Francisco ha dirigido una carta «al pueblo de Dios que peregrina en Nicaragua» con motivo de la festividad de la Inmaculada Concepción, que se celebra en el país de modo muy intenso y extendido. El Papa les expresa su «cariño» y recuerda que los nicaragüenses se distinguen por «un amor extraordinario de Dios«
Precisamente por ese amor tan singular, la Iglesia católica está padeciendo desde hace años una durísima persecución por parte del régimen comunista de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidente, Rosario Murillo. Actualmente hay cuatro obispos (un 40% de la conferencia episcopal) expulsados del país, entre ellos el presidente de la conferencia episcopal, junto a más de doscientos sacerdotes y religiosos que han tenido que marchar al exilio. Decenas de organizaciones católicas han sido prohibidas, y acaba de reformarse la Constitución para reforzar el poder sandinista y reforzar la represión, como el artículo que señala que «al amparo de la religión ninguna persona u organización puede realizar actividades que atenten en contra el orden público”.
El Papa no hace referencia a esta persecución en su Carta, pero no puede referirse a otra cosa cuando afirma que «precisamente en los momentos más difíciles, donde humanamente se vuelve imposible poder entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia«.
Todo el sentido de la misiva es, así, consolar a los nicaragüenses y darles ánimos para fortalecer su fe: «Tengan la certeza de que la fe y la esperanza realizan milagros», continúa, señalando a la Inmaculada como «el testimonio luminoso de esa confianza»: «Ustedes siempre han experimentado su amparo materno en todas sus necesidades y han mostrado su agradecimiento con una religiosidad muy hermosa y rica espiritualmente. Una de esas formas de entrega y consagración que manifiesta la alegría de ser sus hijos predilectos es la dulce expresión: ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!«.
Por eso les desea que ella les dé aliento «en las dificultades, las incertidumbres y las privaciones» y les pide que se abandonen «en los brazos de Jesús» con la jaculatoria Dios primero que los nicaragüenses «repiten a menudo».
La intensa devoción a la Inmaculada de los nicaragüenses dispara la venta de sus imágenes en estas fechas.
Al acercarse la fecha de la Purísima, ya desde octubre, en todo el país se dispara la venta de sus imágenes, fabricadas por negocios familiares que pasan de generación en generación. Los colores de la bandera del país son el blanco y el azul característicos del manto de la Inmaculada, cuya devoción es así una devoción nacional muy sentida y seguida masivamente en procesiones y peregrinaciones, que ahora el gobierno obstaculiza, cuando no prohíbe directamente.
El Rosario, «oración poderosa»
«Quiero hacerles llegar mi cercanía y la seguridad de que ruego incesantemente a la Virgen Santa que los consuele y acompañe confirmándolos en la fe. Quiero decirlo con fuerza, la Madre de Dios no cesa de interceder por ustedes, y nosotros no dejamos de pedirle a Jesús que los tenga siempre de su mano», insiste Francisco, que les anima a rezar «particularmente» la oración del Rosario, que es «una oración poderosa» cuyos misterios «atraviesan la intimidad de nuestro corazón», y es ahí donde se cobija la libertad de los hijos de Dios, «que nadie nos puede arrebatar».
El Papa concluye encomendando Nicaragua «a la protección de la Inmaculada Concepción», elegida como «Madre de su pueblo«: «Así lo manifiesta ese grito sencillo y profundamente confiado: ¡María de Nicaragua, Nicaragua de María!«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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