El silencio ha sido considerado por siglos como una salvaguardia del alma en la vida monástica. San Gregorio Nacianzeno lo definió como una herramienta esencial para la templanza y el autocontrol, lo que ha llevado a los monasterios a desarrollar un exclusivo código de signos para comunicarse sin romper este mutismo.
More Stories
Zen pide a los obispos de Hong Kong, Macao y Taiwán detener el mal uso de la palabra «sinodalidad»
Metodista, perseguido por ser mulato, decidió hacerse fraile: demostró toda su humildad en una carta
La Iglesia en Japón protesta por el vertido en el océano de agua contaminada de la central de Fukushima