16/11/2024

De Barcelona empieza a fluir, fuerte, la Corriente Social Cristiana: influir con la doctrina social

(Fotografías por FotoCasalMar)

Desde Barcelona empieza a fluir con fuerza la Corriente Social Cristiana (elcorrent.org), un impulso para unir a cristianos (e incluso no cristianos, pero con ideas muy cristianas) de distintas tendencias políticas y orígenes, pero que creen que la Doctrina Social de la Iglesia se puede aplicar en la sociedad, en la cultura, en la defensa de la vida, la familia y la justicia social.

El Aula Magna de la Universidad Abat Oliba de Barcelona se llenó el pasado 3 de febrero en el acto de presentación. Entre los asistentes había gran variedad: personas del mundo educativo, otras interesadas en la política y en la economía, gente que ha llegado a la fe recientemente o la ha avivado en encuentros como Emaús, Cursillos o Alpha, veteranos socios de E-Cristians, activistas provida y profamilia…

Tras una misa para madrugadores en la capilla de la universidad, condujeron el encuentro Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians, y miembros del equipo promotor de la Corriente, la profesora Maria Pilar Ruiz, el publicista Albert Solé, Carles Ros Arpa (abogado y funcionario municipal) y el profesor de Empresariales y delegado de Evangelización de la diócesis de Vic, Remigi Palmés, entre otros.

(Lea aquí la entrevista en que Remigi Palmés explica a ReL la Corriente Social).

Aunque la Corriente nace en Barcelona y tiene presencia en otras zonas de Cataluña, su objetivo es poder crecer en influencia y actividad también en otras zonas de España, activando a los católicos para participar en la vida pública desde la Doctrina Social de la Iglesia. 

Dos conferencias invitaron a la reflexión, en este caso sobre la crisis social y educativa, a cargo de Josep Maria Alsina Roca, doctor en Filosofía, y del filósofo y pedagogo Gregorio Luri.

Aula Magna de Abat Oliba en Barcelona, repleta para la presentación de la Corriente Social Cristiana.

Josep Miró i Ardèvol animó a la unidad entre cristianos y personas preocupadas por la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, por una economía más justa, por un mejora en la participación democrática, y por las libertades de las familias. «La Corriente no ha venido a hacer teoría ni grandes discursos, sino para actuar con la voluntad de transformar la sociedad«, aseguró.

Según detalla Catalunya Cristiana, entre los asistentes estaban la delegada de Laicos del arzobispado de Barcelona, ​​Anna Maria Almuni; el jefe de identidad y Misión de la Escuela Cristiana de Cataluña, Eloi Aran; la profesora de IESE Business School Núria Chinchilla, el exvicepresidente del Tribunal Constitucional Eugeni Gay, el exdiputado Manuel Silva y el director del Colegio Santa Isabel de Barcelona, ​​el sacerdote Manuel Salord, entre otros.

Misa para madrugadores, previa al encuentro de la Corriente Social, en la capilla de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona.

En la parte final del encuentro, Albert Solé explicó los símbolos que usa la Corriente: el logotipo del pez que usaban los cristianos antiguos y el color rosado o salmón de los dos domingos «alegres» (el Gaudete en Adviento, y Laetare en Cuaresma), signos de esperanza en el desierto.

La declaración fundacional afirma que la Corriente Social Cristiana “se fundamenta en la dignidad de la persona y la promoción de sus derechos, la libertad religiosa, la igual dignidad de los hombres y mujeres la protección de la familia , los principios de solidaridad y subsidiariedad , el bien común , el destino universal de los bienes, la preservación de la naturaleza y la participación ciudadana”.

El objetivo de la Corriente Social es participar en la vida pública e influir, no formando un partido político (aunque hablará con los políticos, les intentará dar ideas buenas y criticará las ideas malas) sino impulsando una movilización social «para construir una civilización basada en la verdad y el amor «.

Publicamos íntegra la declaración detallada de la Corriente Social Cristiana, con sus objetivos y motivaciones.

