el relato, la forma hegemónica de pensar y actuar, la única que escapa a la censura y la reprobación.

-¿En qué se diferencia esta idea del ‘relato’ de otras formas anteriores de manipulación del discurso público, como la propaganda, el adoctrinamiento, etc.?

-El relato asume los roles de la propaganda y el adoctrinamiento, pero de una manera mucho más velada y sibilina: ya no es una intervención directa y visible de un poder dictatorial sobre lo disidente, sino una cosmovisión general igualmente totalitaria, enraizada en todas las instituciones y rincones de la vida social y personal, bajo el disfraz de la tolerancia, la libertad, el respeto mutuo y la diversidad. 

-¿Vattimo se confesaba católico? 

-Vattimo se confesaba católico, sí. Sin embargo, el ser católico para Vattimo no significa creer en Dios, ni creer que Cristo es Dios. A muchos lectores esto les parecerá absurdo, pero pensemos un momento, ¿no es acaso esta postura de Vattimo muy parecida a la de un número importante y quizá mayoritario de cristianos? Vattimo expresa un signo de los tiempos donde existe un “cristianismo cultural” que se vive no como fe sino como costumbre. Es simplemente una narrativa más; la vivo y me la apropio hasta donde yo quiera y como yo quiera. Es un traje a la medida, no un compromiso que se deriva de la fe en un Dios personal que me revela la verdad del mundo.

-¿Puede rastrearse una influencia de Vattimo en corrientes como el camino sinodal alemán?

-En la práctica, nosotros pensamos que sí hay una relación, una semejanza entre el camino sinodal alemán y el pensamiento débil de Vattimo. Ambas visiones, la de Vattimo y la del sínodo alemán, provienen de la inercia de lo que en siglo XIX y siglo XX se ha llamado la “teología liberal” de origen protestante, así como “teología de la liberación” en Hispanoamérica comuna influencia marxista.

»La “teología liberal”, en términos amplios, implica una apertura de la teología a múltiples interpretaciones, más allá de la revelación y la razón, a la cultura, la ciencia y la experiencia subjetiva de la fe. En esa medida, todo pasa por la libertad de cómo tú quieras interpretar el cristianismo. Se trata de un giro copernicano: la Iglesia no es depósito de la verdad, sino que el sujeto construye, arma, interpreta su verdad de acuerdo a su entendimiento y necesidad. Es una religión portátil, subjetiva y fraccionada.

-¿Qué teólogos influyeron sobre Vattimo? ¿Karl Barth?

-En cuanto a la influencia de Barth, es interesante señalar que no fue Vattimo, sino Lewis quien explícitamente combate a Barth y acuña el término “Barthianismo” para denunciar una teología divorciada de la razón y que abre las puertas a una visión de un Dios voluntarista, incomprensible y antojado como antídoto equivocado frente al nazismo. Es algo que explicamos en el libro. 

Karl Barth (1886-1968) fue uno de los grandes teólogos protestantes del siglo XX, cuyo ámbito de influencia alcanzó también a la Iglesia católica.

-Antes mencionaron que el ‘relato’ es totalitario y censor. ¿Por qué -aparentemente contra pronóstico- el «pensamiento débil» es esencialmente perseguidor?

-Esta pregunta encapsula la tesis central del libro. Lo que Vattimo y otros posmodernos más temen es precisamente la censura y la persecución, lo que algunos llamarían violencia metafísica y dogmatismo. Parten de una lectura de la modernidad que Lewis comparte en esencia: las ideologías modernas han resultado deshumanizadoras, y bajo sus relatos se han acabado escondiendo intereses particulares de gente con poder para manipular. Ahí va un esquema de diagnóstico, y ahora la cuestión es dónde está la cura.

»Vattimo cree que el mayor peligro está en conceptos como la verdad, la objetividad, la realidad, porque si nos creemos respaldados por algo tan firme, trascendente y universal, podemos justificar nuestra imposición sobre los demás. Por eso la cura sería, para él, el pensamiento débil, la debilitación de esos principios sólidos que acaban amparando la violencia.

-¿Como se responde desde Lewis a este planteamiento?

-Lewis, con una capacidad de análisis humano y social brutal, advierte que ésta es una tentación del hombre, y que siempre acaba en tragedia. El realismo de Lewis aquí consiste en saber que no podemos vivir sin valores, y de que si debilitamos los valores objetivos (la ley natural inscrita en nuestros corazones y manifestada en todas las culturas a lo largo de la historia) éstos serán sustituidos por unos pseudovalores nuevos. En el fondo, Lewis nos está diciendo que el pensamiento débil es el verdadero responsable del totalitarismo, porque acaba permitiendo que los más poderosos y menos escrupulosos impongan los valores que más les convienen sobre los vulnerables.

