En vísperas de Navidad, el periodista italiano Matteo Mazzuzzi, de Il Foglio, entrevistó con detalle al arzobispo mayor de la Iglesia Grecocatólica de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk, que pastorea a la mayor de las iglesias católicas de rito oriental a través del horror de la guerra, un horror que está a punto de cumplir dos años. El arzobispo habla de la situación de su pueblo y cómo la guerra afecta a la fe.
«La población civil de nuestro país está constantemente bajo el fuego de misiles rusos y casi dos años después de que comenzara la guerra, estamos experimentando la peor emergencia humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. No hay una sola familia en Ucrania que no haya experimentado una pérdida. Pagamos un precio muy alto por nuestra libertad y, creo, también por el futuro democrático de todo el continente europeo», afirma el arzobispo.
Lamenta que «entre los europeos está creciendo cierto cansancio y sentimientos antiamericanos, que ayudan a la propaganda rusa a continuar la destrucción de nuestro pueblo y a librar la guerra contra Occidente».
«Cuando escuchen la palabra ‘Ucrania’, imaginen rostros humanos: niños, mujeres, ancianos, jóvenes de un país que es una herida abierta en el corazón de Europa. El sufrimiento humano no puede convertirse simplemente en objeto de juegos geopolíticos, económicos, militares, etc», apunta.
Los horrores y la supuesta «desnazificación»
Pasados dos años de guerra a gran escala, el arzobispo enumera sus horrores: «ataques diarios contra la población y la infraestructura civil, prisioneros de guerra y civiles torturados, violencia sexual contra mujeres, hombres y niños, deportaciones de niños, fosas masivas: todo esto está ante los ojos de la comunidad internacional».
Cuando Rusia dice buscar la «desnazificación de Ucrania», dice el arzobispo, «para los rusos significa Ucrania sin ucranianos».
Señala un estudio internacional del Instituto New Lines y del Centro Raoul Wallenberg, «un estudio independiente de abogados internacionales de derechos humanos acreditados por las principales universidades y organizaciones internacionales», que analiza «la narrativa de los organismos oficiales de la Federación Rusa sobre los conceptos de «desnazificación» y «deshumanización». La conclusión de los expertos es muy clara y nos advierte sobre el grave riesgo de genocidio en Ucrania». También menciona el artículo «Qué debería hacer Rusia con Ucrania» en el portal ruso RIA Novosti, por Timofey Sergeitsev, «quien explica exactamente qué entiende Moscú por desnazificación, que, como dije, es uno de los objetivos de la guerra en Ucrania declarada por Putin».
La Navidad en diciembre, como en Occidente
«Celebrar otra Navidad en Ucrania libre e independiente es para nosotros una señal tangible de que Dios está con nosotros. El pueblo ucraniano hoy mira el belén con otros ojos y en cada detalle del nacimiento del Señor ve su presencia entre nosotros. El Señor viene a nacer en el cuerpo sufriente del pueblo ucraniano, para consolarnos en nuestro sufrimiento. Por supuesto, no es lo mismo celebrar la Navidad en Ucrania que en Italia, pero las bombas rusas no detienen nuestra fe y esperanza en la venida del Señor de la Paz», asegura el arzobispo.
El arzobispo Shevchuk revestido de blanco para las bendiciones de Navidad de 2023, primeras en diciembre en Ucrania.
El arzobispo señala que «este año Ucrania celebra la Navidad por primera vez el 25 de diciembre, en lugar del 7 de enero, como todavía ocurre en Rusia. Esta decisión es compartida por las autoridades civiles y las comunidades eclesiales, a excepción de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú». Excepto la iglesia dependiente de Moscú, en el Consejo Panucraniano de Iglesias y Organizaciones Religiosas se alegran de celebrar unidos el 25 de diciembre.
Shevchuk ve en Ucrania a los cristianos de distintas iglesias unidos en la fe. «La solidaridad cristiana ante la calamidad militar trasciende las confesiones y las diferencias. Por eso las iglesias y las organizaciones religiosas de Ucrania buscan cooperar para responder a los desafíos que la guerra nos plantea todos los días».
¿Qué hacer con la Iglesia dependiente de Moscú?
Pero «la Iglesia ortodoxa unida al Patriarcado de Moscú», dice, es mirada con recelo por la sociedad ucraniana. «El Estado ucraniano en condiciones de guerra siente la obligación urgente de garantizar su seguridad nacional en varios frentes, incluido el religioso. Y cuando el Patriarca de Moscú justifica y llama al pueblo ruso a la guerra contra Ucrania, las autoridades ucranianas consideran necesario revisar las actividades de la Iglesia Ortodoxa asociada a este Patriarca en nuestro país».
Con todo, Shevchuk, como máxima autoridad católica ante las autoridades civiles, les ha explicado su alarma ante «cualquier intento de prohibir cualquier denominación religiosa en Ucrania, siempre que no suponga una amenaza para la seguridad nacional y el bien común. Además, traté de explicar a nuestras autoridades que prohibir la Iglesia del Patriarcado de Moscú en Ucrania no significa el fin de su existencia, porque la Iglesia no es sólo una organización legal con su estructura, estatutos y centro de gestión en Moscú. La iglesia es, ante todo, gente. Por tanto, el Estado ucraniano tiene el derecho y el deber de garantizar su seguridad nacional, pero debe abordar las cuestiones de libertad religiosa con gran delicadeza».
¿Qué es fascismo y qué no lo es?
