El padre Custodio Ballester Bielsa es sacerdote de la archidiócesis de Barcelona desde hace 25 años. Hace siete saltó a los medios de comunicación al ser denunciado por «delito de odio» al haber afirmado en un programa que «el yihadismo radical y el islamismo violento quieren destruir Europa y la civilización occidental».
Para apoyar al padre Custodio, el portal Peticiones Católicas acaba de lanzar una campaña de recogida de firmas. Entrando en este enlace podrás firmar y mostrar tu rechazo hacia esta situación tan injusta que vive el sacerdote catalán.
Coajutor de la parroquia de San Sebastian de Badalona (Cataluña), Custodio vive con su madre y se dedica a escribir una tesis doctoral sobre el Papa Luna. El sacerdote atiende a ReligiónEnLibertad para hablar de cómo se prepara para el juicio que tendrá que enfrentar en septiembre -en el que le piden tres años de cárcel y 3000 euros-, de los apoyos que ha recibido, y del doble rasero que sufren los católicos y el resto de religiones en España.
-¿Cómo te encuentras en medio de esta situación?
-La verdad es que ya me he acostumbrado, llevo siete años con todo esto. Los hechos son de 2017, la instrucción la hicieron en 2018, la acusación la presentaron en 2019, luego vino la pandemia… en 2023, un juicio, por si nos aveníamos a reconocer el delito, dijimos que no, luego nos pusieron otro juicio en julio pasado, pero el fiscal, al ver que nos pedían unas penas muy altas para el tipo de delito que era, lo remitió a la Audiencia Provincial de Málaga, y allí nos han convocado para el próximo 23 de septiembre.
»En la fiesta del Padre Pío nos juzgarán por delito de odio. A mí, por «islamofobia»; al padre Jesús Calvo, por meterse con el sionismo internacional; y, al director de Alerta Digital, por habernos dado voz a nosotros dos. Será una especie de juicio de Nüremberg.
-¿Y piensas recurrir?
-Si la Audiencia nos condena tendríamos que recurrir al Supremo, si nos pusieran una multa de 300 euros pues igual la pagamos y ya está. Lo único que dijimos era que el islamismo quería conquistar Europa, por las buenas o por la fuerza, y que a través de la inmigración indiscriminada se introducirían elementos que destruirían la convivencia social en Europa. Entonces vino una «asociación de musulmanes contra la islamofobia», que es una asociación con tres socios, subvencionada por la Generalitat de Cataluña, y nos metieron una denuncia. Primero en Barcelona, y luego la pasaron a Málaga, porque ahí está la sede fiscal del medio.
-¿Quién puede estar detrás de la denuncia?
-No están los musulmanes, esto es una asociación fundada por un musulmán converso, pero no hay nadie más detrás. En el juicio no hay acusación particular, no se han presentado, solo está la fiscalía. Presentarse como acusación supongo que es gastar dinero.
-¿Eres una persona acostumbrada a odiar a los demás?
-El delito de odio es una elucubración que se ha sacado el estado para reprimir al disidente, es un medio de coacción social, de control ideológico, para que el discurso público esté encajado con lo que pide el que manda. A mí me pueden juzgar por algún hecho material, que es lo que hacía la Justicia antes, has robado, has matado… Pero esta gente, con el delito de odio, solo está juzgando tus intenciones al hablar.
»La intención de mis palabras la digo yo, la doy yo. Cuando me pregunten «¿Usted, cuándo dijo que el islam quería destruir Europa, qué quería decir?», entonces, yo le diré que hay un islamismo radical, un islamismo violento que quiere destruir Europa y arrasar con todos los que no son creyentes. Yo ya sé que todos los musulmanes no son iguales, pero hay un porcentaje que vive esto, eso es lo que yo dije… Que ahora tengamos que ir a juicio… ¿La Audiencia no tiene más cosas que hacer?, ¿no tiene delitos de narcotráfico? Es un despropósito en el que estamos metidos.
-¿Crees que tu condición de sacerdote ha pesado para ir a juicio?
-Pesa el morbo que hay en que un sacerdote sea acusado por esto, si hubiera sido otro, no hubieran dicho nada. La misma fiscal, cuando hacía la instrucción, nos decía que nuestra condición de sacerdotes agravaba el delito, porque, cuando hablamos, la Iglesia nos sigue. Presentaba la condición sacerdotal como un agravante de la conducta.
»Como si la gente de mi parroquia no supiera que cuando voy a una radio a hablar del islamismo estoy hablando en nombre propio, no estoy dando una clase de teología ni de Catecismo. Estoy dando una opinión. Cuando subo al púlpito a hablar del Evangelio ahí sí estoy en otro nivel.
«Con el delito de odio se está juzgando tus intenciones al hablar», denuncia el sacerdote.
-¿Piensas que hay un doble rasero a la hora de tratar a los católicos y a las demás minorías religiosas?
