Hemeroteca Laus DEo10/12/2019 @ 19:01
La antigua serpiente te incitará y no dejará de provocarte, más con la oración la ahuyentarás.
Por Tomás de Kempis. ‘Imitación de Cristo’. Dominus Est. 6 de mayo de 2019.
EL SIERVO:
Señor y Dios mío, comprendo que la paciencia me es sumamente necesaria, porque son muchos los sinsabores que tenemos que sufrir en esta vida.
Porque, cualesquiera que sean mis iniciativas en orden a alcanzarla paz, no puede mi existencia transcurrir sin lucha ni dolor.
EL SEÑOR:
Así es, hijo mío; pero no quiero que te propongas la búsqueda de una paz que carezca de tentaciones o que no sienta las contrariedades.
Más bien, juzga que has hallado la paz cuando te veas agitado precisamente por varias tribulaciones y probado con muchas penalidades.
Y si me dices que no puedes sufrir tantas cosas a la vez, ¿cómo serás capaz de tolerar después el fuego del purgatorio?
Por eso, para que puedas evitar los suplicios eternos que están por venir, trata de soportar con ecuanimidad, por amor de Dios, los males presentes.
¿Acaso crees que los hombres de este mundo nada o muy poco tienen que padecer? Te engañas; no encontrarás uno solo, porque eso no cabe ni siquiera entre los que viven entre delicias.
Pero objetarás que gozan de muchos placeres y satisfacen sus propios caprichos y que, por eso, poco les afectan los males que padecen.
Sin embargo, aún en el supuesto de que sea así, que tienen cuanto quieren y desean, dime una cosa: ¿cuánto crees que les va a durar?
Mira que los que abundan el siglo, se desvanecerán como el humo, y no quedará recuerdo alguno de los goces pasados. Es más, mientras viven, no gozan de ellos sin cierta amargura, tedio y recelo.
Y no es raro que cosechen dolor y pena en lo mismo que para ellos es fuente de placer. Y es justo que así sea, porque como anhelan y van en pos de las delicias desordenadamente, es natural que gocen de ellas con angustia y confusión.
Vaciedad y absurdo del placer humano
¡Oh, qué efímeros y engañosos, qué desenfrenados y torpes son todos esos placeres!
Sin embargo, sumergidos como están en la embriaguez y la ceguera, no lo entienden así. Y como animales sin razón, a quienes sólo guía el instinto, por un mezquino deleite de esta vida fugaz, se dejan prender en la muerte del alma.
Por eso tú, hijo mío, no vayas en pos de tus apetitos y apártate de tu voluntad. Pon el en Señor tus complacencias, y Él colmará los deseos de tu corazón.
Que si de veras quieres gozar y recibir con largueza mis consuelos, sabe que tu bendición se funda en el desprecio de todas las cosas de este mundo y en la renuncia a todos los deleites que se marchitan; y a cambio de ello se te darán copiosos consuelos.
Y cuanto más te sustraigas al solaz que puedan brindarte las criaturas, tanto y más poderosa consolación hallarás en Mí.
Mas al principio no podrás conseguirla sin cierta pesadumbre y sin el esfuerzo que lleva consigo la lucha. Porque la costumbre inveterada se opondrá a ello; pero podrás superarla con otra costumbre mejor. Protestará la carne, pero con el fervor del espíritu la amansarás.
La antigua serpiente te incitará y no dejará de provocarte, más con la oración la ahuyentarás; por lo demás, merced al trabajo provechoso en que te ocupes, le será cerrado el ancho acceso a tu corazón.
Transcripción de Dominus Est.
TOMADO DE dominusestblog.wordpress.com
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