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DECLARACIÓN DE LA CORRIENTE SOCIAL CRISTIANA

La Corriente Social Cristiana es un movimiento que busca transformar la sociedad actual para hacerla más libre y más justa. Propone la renovación social, cultural y política, promoviendo los principios y los valores del humanismo social cristiano en todos los aspectos de la vida y en todos los sectores para construir una civilización basada en la verdad y el amor.

Nace para intervenir en la vida política y el espacio público, en el debate sobre el bien común y en su consecución. Presenta proyectos, acciones y campañas claras y concretas.

Para esta misión, apelamos a la unidad de los cristianos y de las personas de buena voluntad y los llamamos a asociarse a La Corriente.

Declaramos:

Que las instituciones, en especial las políticas, pueden hacer posible una sociedad donde se viva una vida más plena, equilibrada y virtuosa; donde la justicia impere en el trato mutuo y cada persona encuentre su lugar y pueda desarrollar sin trabas su vocación.

Somos portadores de esperanza y, por ello, contribuimos a forjarla.

Queremos una política que, por medio de la concordia, la escucha, la negociación y el consenso, sea realmente capaz de construir el bien común y, por lo tanto, las condiciones que hacen posible que cada persona, familia y empresa logre su mayor perfección en beneficio de toda la comunidad.

Consideramos que la exclusión de Dios es una de las raíces principales de la mayor parte de los problemas actuales. La referencia al Creador no niega la libertad, el respeto y el pluralismo social; al contrario, los refuerza en razón de la fraternidad surgida de la convicción de que compartimos la misma dignidad como criaturas suyas. La conciencia de trascendencia, además, aporta sentido a nuestra vida, nos da esperanza y nos anima, creando así una sociedad mejor.

Son el laicismo de exclusión religiosa y cultural y el ateísmo, cuando propugna la supresión de Dios, los que eliminan todo pluralismo del espacio público y político. Fe y razón no se contradicen, sino que son dos maneras complementarias de contemplar una misma y única verdad. Guiada por esta verdad, la ciencia nos ayuda a conducir a la humanidad hacia un mundo más justo. Es necesario, pues, que la tecnología esté al servicio del bien de todos.

La Corriente constata la necesidad del testimonio, la presencia y la acción común ante una sociedad desvinculada y deshumanizada, y ofrece respuestas propositivas y positivas. Luchamos contra las imposiciones ideológicas, promoviendo y defendiendo aquello que es auténticamente humano y los valores fundamentales de la vida social: la verdad, la libertad y la justicia, con espíritu abierto a todo el mundo.

Partimos de una visión ecológica integral que incluye la ecología humana y, en consecuencia, de la relación entre ecología, justicia social y vida humana. El planeta es la casa común de todos, tanto de las generaciones actuales como de las futuras. Hay que cuidarlo y establecer una relación armónica entre éste y el ser humano en todos los ámbitos y actividades.

La Corriente tiene como eje vertebrador los principios de la doctrina social cristiana y trabaja para transformarlos en aplicaciones concretas. Se fundamenta en la dignidad de la persona y la promoción de sus derechos, la libertad religiosa, la igual dignidad de los hombres y las mujeres, la protección de la familia, los principios de solidaridad y subsidiariedad, el bien común, el destino universal de los bienes, la preservación de la naturaleza y la participación ciudadana, un diálogo cordial entre todas las personas y entre todos los saberes, una sociedad reconciliada en la justicia y el amor, y una libertad vinculada con la ley natural.

Nuestra tarea principal es contribuir a abordar con voluntad de servicio y eficacia los problemas y crisis que nos perjudican, identificando injusticias, faltas de libertad y falseamientos de la verdad, y fomentando los cambios necesarios para revertirlos. 

