«Las naciones como comunidades culturales con su propia lengua, su propia memoria, sus propias estructuras y su propia cultura, representan un verdadero valor, pertenecen a la riqueza de la creación, por lo tanto son queridas por el Creador. En varios lugares de la Biblia encontramos que también en el juicio final, el Señor juzgará a las naciones. También a los pueblos, no sólo a las personas individuales.»
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