El arzobispo advierte de que la propaganda rusa habla de nacionalismo ucraniano o fascismo ucraniano para deslegitimar Ucrania como país. «Durante años, los canales de televisión rusos difundieron mensajes sobre el régimen fascista en Ucrania para encontrar una razón legítima para la invasión. Para ‘desnazificar’ a Ucrania, Rusia la está destruyendo hoy».
Pero, ¿qué es fascismo? Shevchuk acude a los 14 elementos que definen el fascismo según el ensayo de Umberto Eco Fascismo eterno (a partir de un discurso que dio en 1985, aquí en español). «Podemos aplicar estos puntos al régimen ruso y a la guerra que está librando en Ucrania», asegura el arzobispo, quien se asombra, «francamente», de que haya quienes en la Iglesia católica transmitan la propaganda rusa que acusa a Ucrania de fascismo.
«No hay ningún partido nacionalista en el poder en Ucrania. Al contrario, existe una ley que prohíbe cualquier forma de fascismo. Ninguna organización internacional ha registrado la existencia de un movimiento neonazi en nuestro país. Por lo tanto, todo esto sigue siendo propaganda carente de significado y evidencia real», denuncia.
Sobre el nacionalismo, recuerda que «históricamente el pueblo ucraniano fue privado del derecho a tener su propio Estado y a ser libre. El amor por la tierra, la cultura, la lengua y la Iglesia a menudo se percibe como un nacionalismo extremo. Nuestro sentido de patriotismo cristiano está libre de cualquier connotación ideológica. Nunca hemos afirmado ni intentado ser superiores a otros ni destruir a otros pueblos. En cambio, el imperialismo ruso define cualquier intento del pueblo ucraniano de ser independiente y convertirse en parte de la comunidad europea como nacionalismo extremo».
«Quiero subrayar una vez más que la Iglesia greco-católica ucraniana, incluso a nivel oficial, ha condenado el nacionalismo extremo como una ideología que inspira odio hacia otros pueblos. Mis predecesores, el metropolitano Andrey Sheptytskyi y Su Beatitud el cardenal Lubomyr Husar, también se opusieron repetidamente a esta ideología», detalla.
Debates sobre «tipos de paz»
Los cristianos, por supuesto, quieren que llegue la paz, pero ¿a qué precio y bajo qué condiciones? Una paz falsa puede llevar a más guerras.
«Algunos hablan de congelar la guerra o aceptar compromisos territoriales para ponerle fin. Pero quiero responder como pastor de este pueblo que sufre: ¿es posible sacrificar a millones de ucranianos que sufren las atrocidades de los ocupantes rusos en aras de una paz imaginaria? ¿Puedo sacrificar a mis comunidades y estar tranquilo cuando nuestra Iglesia esté proscrita en los territorios ocupados? ¿Puedo sacrificar a nuestros sacerdotes, que fueron secuestrados por los rusos y de los que no sabemos nada desde hace un año?»
Aunque Shevchuk no lo detalla en esta entrevista, en el territorio ucraniano ocupado por los rusos no queda ningún sacerdote católico, han sido deportados o encarcelados. Hace más de 13 meses que están presos de los rusos los dos sacerdotes grecocatólicos de Berdiansk, Ivan Levytsky (quien antes sirvió en Barcelona y Tarragona de 2008 a 2012) y Bohdan Geleta, que tiene diabetes. Algunos presos intercambiados declaran haber visto a uno u otro, pero la Iglesia no sabe nada de ellos oficialmente.
«Estoy convencido de que congelar la guerra en Ucrania, en el corazón mismo de Europa, significa darle al régimen criminal de Rusia la oportunidad de reorganizarse para atacar de nuevo con objetivos aún más ambiciosos. Por lo tanto, la pregunta no es si nosotros, los ucranianos, nos sentimos solos, sino qué tipo de futuro le espera a Europa si aceptamos los ‘planes de paz’ que convienen a Putin», detalla Shevchuk. Recuerda además que «la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el presidente de la Federación Rusa. Es un criminal de guerra. Si en las relaciones internacionales prevalece la ley de la fuerza y no la fuerza de la ley, entonces estoy muy preocupado por el futuro de la humanidad».
Los feligreses grecocatólicos salen de la catedral bizantina de Kiev en procesión el 6 de enero de 2024.
No dejar que el odio gane el corazón
Para hablar de paz y reconciliación, antes pide «poner fin a esta guerra absurda. Somos un pueblo gravemente herido en alma y cuerpo. Cada uno de nosotros lleva la huella de esta terrible guerra en el alma, y muchos tienen sus huellas en el cuerpo debido a heridas y lesiones graves. Para los próximos años, nuestra Iglesia ha determinado como objetivo pastoral cuidar las heridas de la guerra. Agradezco mucho a aquellos de nuestros pastores que no abandonaron a su rebaño, sino que compartieron con su pueblo sus sufrimientos y dolores, angustias y temores, y en circunstancias de peligro mortal fueron signo de la presencia amorosa e invencible de Dios en medio de ellos», detalla.
«Las heridas de esta guerra son muy profundas y dolorosas. Las cicatrices que dejó en el cuerpo sufriente del pueblo ucraniano permanecerán por mucho tiempo, y sólo el Señor podrá derramar sobre ellas el óleo santo de su amor misericordioso, capaz de curarlas. Pero hoy no queremos ser esclavos del odio. Aunque el odio pueda ser hasta cierto punto una respuesta normal al mal que sufrimos, no debemos sucumbir a él, no debemos permitir que gane en nuestros corazones», advierte.
Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española ha abierto esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218 .
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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