19/11/2024

Camisasca, de CL: «La Anunciación a María», obra de Claudel que hay que leer «al menos dos veces»

Massimo Camisasca (n. 1946) es el obispo emérito de Reggio Emilia (en cuya catedral se custodian los restos de los mártires Crisanto y Daria) y una destacada figura de Comunión y Liberación, cuyo fundador, Luigi Giussani (1922-2005), recomendaba vivamente la lectura de una obra del escritor francés Paul Claudel (1868-1955), La Anunciación a María. Un drama teatral que no tiene por protagonista a la Santísima Virgen, pero que sí quiere expresar el sentido más pleno de la Encarnación y de la Redención que posibilitó su Fiat al arcángel San Gabriel.

Monseñor Camisasca ha escrito un sugerente artículo sobre esta pieza teatral en su columna habitual en Tempi:

La obra maestra de Claudel sobre el misterio del amor que hay que leer al menos dos veces

La popularidad de un autor, o de una obra literaria, sigue a menudo un proceso ondulante. A un periodo de éxito, de conocimiento, le sigue a veces un tiempo de olvido, de oscuridad. Cuando pienso en lo que han sido para muchos de nosotros algunos de los grandes de la literatura francesa del siglo XX y en su caída en una zona de sombra en los últimos años, me pregunto: ¿por qué? Pienso en François Mauriac, Georges Bernanos, Paul Claudel, y podría seguir con más nombres.

En 1937, horrorizado por la persecución religiosa en el bando frentepopulista durante la guerra civil española, y edificado por el ejemplo de los mártires («Hermana España, santa España: tú ya elegiste: / once obispos y seis mil sacerdotes asesinados, y ni una sola apostasía»), Paul Claudel escribió su poema ‘A los mártires españoles‘.

Charles Péguy prácticamente solo se le conoce en el ámbito de Comunión y Liberación. Fue don Giussani quien lo hizo traducir al italiano por Mimmi Cassola, quien lo comentó y lo hizo leer a un número considerable de jóvenes.

La compañía de lo Eterno

Lo mismo ocurrió con La Anunciación a María, de Paul Claudel, de la que quiero hablaros hoy. Se trata de una obra cuya realización teatral ocupó muchos años de la vida del autor francés, que imaginó varios finales. Claudel fue un autor inmensamente prolífico, copioso. Sus poemas proceden a menudo de comentarios de textos bíblicos entrelazados con los acontecimientos de su vida personal.

Para el teatro escribió, entre otras, El zapato de raso, obra monumental que es casi imposible de representar en un escenario.

Pero detengámonos en la obra de la que quiero hablaros. El título hace referencia a la oración del Ángelus, que antaño marcaba la jornada de muchos creyentes por la mañana, a mediodía y por la tarde, centrada en el misterio de la Encarnación.

Recordaba el sí de María, su concepción virginal en la que el Verbo eterno de Dios se hizo hombre para compartir nuestra vida de pobres habitantes de la Tierra. Esta oración, marcada por la triple repetición del Ave María, fue acompañada por el triple repique de campanas: al alba, a mediodía, al anochecer.

‘El Ángelus’ de Jean-François Millet (1859), Musée d’Orsay.

El Eterno, que hizo el mundo, como expresión de su caridad se manifiesta ahora como partícipe de cada pequeño acontecimiento de la historia humana, implicándolos así en su propio amor. La Anunciación a María puede considerarse, de hecho, una fenomenología del amor, del amor humano que, a través del sacrificio, vive con la misma perpetuidad y fecundidad que el amor divino.

Todo transcurre en una Edad Media imaginaria, en un pueblo de Francia, escenario de una familia de agricultores acomodados, vinculados al cultivo y a los frutos de la tierra. Padre y madre alimentan también con sus cosechas un monasterio, ahora pobre en nuevas vocaciones, insertando su ritmo de vida cotidiano en el canto litúrgico. Así, el trabajo se transforma en una ofrenda a Dios, guardada para siempre en los brazos del Creador.

La Justicia violada

El mundo está convulsionado: hay tres Papas en la Iglesia [cisma de Aviñón] y un número desconocido de reyes y emperadores. El padre, Anne Vercors, no tiene más remedio que abandonar su tierra y su empresa, a pesar de los intentos de su mujer por disuadirle, para ir como exiliado y peregrino a Tierra Santa. Allí donde se plantó la cruz de Cristo, el corazón del mundo, donde las existencias deben arraigar de nuevo y el universo volver a encontrar su fundamento para no caer en la disolución de la nada. El Tiempo solo lo salva el Eterno. ¿Para proteger su tierra debe abandonarla? Para fundar el futuro de su familia, ¿debe abandonarla?

Anne y su esposa tienen dos hijas, Violaine y Mara. La primera es una muchacha sencilla y profunda, que no separa el orden del mundo del orden de Dios. En la esencialidad de su corazón, todo tiene su propia razonabilidad: la fe es para ella la respuesta a las preguntas de la vida.

En cambio, Mara tiene una personalidad compleja. Siente envidia de su hermana y, sobre todo, celos de su prometido, Jacques Hury, a quien su padre ha confiado el futuro de su granja. Violaine también es deseada por otro joven, un constructor de catedrales, un maestro de obras: el que tiene que colocar todo en el lugar adecuado para que el edificio se eleve con seguridad y desafíe al tiempo, convirtiéndose así en el lugar de alabanza a Dios, guardián de las reliquias de los santos y de las oraciones de los fieles.

A finales de 2022 se estrenó una ópera del célebre compositor Philippe Leroux (n. 1959) basada en ‘La Anunciación a María’ de Claudel, lo que evidencia la vigencia de la obra.

Pierre de Craon -así se llama el protagonista- cede a la tentación de ir contra la justicia (Justicia se llamaría la catedral que estaba construyendo): intenta violar a Violaine. Pasa algún tiempo y ambos se reencuentran: mientras Pierre es incapaz de perdonarse a sí mismo, Violaine decide saludarle con un beso de perdón. De este modo, contrae la lepra que había empezado a devorar el cuerpo del constructor de catedrales.

El sentido del sacrificio

La joven prometida de Jacques acepta tomar sobre sí el mal que devora a Pierre: en el sacrificio exigido y aceptado de una vida consumida, se convierte en imagen de Aquel que, él solo, soportó y venció el pecado del mundo. El amor, consumido por las llamas del sacrificio, se convierte en luz y fuego que calienta y vivifica los fríos cuerpos mortales.

«El amor engendra el dolor y el dolor engendra el amor», declara Violaine a su hermana Mara que, hacia el final de la obra, se dirige a ella y le implora un milagro. Dejo a los lectores que se adentren en el desarrollo de la historia.

Releer La Anunciación a María (porque hay que leerla al menos dos veces) nos permite adentrarnos en el misterio del amor, un amor que genera al hombre en su totalidad, como lo describió Giussani al hablar de este texto de Claudel.

Traducido por Verbum Caro.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»