Lo más importante para la juventud católica es profundizar en la fe, en el conocimiento de la Fe católica y los argumentos apologéticos que conocen. El joven tiene que decir como San Pablo: «Sé a Quien he creído». Tiene que ampliar su conocimiento de la Fe, y disponer de medios apologéticos, saber defender su fe, porque vivimos en una sociedad neopagana, en el mundo entero, que ataca constantemente nuestra Fe católica y se burla de ella. Hay que educar a los jóvenes para que sean testigos valerosos y fomentar en ellos la espiritualidad de ser auténticos soldados Cristo, enorgullecerse sólo de una cosa: de ser católicos. Otros orgullos son malos; sólo hay un orgullo bueno. Eso es, en mi opinión, lo más importante para los fieles.
También, no aceptar la forma de vida de este mundo neopagano. Eso quiere decir observar y cultivar la virtud de la castidad. Los jóvenes de hoy tienen que guardar en concreto la castidad, la pureza. Será eso lo que los identifique como verdaderos cristianos entre la sociedad y la juventud degradada y sexualizada que nos rodea. Jóvenes castos y puros de ambos sexos; no será necesario en ese caso que digan mucho. Su vida irradiará una energía espiritual que otros percibirán instintivamente. Con la gracia de Dios y con la ayuda de buenos sacerdotes y una buena formación, los jóvenes tienen que cultivar y observar una vida casta. En concreto, eso significa evitar formas de degradación tan frecuentes como la pornografía y otras cosas impropias de un discípulo de Cristo.
Recordemos que cuando en los primeros siglos los paganos perseguían a los cristianos se quedaban maravillados de su actitud. Decían: «¡Mirad cómo se aman!» Para los paganos era algo muy infrecuente. Ellos odiaban, eran crueles. La sociedad en que vivimos se está volviendo cada vez más cruel y llena de odio. Por eso, tenemos que ensalzar el verdadero amor, la caridad. Pero hoy en día, los paganos también dicen: «Mirad lo puros que son». Y al igual que antiguamente el amor que se tenían entre sí los cristianos condujo a muchos paganos a Cristo, yo diría que actualmente la vida casta de muchos jóvenes católicos atraerá a otros jóvenes a Cristo.
Por último, todo esto que acabo de decir tiene que acompañarse de oración. Los jóvenes tienen que ejercitarse en la oración personal. Éstas son las armas. Y siempre tienen que portar el arma en el bolsillo. Me refiero al Rosario. Ésa es el arma de los jóvenes.
Mons. Atanasio Schneider
Fuente: Adelante la Fe
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