Desde hace al menos 350 años, la Iglesia universal celebra cada día 2 de octubre la fiesta de los Ángeles Custodios, en referencia a los «ministros» de Dios que se hacen «custodios y guardianes» de los fieles según los catecismos.
Ya en 1608 el Papa Pablo V instituyó la fiesta de los Santos Ángeles de la Guarda y posteriormente Clemente X estableció el 2 de octubre como el día de su celebración a la Iglesia universal.
Los Ángeles custodios existen desde la misma creación y forman parte de aquellos que permanecieron fieles a Dios y que fueron confirmados en su gracia, gozando por toda la eternidad de la presencia divina amando, bendiciendo y alabando a Dios.
La confianza y creencia humana en los ángeles custodios o la mención a los mismos se remonta miles de años atrás.
Desde los primeros cristianos
Ya en el Nuevo Testamento se plasma la creencia en los ángeles custodios, como se muestra en Hechos 12, cuando Herodes tenía a Pedro cautivo:
«Pedro volvió en sí y dijo: `Ahora me doy cuenta realmente de que el Señor ha enviado su ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos´. Consciente de su situación, marchó a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde se hallaban muchos reunidos en oración. Llamó él a la puerta y salió a abrirle una sirvienta llamada Rode, quien, al reconocer la voz de Pedro, de pura alegría no abrió la puerta, sino que entró corriendo a anunciar que Pedro estaba a la puerta. Ellos le dijeron: `Estás loca´. Pero ella continuaba afirmando que era verdad. Entonces ellos dijeron: `Será su ángel´».
Al testimonio de los primeros cristianos se añade el de padres de la Iglesia como Orígenes, que ya en el siglo II subrayaba que «los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja».
En el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde el año 1111 existe una extendida oración que dice: «Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián, custódiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios Señor. Amén».
Fue en el año 1608 cuando Pablo V declaró la fiesta, celebrada en la Iglesia universal el 2 de octubre desde 1670, durante el pontificado de Clemente X.
Los ángeles custodios de las naciones
Así como hay ángeles custodios de los hombres, también los hay de las naciones. Ya en el siglo V, Teodoreto de Ciro señalaba amparándose en las Escrituras que «cada nación tiene su propio ángel custodio» y posteriormente San Basilio Magno lo reiteraba al recordar que «unos ángeles están al frente de las naciones, otros acompañan a cada uno de los fieles». San Juan Damasceno decía que son «mensajeros y ministros de Dios ejecutan su voluntad, se muestran a veces a los hombres, están destinados para guardianes de ciertas regiones de la tierra, de ciertas naciones; se ocupan de nuestros intereses y nos prestan auxilio».
En el caso de España, la festividad de su Santo Ángel fue concedida por León XII, pasando a celebrarse cada 1 de octubre. A ello le siguió la confección de una imagen de dicho ángel auspiciada por la infanta Isabel de Borbón -hermana de Alfonso XII-, que se encuentra en la iglesia de San José de Madrid .
También hay una novena dedicada al Santo Ángel Custodio de España, redactada por el entonces obispo Leopoldo Eijo-Garay en 1917 y que entre sus oraciones, incluye:
Oh, gloriosísimo Ángel Custodio de España, criatura nobilísima enriquecida por Dios con tan excelsos dones de naturaleza y de gracia, tú que gozando de la eterna bienaventuranza vives consagrado a servir al Señor en la custodia y defensa de nuestra Nación, alcánzanos del Todopoderoso la gracia, que por tu intercesión confiadamente le pedimos, de vivir siempre a su servicio.
Patronos del Cuerpo Nacional de Policía
Los Ángeles Custodios también patronos en España del Cuerpo Nacional de Policía, con una devoción que se plasmó con la creación de la Asociación Santos Ángeles Custodios, Amigos de la Policía Nacional.
