14/11/2024

Catorce consejos probados para hablar de Dios con desconocidos: el primero de todos, escuchar

Dave Armstrong (n. 1958) es un conocido apologeta católico, con presencia constante en la red: en 1998 ganó el premio a la mejor pagina católica del año y contribuye habitualmente con sus artículos y posts en numerosos blogs. Es autor de varios libros de apologética, y su testimonio de conversión figuró entre los once recogidos en el bestseller de Patrick Madrid Surprised by the Truth [Sorprendidos por la Verdad], que incluye, entre otros, el de Scott Hahn. Un artículo suyo en el National Catholic Register recoge los mejores consejos extraídos de su experiencia evangelizadora a pie de calle: desde 1981 a 1991 como protestante, y desde esa fecha, en que fue recibido en la Iglesia por el jesuita John Hardon, S.I., como católico:

Dave junto con su esposa Judy.

En los años ochenta hice mucho apostolado callejero en Ann Arbor Art Fair [la visitadísima feria de arte callejero de Ann Arbor, Michigan]. Entonces era evangélico protestante, pero lo hice también un par de veces siendo ya católico, a principios de los años 90. Me lo pasaba bien y era una oportunidad de hablar acerca de Dios y sobre teología.

La feria de Ann Arbor.
 
1.- Para un contacto inicial, lo mejor son libros breves, atractivos, llamativos y no demasiado «plúmbeos». El aspecto visual es muy importante para hacer que alguien se detenga y sienta curiosidad. Recomiendo vivamente los folletos publicados por St. Paul Street Evangelization. Yo edité la mayoría de ellos. Son breves y atractivos, y pueden ayudar a iniciar una conversación. O puedes hacer tú el tuyo si tienes alguien que pueda hacer el diseño, etc. Es válido cualquier instrumento que haga que la gente se pare y pregunte.
 
2.- Lo primero que digo, y repito, es que cada persona es diferente. Primero debemos en qué punto de su vida está y, después, ir derecho a ese lugar y empezar desde allí. Esto es lo que hizo San Pablo en el Aerópago, en Atenas: consciente de la verdad que vio en los paganos allí, los encomendó y, después, construyó sobre ellos para introducir al Dios verdadero y la resurrección. Pablo dijo: «Me he hecho todo a todos». Siempre he intentado seguir este enfoque en mi apología, siendo siempre caritativo y agradable.
 
3.- A la gente le gusta que la escuches, que escuches sus problemas. Es la naturaleza humana. Todos somos así. Prefiere que la escuches y no que prediques. Si amablemente planteas preguntas para sondear, y lo haces de manera discreta, no agresiva ni amenazadora, habrá gente que hable e incluso que se abra a ti. Será una minoría, pero encontrarás quien lo haga.
 
4.- Si algo no lo sabes, por favor, no pretendas que sí lo sabes. La gente admira a quien no tiene todas las respuestas para todo, porque sabe que es imposible y a la gente le molesta el tipo «sabelotodo». Es un estereotipo negativo de los cristianos y, sobre todo, de los que evangelizan. Tenemos que abandonar esta imagen, superarla. Siempre puedes responder: «No lo sé, pero puedo informarme si quieres y contactarte luego; o puedo decirte en qué páginas de internet puedes encontrar la respuesta».
 
5.- Siempre intento evitar las presentaciones «enlatadas», me gusta ser informal y espontáneo. Esto une a las personas en la situación en la que se conocen. Cada persona necesita su propio enfoque. Nunca me gustaron las «cuatro leyes espirituales», ni siquiera cuando era protestante [Las cuatro leyes espirituales es un folleto evangélico creado en 1952 por Bill Bright]. Era un sistema demasiado enlatado, forzado y protocolario, a pesar de que había verdad en él y no era en absoluto algo malo.
 
