22/12/2024

De espaldas a Dios, buscó la fe en la Nueva Era y la encontró en «La Sacristía de la Vendée»

Nacida y criada en la España del tardofranquismo, Cruz Iniesta se define como «una mujer de su tiempo». Como muchos otros, nació en el seno de una familia católica y practicante, pero que, «con la entrada del relativismo», se alejaron de la Iglesia.

«Dejó de ser importante. No la fe, pero sí la Iglesia, como estructura, que se había descompuesto para ellos. Dejó de ser importante ir a misa o no, se alejaron de la práctica, yo hice la comunión, pero dejamos de ir«, recuerda en el canal La fe de la Iglesia.

El suyo «no era un caso excepcional» sino que, como relata, fue un proceso más o menos generalizado que fue afectando a la mayoría de jóvenes.

«Y en la universidad, si te quedaba algo [de fe], ya era la destrucción total. Por lo menos en la España de los años 80. Te vas de casa, llega la libertad absoluta y, con ella, muchos peligros del libertinaje», recuerda Cruz, que por entonces estudiaba Derecho y Biología.

Kábala, esoterismo y «ateísmo cristiano»

Hoy describe aquellos años como «vivir de espaldas a Dios y completamente el pecado«, con una noción del mal que se borró rápidamente.

Con todo, se mantenía en cierta manera aferrada.

La ciencia, dice, «me mostraba que el mundo no podía aparecer como con un chasquido, pero Dios empezó a desdibujarse y ser algo abstracto, como una fuerza dadora de vida y poco más, sin que entrase lo moral o los mandamientos».

Sin llegar a casarse, Cruz tuvo una hija, a la que bautizó y llevó a un colegio católico «con la convicción de que los católicos son los valores reales y buenos de una sociedad».

Si tuviese que definir de alguna manera aquel caos,  recordaría su postura como «cercana al ateísmo cristiano».

Pero para ella no era suficiente. Con una personalidad marcadamente inquieta por lo espiritual, y en ese momento carente de Dios, Cruz trató de saciar su sed «en todas partes y lugares», incluso «donde no se tiene que buscar».

Entre ellos,  nombra temas como la ufología, el estudio de la kábala, el espiritismo, otras religiones, lo esotérico… incluso sintió cierto interés en estudiar la masonería.

La mano de Dios en plena «batalla espiritual»

Hoy puede dar «gracias a Dios» de que le «ahorrase» ciertas complicaciones de aquel mundo de gnosis. Pero entonces no podía ni quería abandonarlo.

Pero a partir de cierto momento, empezó a interesarse por las apariciones marianas o la lectura de la Biblia. YouTube, entonces casi prehistórico, le ayudó a reconectar con la fe. Hoy ve en todo ello «la mano de Dios».

De las apariciones marianas pasó a la fascinación por la Sábana Santa. Eso le llevó, irremediablemente, a tener que «aceptar que había un Jesús de Nazaret, que los Evangelios eran verdad».

Pero lo que por entonces no sabía ella es que se estaba librando «una batalla espiritual» en torno a su alma. De vez en cuando, ella percibía que se acercaba a aceptar las verdades de la fe y entonces, se alejaba de ese proceso hasta que meses después, algo volvía a llamarle la atención.

Como si de pequeños muros o barreras intelectuales se tratase, se iban derribando una tras otra. Una de las últimas y más asentadas en ella era una percepción de la Iglesia como una mera «estructura de poder humano».

Pero «la mano de Dios» seguía apareciendo. En este caso, con una persona profundamente creyente que apareció en su vida y gracias al cual comprendió que la Iglesia «tenía que ser algo más». Pronto comprendería episodios tan destacados en torno a ella como la Leyenda Negra o la persecución de la fe en la España de los años 30.