Objetivos:

Impulsar una nueva forma de gobernar. Las políticas públicas que se aplican no resuelven en muchos casos las múltiples crisis que sufrimos, ya que parten de dogmatismos ideológicos e ignoran la realidad y las opiniones de los expertos y de los ciudadanos. Esta forma equivocada de gobernar genera cargas crecientes sobre la sociedad civil en lugar de aligerarlas. La política que practican los partidos con representación parlamentaria fomenta la polarización, los enfrentamientos y las descalificaciones mutuas, y contamina así los medios de comunicación y la vida social. Esto hace que los políticos y la política sean percibidos por la mayoría de los ciudadanos como uno de los principales problemas, cuando deberían ser la vía de solución de los problemas comunes. Promovemos, pues, una nueva forma de hacer política basada en el espíritu de servicio, la concordia y la búsqueda del consenso.

– Actuar para salvaguardar el Estado de derecho y la separación de poderes. Ambos se están deteriorando y nos están conduciendo a un Estado donde las leyes se aplican a conveniencia del poder. Rechazamos la tendencia del Tribunal Constitucional a convertirse en un ilegítimo tribunal constituyente.

– Reclamar la participación ciudadana real y la transparencia en las actuaciones de los poderes públicos.

– Restablecer la democracia. El gobierno debe estar al servicio de los ciudadanos. Las listas electorales cerradas y bloqueadas hacen necesario un nuevo sistema fundado en la relación directa entre elector y elegido. El sistema actual dispone de unos mecanismos que provocan que los diferentes gobiernos estén al servicio de una oligarquía que vela por sus intereses y no por el bien común.

– Aportar a la sociedad catalana y a sus instituciones una visión y una práctica que contribuyan a superar la actual división, causada por la discrepancia sobre el futuro de Cataluña en relación con España. Esta práctica se basa en el respeto, la escucha, el diálogo y la fraternidad, y se guía por el bien común y el principio de subsidiariedad como elementos centrales. Consideramos que este es el único camino beneficioso ante todo conflicto y en todo país.

– Priorizar la atención pública y la aplicación de los recursos a aquello que es más necesario.

Constatamos que:

– El sistema educativo está fallando, el sistema de salud se deteriora, hay carencias en cuidados paliativos y, a la vez, se promueve la eutanasia.

– La crisis del sistema público de pensiones, que absorbe ya una gran parte de los ingresos fiscales, y la falta de atención al grave problema de la baja natalidad son problemas críticos.

– Es necesario prestar apoyar público a las madres y familias que desean tener hijos, en lugar de sufragar el aborto y convertirlo en ideología de Estado.

– Son claramente insuficientes las políticas, la gestión y los recursos destinados a reducir la pobreza ―especialmente la infantil―, el paro juvenil y a largo plazo, y la desigualdad económica excesiva.

– La carencia de vivienda es una manifestación muy grave de estas insuficiencias.

– Los poderes públicos no pueden abordar el reto de la inmigración sin mejorar sustancialmente las deficiencias y las condiciones de vida en los países de origen. Hay que tratar a las personas inmigrantes con la misma dignidad que a las autóctonas.

– Reivindicar una «perspectiva de familia» como uno de los ejes transversales de todas las políticas. Consideramos que la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer es el cimiento de la sociedad y el mejor ámbito para la educación, crecimiento, bienestar y felicidad de los hijos.

– Recuperar la plenitud de la patria potestad y los derechos constitucionales de los padres en la educación moral y religiosa de los hijos, erosionados por las nuevas leyes.

– Defender la libertad religiosa y el respeto a su diversidad.

– Abogar por la igualdad de condiciones, en todos los ámbitos públicos, de las diferentes cosmovisiones, ya estén basadas en el materialismo, ya en la creencia en Dios. Reconocemos la importancia del cristianismo en nuestra historia y cultura, y las consecuencias de este hecho, que queremos preservar.

Eliminar la obsesión por las identidades sexuales, la lucha de géneros y la cultura woke o de la cancelación, que han conseguido desviar la atención de una cuestión fundamental: la del poder económico y el justo reparto de los recursos y las oportunidades.

