Matthew y Emily Sweet son de EE.UU. y se casaron en junio de 2023. Tres meses después, y una JMJ de por medio,—que sirvió como luna de miel—, tienen una misión familiar muy especial: confiarle a la providencia todas las cosas. Una tarea que sigue el ejemplo de sus vecinos de al lado: la Comunidad del Cordero. National Catholic Register cuenta su historia.
Matthew tiene 27 años y trabaja en distintos proyectos católicos de caridad, se mudó en su día a Kansas City (EE.UU.)—donde está también la Comunidad del Cordero— gracias al ministerio provida Crossroads. Emily, de 29 años, fue profesora de música y actualmente es ama de casa, creció cerca de Kansas City y se convirtió al catolicismo hace dos años y medio.
Sus hijos, amigos de los monjes
La pareja se conoció precisamente en un encuentro para jóvenes ofrecido por la Comunidad del Cordero en Estados Unidos. Ambos son miembros laicos de esta orden, lo que significa que hacen promesas de vivir el modo de vida de los monjes en la medida que se pueda dentro de la sociedad.
Pero, en su reciente decisión de vivir junto a la Comunidad del Cordero en el sur de Francia no solo pesa su estrecha relación con los monjes y las monjas, sino también sus futuros hijos: «Queremos que nuestros hijos tengan la oportunidad de ser amigos de los monjes, y también de los pobres, de aquellos de los que se rodea la comunidad», explica Matthew.
Foto superior: la Comunidad del Cordero en una bella procesión al sur de Francia. Fotos inferiores: Matthew y Emily.
Emily agrega: «Queremos que nuestros hijos no tengan miedo a la pobreza, que dependan siempre de la Providencia, y que dejen de pensar que sus padres son perfectos y que podrán proveerles siempre; todos tenemos que confiar en Dios».
La Comunidad del Cordero es una orden mendicante fundada en Francia en 1981, su forma de vida está estrechamente ligada a la meditación del Evangelio, a la liturgia, al amor al prójimo,—especialmente a los jóvenes y a los pobres—; y a una fuerte confianza en la providencia.
El vínculo de los Sweet con la Comunidad del Cordero, perteneciente a la familia de la Orden de Predicadores, se remonta al padre de Matthew, quien siempre recordaba cómo los dominicos visitaban su casa a menudo cuando él era pequeño, ya que su padre —el abuelo de Matthew—, trabajaba con ellos en el Providence College en Rhode Island.
La providencia no solo condujo a Emily y Matthew a la Comunidad del Cordero sino que los llevó también a vivir una luna de miel un tanto inesperada. Matthew se había inscrito para la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa 2023 cuando comenzó a salir con Emily.
A medida que avanzaban los días, y se acercaba la boda, pensaron que sería una gran oportunidad el viajar como peregrinos, y recién casados, a ver al Papa. Acudieron con la Archidiócesis de Kansas City y pasaron dos semanas por Europa visitando distintos lugares.
Las Hermanitas del Cordero en oración en una de sus capillas.
Los peregrinos visitaron Fátima, y allí Emily y Matthew experimentaron de manera tangible la universalidad de la fe católica. Matthew recuerda: «En lugar de rezar en voz alta, muchas veces completaba la oración mentalmente, así podía escuchar a la Iglesia universal».
Lo que más conmovió a los recién casados fue la amabilidad del pueblo portugués, que compartió sus hogares y todo lo que tenía con los peregrinos. También fue importante para ellos la presencia del Papa Francisco, en particular, recuerdan la ceremonia de apertura de la JMJ como un momento de gracia.
Estaban tan conmovidos por el mensaje del Papa, de vivir de la providencia, que los dos se quitaron los zapatos y caminaron descalzos de regreso a su alojamiento. «La alegría que experimenté en ese momento me recordó a cuando salía con Matthew de nuestra boda; algo vertiginoso y lleno de alegría», dijo Emily.
La parada más especial: Saint-Pierre
Después de la JMJ, la pareja viajó a diferentes lugares de Francia y Alemania. Visitaron la ciudad de Paray-le-Monial, donde está el cuerpo incorrupto de Santa Margarita María Alacoque y San Claude de la Colombière, director espiritual de Santa Margarita María. Una visita que fue descrita por la pareja como «nuestra copa está llena después de la Jornada Mundial de la Juventud».
Otro momento destacado del viaje fue, sin duda, la visita a Saint-Pierre, la casa madre de la Comunidad del Cordero, ubicada en Plavilla, al sur de Francia. Matthew dice: «Queremos que sea un lugar de evangelización. Deseamos amar a Jesús en nuestro prójimo y especialmente en los pobres; aquellos a quienes podemos recibir en nuestra puerta con una comida, con un vaso de agua o una charla. Queremos ser uno con los pobres, estar con ellos».
Aquí puedes ver una de las misiones por las calles de los Hermanitos del Cordero.
Para reforzarlos en esta misión, cuentan con la amistad de sus vecinos y de la Comunidad del Cordero, quienes les recuerdan cada día el modelo de amor al que esperan moldear sus vidas. «Queremos vivir confiando en Dios para todas las cosas que necesitemos. No es nuestro trabajo lo que nos sostiene, sino que es el Señor», concluye Matthew.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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