»Además, si lo hacen de manera inteligente, los poderosos sabrán imponer una visión del mundo bajo la apariencia de libertad, de que nosotros mismos escogemos nuestro camino, y sabrán hacer que sea el propio pueblo el que silencie al disidente de manera convencida y espontánea: este sería el totalitarismo definitivo.

-El 24 de abril de 2015, Hillary Clinton dijo que “los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y los prejuicios estructurales deben ser cambiados”. ¿Es el ‘pensamiento débil’ la religión de las élites globalistas y la única que están dispuestos a tolerar?

-Es una muy buena pregunta. Veamos, Vattimo busca como fin último desmantelar lo que él cree que causa la violencia en el mundo: la religión, el capitalismo y la metafísica. Por ello defiende un “pensamiento débil” que reduce a la persona a vivir sin verdad. Vivir se reduce a soñar sabiendo que se sueña, vivir es evitar la neurosis, la ansiedad. Todo eso suena bien a nuestro mundo.

El 23 de abril de 2015, Hillary Clinton se dirigió en Nueva York a la cumbre Women in the World defendiendo el aborto (bajo la denominación ‘salud reproductiva’) con una frase que se viralizó porque abogaba por una utilización del poder político para cambiar las convicciones que le son contrarias, en particular las religiosas: «Nuestras leyes no sirven para mucho si no son aplicadas. Los derechos tienen que existir en la práctica, no solo sobre el papel. Las leyes deben ser respaldadas con recursos y con voluntad política, y los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y los prejuicios estructurales deben ser cambiados» (minuto 8:38).

»Sin embargo, al llevarlo a la realidad te encuentras que esa supuesta libertad, ese subjetivismo radical liberador acaba abriendo la puerta al totalitarismo encarnado, por ejemplo, en esa frase de Hillary Clinton. Se trata, en definitiva, en términos de Lewis, de unos “innovadores” que creen descubrir una nueva moral o una nueva libertad, pero terminan convirtiéndose, en términos de Lewis, en unos “controladores” que deshumanizan el mundo sometiéndolo por el placer tipo Un mundo feliz de Huxley o por el dolor tipo 1984 de Orwell.

»Lo que más queremos transmitir y sobre lo que queremos reflexionar en el libro es que, lo que hoy en día se nos vende 1000 veces al día como libertad en diferentes presentaciones, esconde detrás formas muy crueles y sutiles de sometimiento. Al final, lo que expresa Hillary Clinton es que desarmemos la conciencia humana, la libertad y la dignidad, porque no es útil para el poder.

-Vattimo participó en eso no solo como teórico, también en la práctica…

-Algo que no debemos perder de vista es que Vattimo es un filósofo, cierto, pero también hizo vida política, no solo como europarlamentario, sino como apologeta e ideólogo de agendas de izquierda como Lula, Kirchner, Chávez, Castro, Morales, a los cuales presentaba como modelos a seguir en Europa. Viajó muchas veces a diferentes países a propagar su perspectiva filosófica, que es en realidad una agenda política.

-Buena parte de las «aplicaciones prácticas» del libro tienen que ver con la comunicación y la educación. ¿Es ése el campo donde se está librando la batalla decisiva?

-Vattimo, aunque renuncia al partido comunista luego de la caída del muro de Berlín, creía firmemente en la necesidad de reinterpretar el marxismo a la luz del su “pensamiento débil” para llevar esa discusión al campo de batalla de la cultura y la educación, tal y como señalaron Gramsci, Laclau y Mouffe entre otros. Es lo que vivimos hoy en todos los rincones de la vida y la conversación pública. Ahora bien, es importante subrayar: frente a un embate ideológico, disfrazado de filosofía, en el caso de Vattimo y de tantos otros, la solución no es anteponer otra ideología de signo contrario. No es poner a varios fundamentalismos a darse cabezazos unos contra otros.

-¿Qué hacer, entonces?

-Allí es donde Lewis juega un papel por encima de las guerras ideológicas: se trata de rescatar y actualizar el pensamiento clásico y el sentido común. Es lo que queremos explicar a través de la noción de “Tao” que usa Lewis en su libro La abolición del hombre para expresar unos valores, una verdad, un modo bueno de vivir la vida que ha estado presente en todas las culturas, en todos los tiempos y en todo el mundo. Es decir, el “Tao” de Lewis es el antídoto contra el veneno del “pensamiento débil” de Vattimo.

-¿Y dónde y cuándo se administra ese antídoto?

-Lewis apela a Platón y Aristóteles en esta materia; el papel de la educación es formar para la plenitud de la vida y esto comienza por una educación de las emociones en el niño, amar lo bello, amar lo bueno, amar la verdad. Suena obvio y simple, pero encierra el secreto más hondo de la existencia que se da cotidianamente y en cosas pequeñas como una lectura, un paseo, una pelea o el deporte. Ese entrenamiento en lo bello, lo bueno y lo verdadero va fraguando hasta que el joven pasa a tener una razón que no es una computadora, sino que está unida a emociones y sentimientos que no son tampoco subjetivismo radical (yo siento, yo quiero, yo creo) sino la maravillosa mezcla de experimentar subjetivamente una realidad objetiva.

