El silencio ha sido considerado por siglos como una salvaguardia del alma en la vida monástica. San Gregorio Nacianzeno lo definió como una herramienta esencial para la templanza y el autocontrol, lo que ha llevado a los monasterios a desarrollar un exclusivo código de signos para comunicarse sin romper este mutismo.
More Stories
Conozca a fondo la combativa labor de Profesionales por la Ética: 30 años defendiendo el Bien Común
LA DESOBEDIENCIA QUE SE CONVIERTE EN LEY
Ya están en Roma los 21 nuevos cardenales: claves para entender lo que aporta cada uno