– Incentivar formas de entender la vida como la que expresa el cristianismo. Son alarmantes el número creciente de suicidios y el aumento de las enfermedades mentales, de las dependencias tóxicas y de la prostitución y la pornografía, así como el de la soledad no deseada. Las estadísticas revelan el fracaso de la cultura dominante.

– Construir una sociedad donde la economía esté al servicio de las personas, sus familias y comunidades, por medio de la aplicación de los principios de la doctrina social cristiana.

– Conseguir que igualdad sea sinónimo de justicia social, entendida como garantía de que todos los individuos tengan igualdad de oportunidades y de acceso a recursos, y estén sometidos a una distribución justa de cargas y beneficios. Aspiramos a una justicia que promueva la equidad y la inclusión sin imponer la igualdad absoluta o desincentivar la iniciativa individual.

– Propugnar la regulación del mercado, tanto el económico como el laboral o el del conocimiento, en aquellos aspectos contrarios al bien común; entre otras razones, para preservar su libertad, constreñida por los oligopolios. La falta de control del mercado tiene especial importancia en el ámbito de las nuevas tecnologías, que si no son reguladas crearán más injusticias sociales que la Revolución Industrial.

– Recordar que la propiedad privada tiene que cumplir con el principio del destino universal de los bienes y permanecer al servicio del bien común. La economía no es un objetivo en sí mismo. Hay que poner la dignidad de las personas por encima del dinero y las ideologías.

– Afirmar nuestra vocación europea y la importancia de las raíces cristianas de Europa, así como la necesidad de dar respuesta a los desafíos que afronta, tales como la falta de una política de defensa propia y de un sistema fiscal unitario para la unión monetaria, la gestión de la inmigración y la situación en Ucrania, entre otros conflictos que se extienden en nuestro entorno.

Contribuir a la colaboración internacional en la búsqueda de la paz, la reducción de la pobreza y la solución a la crisis ambiental.

Acción:

Actuamos para incidir en la cultura y en los ámbitos público y político, con una naturaleza jurídica y práctica que no tiene nada que ver con la de los partidos: somos una corriente organizada de la sociedad civil.

La Corriente aspira a influir de manera positiva y efectiva en todas las esferas de la sociedad, actuando, movilizando, comunicando, formando y sirviendo. Con esta finalidad, escucha y dialoga con las personas, grupos, instituciones y partidos, genera consensos sociales, lleva a cabo campañas, organiza eventos, promueve espacios de debate y colabora con las instituciones eclesiales católicas —para que se hagan presentes en la sociedad—, con todo el entorno cristiano y con todas las iniciativas cívicas.

Desarrollamos especialmente nuestra actividad en los siguientes ámbitos:

– Jurídico: impulsando leyes que se alineen con la visión que proponemos y utilizando los medios legales para oponernos a normas o interpretaciones ilegales o injustas.

Cultural y formativo: promoviendo acontecimientos que afirmen la alternativa ante la cultura ahora hegemónica del individualismo basado en la emotividad.

Mediático: haciendo presentes nuestra concepción y acción en los medios de comunicación, especialmente en las redes sociales.

Político: convirtiéndonos en interlocutores de los partidos, trabajando para lograr presencia y apoyo social, proponiendo un modelo de actuación, proyectos y políticas públicas, desplegando campañas de opinión y de acción, fomentando la concordia, y formando grupos de diálogo y acción política (sin excluir la intervención directa, colectiva y organizada cuando sea necesaria porque la mediación no baste).

Llamamiento

Llamamos a formar parte de la Corriente a todas las personas, tanto aquellas que creen en Dios como fuente de verdad, justicia, bien y belleza, como aquellas que no comparten la fe pero se identifican con estos valores universales.

Alentamos a aglutinar esfuerzos y compromisos a los cristianos y a todos quienes participan de nuestra misión, visión y acción, así como a las entidades que los representan. A estas las invitamos también a iniciar un proceso de unión a la Corriente, o a establecer coordinaciones funcionales para el mejor logro de los fines compartidos.

Más información sobre la Corriente Social Cristiana y como apuntarse o participar, en: elcorrent.org

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»