14/11/2024

Cobo, en su primer voto a la Almudena: «Respiramos pesimismo… cuidado con esa mirada derrotista»

La ciudad de Madrid celebró este 9 de noviembre a su patrona, Nuestra Señora de la Almudena, con una misa en la explanada de la catedral que se llenó a pesar de la amenaza de lluvia. El acto tenía el aliciente de que es el primero de esta naturaleza que preside el cardenal José Cobo, quien tomó posesión el pasado 8 de julio (era obispo auxiliar dese 2017) y fue elevado a la púrpura el 30 de septiembre en el último consistorio convocado por el Papa Francisco. Esta misma semana tomó sus primeras grandes decisiones en cuanto a la reorganización de la diócesis.

Concelebraron la misa, entre otros, sus predecesores Carlos Osoro y Antonio María Rouco Varela y asistieron la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, quien como es habitual leyó el Voto de la Villa a su patrona, a quien pidió que Madrid “siga siendo icono constante tanto de la rica variedad” de España “como de su inquebrantable unidad”. También solicitó de la Virgen protección para su nuevo obispo, para que «nunca le falte la fuerza y sabiduría para sacar adelante la tarea que la Iglesia le ha encomendado».

La misa se celebró un año más en la explanada de la catedral, y no en la Plaza Mayor. Foto: Archidiócesis de Madrid.

En su homilía, el cardenal Cobo recordó el pasaje del Apocalipsis de las lecturas de la misa y afirmó que, si bien «el Apocalipsis evoca un contexto final, un tiempo último», «hay que reconocer que esa profecía de plenitud ya comienza  a despuntar hoy, en este momento» y «despierta en nosotros  cierta impaciencia» al ver un mundo lleno de «llanto, muerte, luto y dolor».

«Y no me refiero únicamente a guerras lejanas, que desgraciadamente ahí están, sino a tantas heridas que asolan nuestro país, nuestra sociedad y sí, creo que también, a nuestra Iglesia«, continuó: «Es fácil mirar a cualquier lado y percibir la ira, la incomunicación, la dureza que se nos está instalando en la entraña».

Pero no hay que caer en la «nostalgia» ni en la «búsqueda de culpables», sino «agradecer este tiempo, pues es el que Dios nos pone por delante… Respiramos pesimismo… Sin embargo, la fe nos dice que hay que tener cuidado con esa mirada derrotista«, advirtió. En cualquier caso, «tampoco sería muy lúcido enaltecer el mundo de hoy sin capacidad crítica, cerrando los ojos a problemas que pueden ser muy reales».

El cardenal José Cobo, durante su primera homilía en el Voto de la Villa. Foto: Archidiócesis de Madrid.

La homilía se centró en un canto a la «convivencia«, que no es homogeneidad ni uniformidad de pensamiento. No es una única forma de interpretar la realidad…. Esto no supone relativizar, decir que todas las visiones son exactamente iguales y que por el mero hecho de que alguien sostenga una idea, esa idea ya es válida. Claro que no. La convivencia es diálogo, y es también discusión amable. Es tratar de trabajar por aquello que uno cree mejor para la sociedad. Pero sin convertir al rival en enemigo».

El día perfecto para plasmar esto era hoy, «porque nos reúne María«, continuó, «un día especial donde acogemos la historia preciosa de estos 75 años de su coronación».

En efecto, la coronación canónica de Santa María la Real de la Almudena tuvo lugar el 10 de noviembre de 1948 con una corona de plata que se fabricó con aportaciones de anillos, pendientes, diamantes, etc., de todos los madrileños que quisieron hacer esa aportación.

«María abraza a nuestras diócesis  y  a nuestros vecinos y vecinas, a nuestros servidores públicos que nos acompañan, y a cuantos sueñan con un nuevo cielo y una nueva tierra donde nuestro Dios siga haciendo despuntar su plan de amor», proclamó el arzobispo de Madrid: «La Virgen María indica el camino para encarar el presente y construir ese futuro de fraternidad y convivencia en Dios».

Cobo explicó el sentido del patronazgo de la Almudena como algo que pueden compartir cristianos y no cristianos: «Que una ciudad tenga a su patrona nos habla de una historia compartida y de la que todos somos herederos«, desde «su importancia durante la repoblación cristiana de la sociedad en tiempos de la Reconquista«, cuando fue hallada en las murallas de la ciudad (donde había sido escondida para protegerla ante la invasión mahometana), «o el papel que ha tenido  en la sociedad católica de los últimos siglos en que la devoción mariana ha tenido tanta relevancia».

Nuestra Señora de la Almudena, en la procesión que siguió a la misa.

 «¿No os ha pasado que a veces nos encontramos con gente que quizás no tiene clara la fe, pero sin embargo a María le tiene una devoción incontestable?», se interrogó el obispo: «Creo que lo que ocurre es que María refleja la acogida y aceptación que todos necesitamos. Contemplemos por un momento lo que el Evangelio nos presenta: ese calvario en el que Jesús se dirige a Juan y a su madre. En Juan nos podemos ver cada uno  hoy. Con nuestros pies de barro, con nuestras luces y sombras, con nuestras heridas y cicatrices… En este mundo donde vivimos tan presionados por la exigencia, donde no se permite el más mínimo error… Juan, que con los otros ha huido, ahora se encuentra con un Jesús que, sin embargo, no le pide más de lo que puede dar. No le reprocha los pasos inciertos. Sencillamente le dice, señalando a María: ‘He ahí tu casa’”.

Por eso, Cobo ofreció la catedral a todos como «vuestra casa para que en María encontréis el rostro del amor incondicional de Dios»: «‘Conmigo estáis en casa’, dice María en cada momento, y lo dice desde cada una de nuestras parroquias y comunidades de nuestro Madrid que, con ella, quieren ser  casa de todos en cada barrio y cada rincón». 

  «Si nos podemos reconocer bajo el manto de la misma madre, entonces quizás podemos empezar a mirarnos como hermanos y hermanas… sin exigirnos perfecciones imposibles, pero capaces de comprender que todos necesitamos protección, acogida, refugio y hogar… Es parte de nuestra misión común el hacer de nuestras sociedades lugares donde esa fraternidad sea visible», concluyó el cardenal Cobo.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»