-Los musulmanes ya no son una minoría. Cuando un cura mete mano a un menor, toda la opinión pública nos llama pedófilos. Pero, cuando un islamista comete algún crimen, por ejemplo asesinar al pobre sacristán de Algeciras a machetazos, dicen que todos los musulmanes son buenos pero que hay alguno que no lo es.
»Hay un doble rasero, se ve que todo es una campaña ideológica para denigrar a la Iglesia. También hay otra cosa, ellos piensan que como la Iglesia es una comunidad mayoritaria y fuerte puede soportar todos los ataques, todas las blasfemias, todos los delitos contra la libertad religiosa y el respeto a tus creencias. En cambio, los musulmanes, como piensan que son minoritarios, hay que defender cualquier mínimo apunte que se haga contra su fe.
-¿En qué o en Quién te apoyas en estos momentos de persecución?
-Me apoyo en el poder de Dios, la justicia humana no es objeto de fe, en cambio, la justicia divina, sí. San Pablo dice que, para él, lo de menos es que le juzgue un tribunal humano, su juez es el Señor. Yo emití una opinión, sin más intención que hablar del islamismo radical, ya sé que hay muchas clases de musulmanes.
»Me apoyo en la oración y en pensar que el ir a los tribunales está dentro del anuncio que hace Jesucristo: nos llevarán a los tribunales y no prepararemos nuestra defensa, el Espíritu Santo nos dará la fuerza necesaria para dar testimonio de la verdad.
»¿Qué es el odio?, es el deseo de hacer mal a alguien, pero, ese deseo, si no se concreta en algo, ¿cómo se puede perseguir como delito? «Hombre, es que usted lo dijo en un tono»…, pues si el odio se confunde con la vehemencia… no podremos hablar de nada seguramente.
-¿Temes entrar en la cárcel?
-Yo espero que todo quede en un bluf, que nos absuelvan. Pienso que hay delitos más graves para ir a la cárcel. Para exiliarse hay que ser muy rico y, como yo no soy rico, tendré que ir a la cárcel. Supongo que llegará un momento en el que haya más gente honrada dentro de la cárcel que fuera de ella.
-¿Has recibido algún tipo de apoyo desde la Iglesia?
-La verdad es que sí, sobre todo ahora que se ha ido acercando la fecha del juicio. El mismo cardenal Omella dijo que había leído mis declaraciones y que le parecía que estaba bien dicho. También el delegado de medios de la archidiócesis, que no se entendía cómo se podía llegar hasta aquí por haber hablado simplemente, todo ese apoyo moral lo he tenido.
-¿Piensas que el martirio cristiano no es para occidentales?
-El sistema ha hecho lo posible para tenernos acongojados, el discurso dominante es tan poderoso, es tan absorbente, que el cristiano bueno está acogotado, estamos llenos de miedos. Cuando en Europa están diciendo que el aborto es un derecho, ¿cómo voy a decir yo que es un crimen?, si me van a comer. El discurso dominante es tan contrario a la fe cristiana que el anunciar la verdad tiene un precio muy caro.
-¿Y el clero? ¿tiene miedo también?
-Tienen miedo. En el seminario se nos educa en el fondo para no tener líos, y, al final, Jesucristo está en la cruz por un lío en el que se metió. La fe que celebramos hemos de vivirla de una determinada manera y, cuando la tienes que aplicar en el día a día, es cuando vienen los problemas. Pero es un pack, no podemos separarlo, no podemos estar hablando de los angelitos mientras el mundo se está cayendo a trozos, mientras tu hijo se está divorciando, tu vecino se está cambiando de sexo y los niños están siendo pevertidos en los colegios del gobierno. Hay que levantar la voz y tener un criterio evangélico justo, para que la gente tome la dirección adecuada, claro, eso tiene un precio, y más ahora con las redes sociales.
»Muchos sacerdotes no se atreven, ya sea por su carácter, por apocamiento, por una prudencia mal entendida… Recuerdo a un sacerdote que hablaba con otro de mí, de los líos en los que me metía, y el otro se le quedó mirando y le dijo: «en la Iglesia, prudentes ya hay muchos, por uno que no lo sea no va a pasar nada«.
-¿Saldrá un bien de todo este proceso?
-El bien es entrar en la humildad, recordar que todo depende del Señor, que tienes que estar en sus manos, que mi vida está en sus manos, que mi destino depende de Él, y que se haga Su voluntad. Esta circunstancia dura, de un juicio, a uno le ayuda a ser humilde y poner la confianza en el Señor, es el único que saca nuestros pies de la red del cazador, el que nos tiende la mano, el buen pastor… y, si hay oportunidad, pues sirve para dar testimonio. No me van acusar de ningún crimen horrible, solo de una opinión que di, que al estado no le gusta, simplemente es eso.
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