23/01/2025

Cuando el nuevo arzobispo de Milwaukee ayudó a esclarecer el asesinato ritual de una monja

Jeffrey S. Grob, de 63 años, fue nombrado recientemente arzobispo de Milwaukee (EEUU) por el Papa Francisco. Lo interesante de su figura es que se desempeñó varios años como exorcista oficial de la Archidiócesis de Chicago (EE.UU), y, antes, ayudó a esclarecer el asesinato ritual de una monja por parte de un sacerdote.

El libro de David Yonke Sin Shame and Secrets cuenta cómo Grob ayudó a los investigadores que trabajaban en el asesinato sin resolver de la hermana Margaret Ann Pahl, en Toledo, Ohio (EEUU). Un crimen cometido en una sacristía en el Sábado Santo de 1980. El portal RenewAmerica ha recogido la historia. 

El sargento habla con el estudiante Grob

La hermana Pahl, de 71 años, fue encontrada muerta a puñaladas de manera ritual en la capilla de un hospital. En 2006, el padre Gerald Robinson llegó a ser condenado por su asesinato y murió en prisión por causas naturales en 2014.

La investigación comienza cuando el sargento Forrester llamó al sacerdote Michael Billian y le dijo que tenía algunas preguntas sobre el tema del ocultismo. No dio más explicaciones, pero el padre supuso que tenía algo que ver con el caso del padre Robinson. Billian le sugirió, entonces, que llamara a Jeffrey Grob, sacerdote y exorcista de la archidiócesis de Chicago que estaba investigando su tesis doctoral sobre el ritual del exorcismo.

La hermana Margaret Ann Pahl fue asesinada en 1980.

El sargento Forrester llamó al padre Grob y habló con él durante casi dos horas. Dos semanas después se dirigió a Chicago para reunirse con el sacerdote y, después de eso, el padre Grob hizo varios viajes a Toledo para examinar la escena del crimen y las pruebas, y para hablar con el departamento de casos sin resolver.

Desde el principio, el padre Grob dijo a los detectives que había fuertes indicios de que el asesinato de la hermana Margaret Ann Pahl tenía indicios propios del ocultismo.

«Las personas que adoran a seres distintos a Dios buscan invertir todo lo sagrado. Toman algo que es sagrado y lo ponen patas arriba, literalmente. Profanan lo que es sagrado», dijo Grob.

Para los cristianos, «la cruz simboliza la muerte de Jesús, el Mesías, que sacrificó su vida al ser clavado en una cruz hace 2.000 años. Para los satanistas, y otros que se dedican a burlarse del cristianismo, la cruz invertida es un símbolo poderoso. El asesino de la hermana Margaret Ann había tomado una cruz y la había colocado, boca abajo, sobre su corazón, que apenas latía, mientras la monja yacía inmóvil en el suelo de la sacristía. Luego le hundió una daga nueve veces en el pecho, trazando el contorno del símbolo anticristiano de una cruz invertida. Todo esto no fue una coincidencia», aseguró el padre Grob.

«Hay dos maneras de interpretar la cruz invertida. La interpretación más antigua es la de San Pedro, quien, según la tradición, fue crucificado en una cruz invertida. Cuando llegó el momento de su ejecución, sintió que no era digno de morir en la cruz como lo hizo el Señor, por lo que pidió que lo crucificaran en una cruz invertida. Es parte de la tradición católica. Desafortunadamente, desde hace siglos la imagen ha sido usurpada y utilizada en el culto satánico«, comentó el que sería años después arzobispo.

Los detectives le preguntaron al padre Grob si había otros símbolos de un posible asesinato ocultista. «Hablamos de una mujer que había consagrado su vida a Dios, que era la esposa de Cristo, que se encontraba, supongo, en estado virginal. Ser degradada y violada no sólo era una afrenta a la persona de la hermana Margaret Ann Pahl, sino a muchas otras cosas. Cuanto más puro sea el sacrificio, mayor será el poder que aporta a los satanistas, y a otros fieles anticristianos», apuntó en su día el sacerdote.

El padre Grob dijo que también era significativo que el asesino cubriera a la hermana Margaret Ann con un mantel de altar antes de apuñalarla. En la liturgia católica, cuando el sacerdote consagra el pan y el vino, transformándolos literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, lo hace sobre el altar del sacrificio, que está cubierto con un paño. «El mantel es un elemento que cubre el altar, el lugar donde se realiza el sacrificio«, señaló el padre.

Con todos los símbolos que rodeaban el asesinato de la monja, los investigadores aún tenían una pregunta inquietante: ¿podría un sacerdote católico estar realmente involucrado en el culto satánico y cometer un sacrificio ritual? «Como católico, creo que el diablo existe», dijo el padre Grob. «Así como hay quienes entregan su vida a Dios, hay quienes se han entregado al diablo. Los sacerdotes no son inmunes a esa tentación», añadió.

El sacerdote reconoció que los numerosos símbolos vistos lo habían convencido de que el asesino era alguien con amplios conocimientos sobre el ritual católico. «Todas estas cosas diferentes le fueron hechas dentro de un contexto específico. No se trata de actos aleatorios. Todas estas cosas, claramente, fueron cometidas por alguien con conocimientos especializados», aseguró Grob.

«Una religiosa habría tenido, sin duda, ese conocimiento. Un sacerdote, también. Tal vez un seminarista. Pero, me sorprendería que los católicos en general comprendieran el significado global de todas esas cosas que se hicieron», dijo.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»