Cara a cara con el demonio: «Sentí puro terror»

Pero si tuvo un revulsivo que aceleró su viaje de la fe, este sucedió en 2017. Por entonces residía en Granada, donde tenía un bar en el que, tras cerrar, dedicaba junto a amigos y conocidos largas horas de conversación en torno a Dios y la fe acompañadas de cervezas y tabaco.

Cruz, ya bregada en adivinar las diferentes sustancias que podían haber consumido quienes se acercaban al local, en un barrio plagado de «droga, alcohol y cocaína», observó que entraron una madre y su hija, de unos 30 años, que había abortado en más de diez ocasiones. Entonces, las dos alcohólicas empezaron a ser «especialmente problemáticas», pero de una forma «diferente».

«Una noche le dije: `Vete de aquí, que estás endemoniada´», relata. Aún hoy se le ponen los pelos de punta y le tiembla la voz  al recordar lo sucedido: «Se le puso en la cara como un rictus burlesco, los ojos total y absolutamente negros y me miraba profundamente, con puro terror, sintiendo como que me decía: `Te conozco y no te vas a escapar´».

Sin saber cómo, pronunció una rápida jaculatoria y la mujer se fue.
«Fue una hecatombe interior. Ahí estaba el demonio. Una cosa es decir `Dios existe´ y otra rendirle tu voluntad. Pero si el demonio existe y lo acababa de tener en frente, Dios también. Y ya no valía un dios lejano. Fue un impacto [y una batalla espiritual] muy fuertes, de intentar entender, de empezar a rezar, de renunciar a mi vida y cambiarla por completo«, relata.

De regreso a la fe gracias a YouTube

No fue sencillo. Interiormente, Cruz renunció a su vida pasada, pero rendir su voluntad a Dios no estaba en sus planes. Tampoco se sintió ayudada en Zaragoza cuando, ya en plena pandemia, aquello que hasta no hace mucho contemplaba como una «estructura humana cerró las iglesias aún sin haber obligación legal» de hacerlo.

Ahí conoció canales como La Sacristía de la Vendée, La fe de la Iglesia, de José Plasencia,  o El depósito de la fe, de Leonardo Abdala. Cruz exprimió todo su renovado deseo de conocer la fe y la Iglesia, la liturgia, las oraciones, la verdad de la historia, la Patrística, o argumentos frente a la Leyenda Negra.

La Sacristía de la Vendée (en la imagen, seis de sus presentadores) fue uno de los canales de YouTube que motivaron el regreso a la fe de Cruz Iniesta. 

Tras los meses de confinamiento, la mujer se acercó a la Iglesia queriendo comulgar, pero sabiendo que  necesitaba una confesión de vida. «Empecé a tener una conciencia de pecado que no había tenido hasta entonces, cuando una noche sentí que el alma se me partía. Me tiré al suelo y solamente pude llorar  y pedir perdón, comprendiendo el mal que había hecho y el bien que había dejado de hacer. En esa confesión me rompí. Cuando me dio la absolución, sentí que Dios me abrazaba y ahora lloraba de alivio, agradecimiento, el perdón y la paz de Dios».

«Nunca he entendido mejor el mundo que con la mirada cristiana»

Recuerda que ese día, la «batalla espiritual» no solo no había terminado: acababa de comenzar, pues «el gran acusador sabía que ahora tenía la gracia de Dios y quería arrebatársela», en palabras de su confesor.

Las dificultades no han desaparecido, pero hoy, Cruz afirma sin dudar que nunca ha sido tan libre en su pensamiento como ahora.

«Nunca he entendido mejor el mundo que con la mirada cristiana que Dios me ha dado. Si creemos que Dios es nuestro Padre, entenderemos las doctrinas que promulga la Iglesia, que son lógicas y necesarias si somos una gran familia», concluye Cruz.

Esta conversa se acaba de iniciar a sus 57 años en el mundo digital donde recuperó la fe, YouTube, desde el canal La plenitud de la fe, elaborando actualmente una serie sobre el estudio del libro del Apocalipsis.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»