En 2019, el entonces obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, se dirigió al Cuerpo con estas palabras: “Yo sé que el Cuerpo Nacional de Policía lleváis muy dentro la devoción por los Ángeles Custodios. Lleváis y necesitáis esa protección especial. El común de los cristianos debiéramos tenerlos más presentes, porque Dios nos asigna un ángel a cada uno. Yo os animo a acudir a los ángeles, en medio de vuestro trabajo. Un trabajo con tantos momentos de peligro, en el que ponéis por encima de todo el servicio público, la defensa de los ciudadanos, la defensa del orden constitucional justo y la defensa de los derechos fundamentales. Labor que exige incluso un sacrificio de vuestra propia vida”.
Los Ángeles custodios en los catecismos
La presencia de los Ángeles custodios en los catecismos es una constante. En el Catecismo Mayor de San Pío X se instruye al respecto afirmando que «Dios se sirve de los Ángeles como de ministros suyos, y en especial a muchos de ellos hace custodios y protectores nuestros«, a lo que sigue recomendándose tenerles una devoción particular: «Hemos de tener particular al Ángel de nuestra guarda, honrarle, implorar su socorro, seguir sus inspiraciones y ser agradecidos a su continua asistencia».
Posteriormente, en el Catecismo de la Iglesia Católica, se reconoce como «toda la vida de la Iglesia se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles» y se destaca su presencia en la liturgia, que celebra la memoria de los ángeles custodios.
Como recoge el cánon 336, «desde su comienzo (cf Mt 18, 10) hasta la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 10-13) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). «Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida» (San Basilio Magno, Adversus Eunomium, 3, 1: PG 29, 656B). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios».
La devoción de los santos a los Ángeles custodios
La devoción a los santos ángeles guardianes ha sido profesada por multitud de santos a lo largo de la historia de la Iglesia.
Algunos de los casos más destacados son:
San Jerónimo: «Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia».
San Juan Vianney: «Nuestros ángeles custodios son nuestros amigos más fieles, porque están con nosotros día y noche, siempre y en todas partes. Debemos invocarlos con frecuencia».
San Juan Bosco: «Cuando sientas tentación, invoca a tu ángel. Él está más deseoso de ayudarte que tú de ser ayudado. Ignora al demonio y no le tengas miedo; él tiembla y huye al ver a tu ángel de la guarda».
Santa Teresita de Lisieux: «Mi santo ángel de la guarda, cúbreme con tus alas. Con tu fuego ilumina el camino que voy recorriendo. Ven, dirige mis pasos… ayúdame, te invoco. Sólo por hoy».
San Basilio el Grande: «Al lado de cada creyente hay un ángel que lo protege y lo pastorea hacia la vida».
San Bernardo de Claraval: «Debemos mostrar nuestro afecto a los ángeles, porque un día ellos serán nuestros coherederos, así como aquí abajo son nuestros guardianes y fideicomisarios designados y puestos sobre nosotros por el Padre».
San Francisco de Sales: «Familiarízate con los ángeles y obsérvalos frecuentemente en espíritu. Sin ser vistos, están presentes contigo».
San Josemaría Escrivá: «Si te acordaras de la presencia de tu ángel y de los ángeles de tus vecinos, evitarías muchas de las tonterías que se cuelan en tus conversaciones».
San Juan Casiano: «Los querubines significan conocimiento en abundancia. Proporcionarán una protección eterna para aquello que apacigua a Dios, es decir, la calma de tu corazón, y proyectarán una sombra de protección contra todos los ataques de los espíritus malignos».
Santa Gema Galgani: «El ángel de la guarda comenzó a ser mi maestro y guía, me reprendía cada vez que hacía mal alguna cosa, me enseñaba a hablar poco y sólo cuando me preguntaban. Tenía siempre horror al pecado; pero, a pesar de ello, lo cometía continuamente. Y Jesús no podía estar contento. Sin embargo, seguía consolándome y me mandaba al ángel de la guarda para que fuera mi guía en todo».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
La ex abadesa de Belorado se sincera sobre su situación y la herejía de los «estamentos eclesiales»
De Medjugorje al mundo: la «misión transformadora» de Mary’s Meals y sus 2.400.000 comidas diarias
Dar frutos de verdadera caridad