»Lewis, siguiendo a Platón, lo explica muy sencillamente: los seres humanos tenemos tres partes que deben funcionar como una sola: la cabeza, el corazón y el vientre. Por la cabeza solo seriamos calculadoras, por el vientre solo seriamos animales; es la bisagra del corazón y las emociones entrenadas las que hacen que la cabeza y el vientre tenga respuestas apropiadas a la realidad.

»Lewis, que combatió en la primera guerra mundial, lo dice de modo extraordinario: no son unos silogismos racionales los que te hacen combatir en pleno campo de batalla. Somos razón y emoción, la mejor educación es la que conduce a la razón y la emoción a apreciar lo bello, lo bueno y lo verdadero. Es lo que todo padre y madre hacen instintivamente, sean de la ideología que sean. 

-En otra perspectiva: ¿es la Encarnación por sí misma un desmentido al pensamiento débil? 

-Una de las influencias más importantes que tuvo Vattimo en el tema religioso proviene del pensador René Girard, con quien tuvo muchos intercambios. Girard es conocido por su tesis de imitación, según la cual los seres humanos van imitándose unos a otros y terminan de resolver sus conflictos a través de un chivo expiatorio. Para Vattimo la figura de Cristo es de algún modo ese “chivo expiatorio”. Adicionalmente, la encarnación de Cristo no es sino otra manifestación de un Ser (en el sentido metafísico) que al hacerse hombre se va debilitando, se va disminuyendo.

»Es decir, la interpretación, la hermenéutica de Vattimo de la figura de Cristo es la constatación de que la noción de Dios, de Ser, se va debilitando. Recordemos que para Vattimo la historia de Cristo es eso solamente, una historia, un relato, una fábula que nos apropiamos e interpretamos libremente para vivir sin neurosis. Es mi cuento, mi rollo, mi modo de ver.

»Vattimo aboga por una realidad sin violencia, y por eso promueve un sentido débil de la religión, no dogmático, no rígido, pues espera que de ese modo se pueda evitar el fundamentalismo religioso que ha llevado a terrorismos, guerras y violencia. Lo que sucede es que esta visión ignora que la violencia no está en la metafísica o en la religión sino en la naturaleza humana que puede apelar a la violencia por la religión o contra la religión, por la metafísica o contra la metafísica.

-Es la perspectiva realista de Lewis…

-C. S. Lewis recorre el camino al revés que Vattimo, de ser un ateo materialista a convertirse en cristiano apologeta. Creemos que una frase de Lewis resume el papel que le otorga a la religión y a Dios: creo en el cristianismo como creo que el sol ha salido. No porque lo vea sino porque gracias a eso puedo ver todo lo demás.

-¿Qué obras de Lewis es imprescindible leer para prevenir el pensamiento débil o desintoxicarse de él?

-Bromeando, Lewis decía que un joven debe tener cuidado con sus lecturas si quiere seguir siendo ateo. Lo decía por el efecto que causó en él Chesterton y su libro El hombre eterno. En este sentido hay dos libros en particular de Lewis que son una gran introducción. El primero de ellos es Mero Cristianismo. Se trata de un libro basado en las charlas que la BBC (¡qué diferencia con la BBC actual!) le pidió a Lewis en la segunda guerra mundial para subir la moral y el sentido vital de los ingleses en medio del infierno de la guerra. Se trata de una lectura muy sencilla, pero muy profunda de la vida, la fe y la ética. En segundo lugar, La abolición del hombre, que es el protagonista de nuestro libro, y su noción de “Tao”, que combate el pensamiento débil de Vattimo.

»La importancia de La abolición del hombre es que dibuja con claridad las amenazas posmodernas al renunciar a lo universal, a la naturaleza humana y entregarnos a una vida y una sociedad donde la tecnología, el subjetivismo y el placer parecen los caminos para la realización humana, pero terminan siendo sus cadenas. Unas cadenas no solo que se viven al interior de cada persona a través de la anulación de la conciencia, sino que se viven también como totalitarismo en la comunidad, no solo bajo el nazismo o el comunismo sino de manera más peligrosa, como advierte Lewis, en democracia; esto sucede cuando la democracia es ciega y su lazarillo únicamente es la ley de las mayorías sin apelar a ningún valor común o visión compartidas o derechos humanos básicos.

»Este mes se cumplieron 60 años de la muerte de Lewis y su obra es más vigente que nunca y sus libros siguen siendo entre los más vendidos del mundo. Vale la pena leerlos.

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PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»