6.- Con los protestantes utiliza mucho la Biblia y no cites fuentes católicas, porque para ellos no significan nada. Encuentra algo que sea común entre católicos y protestantes (amor por la Biblia, trinitarianismo, etc.), para demostrarles que eres un «verdadero cristiano» y que puedes comprender las diferencias entre el protestantismo y el catolicismo.

Un buen conocimiento de la Biblia siempre es necesario en la evangelización, en particular al entrar en diálogo con protestantes. ‘La Biblia comentada por ella misma‘, de Jesús Cantera Ortiz de Urbina, es una buena aproximación apologética que aborda todos los puntos de controversia con base exclusivamente en las Sagradas Escrituras.

7.- Los católicos a menudo se quejan de la Iglesia o han interpretado mal sus enseñanzas: es una ocasión para iniciar la conversación y preguntar cuáles son sus mayores preocupaciones. Si son sólo católicos sólo de nombre, con escasa información, intenta adivinar cuál puede ser su interés para, así, afrontar el tema en cuestión.
 
8.- Con los que ignoran todo sobre teología, mantente en lo básico (el Evangelio de la Salvación) y no te metas en «cuestiones católicas» aún porque éstas llegarán más adelante.
 
9.- Empieza lentamente con la teología «pura y dura» y deja que sea la otra persona la que determine hacia dónde llevar la conversación para poder, así, afrontar sus preocupaciones.
 
10.- Habrá personas que intentarán llevarte por miles de vericuetos; no dejes que lo hagan. Insiste en afrontar un tema a la vez antes de pasar a otro. Esto es verdaderamente importante. A menudo la gente utiliza esta técnica cuando quiere sólo discutir y pelear en lugar de buscar la verdad y oír todo el razonamiento sobre un punto en concreto. Los ateos son famosos por esto. Llévalos hacia un solo tema y hazlo lo mejor que puedas.
 
11.- Reza antes de ir a evangelizar, rezad los unos por los otros y reza mientras estés allí pidiendo a Dios que ponga en tu boca las palabras justas para decir en cada ocasión, y de la manera justa, a cada persona que encuentres. No insistiré nunca demasiado sobre este punto. Si lo deseas, el día anterior puedes ayunar y hacer alguna penitencia.
 
12.- Busca portales de internet y/o libros que puedas recomendar a la gente y ten a mano información como números de teléfono, direcciones de email o páginas de Facebook que puedas darle. Las tarjetas de visita también van muy bien para este fin. Es importante para tener un seguimiento.
 
13.- Sé consciente que, en ultima instancia, es el Espíritu Santo el que derrite los corazones de hielo, haciendo que la persona responda positivamente. Nunca es meramente por la apología. Es el trabajo sobrenatural de la gracia. Nuestra tarea es simplemente estar allí como instrumentos de Dios, para «eliminar las piedras que bloquean el camino». Pero sólo Dios puede cambiar el corazón de las personas. Recuerda, puedes darle un consejo a alguien, pero no puedes obligarle a que lo siga. En un cierto sentido, esto es positivo para nosotros, porque no tenemos que asumir la carga y preocuparnos por ella. Ayudamos de la mejor manera que podemos y dejamos que Dios cambie los corazones que ya ha abierto, esos en los que «la cosecha ya está madura».
 
14.- De nuevo, reitero que es extremadamente importante que el mensaje y el método sean específicos para cada persona (ver más arriba, puntos 2 y 5). No pueden estar «enlatados» (como un discurso preparado de antemano). Tenemos que estar con las personas en el momento concreto en que se encuentran en su vida cuando las conocemos. Cuando ya hayamos empezado a hablar, debemos enfocar la conversación según las necesidades y deseos que percibamos en esa persona en concreto. La gente lo apreciará y esto ayudará a que el diálogo sea más profundo y significativo.
 
Dios trabaja a través de nosotros. «Los obreros son pocos”.
 
Traducción de Helena Faccia Serrano.

Publicado en ReL el 20 de julio de 2017.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»