«Correspondemos a la ‘verdad de Dios’ en la obediencia a los mandamientos del Decálogo. Actuar voluntariamente contra ella es un pecado grave que destruye la vida de la gracia en nosotros, ‘y los que están de acuerdo con esto cometen también un pecado mortal’. Sin embargo, como cristianos no debemos olvidar que Dios, en su bondad y misericordia, siempre perdona y nos da un nuevo comienzo si nos acogemos a la gracia de Cristo, que se nos transmite a través de la Iglesia’»
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