La historia demuestra que en aquellas sociedades que oficializaron el catolicismo, o en el caso de los países escandinavos e Inglaterra con variantes escindidas desde 1517, ello no las preservó en nada del tsunami de la postmodernidad agnóstica en la que hoy están sumidas. Por el contrario, la Iglesia goza de mayor vitalidad en aquellos lugares en los que jamás contó con auspicio estatal (EEUU, Corea del Sur) o directamente sufrió persecuciones durante décadas (Europa oriental).
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