Pablo Delgado de la Serna no ha tenido una vida sencilla. Desde que nació tuvo que luchar ante graves problemas de salud que nunca han desaparecido, y por eso mismo valora su vida y todo lo que significa. Y así relató este sábado en el Congreso Nacional Provida que se ha celebrado en Madrid este fin de semana, y que tendrá como culmen la gran Marcha “Sí a la vida” que se desarrollará este domingo 10 de marzo a las 12 horas y que discurrirá desde la calle Serrano hasta Cibeles, junto a la esquina con el Paseo de Recoletos en Madrid.
A sus espaldas, Pablo lleva 32 operaciones, la amputación de una pierna, tres trasplantes de riñón, diálisis desde hace años y un cáncer… Y aún así nada de esto le ha robado las ganas de vivir. En una entrevista en COPE motivada por su participación en el Congreso Nacional Provida, este esposo y padre de familia confiesa a que a sus 46 años tiene un 81 por ciento de discapacidad y va seis días a la semana durante tres horas a diálisis. Ha pasado por momentos muy duros y por muchos días difíciles. Pero él lo tiene claro: “una cruz abrazada pesa menos que una cruz arrastrada”.
Por eso es un defensor de toda vida. Pablo señala que Dios le ha dado este regalo de la vida en un envoltorio muy feo pero que valora cada día: “Probablemente si no hubiese sufrido no hubiese valorado mi vida. Lo importante no es tener más y menos sino jugar las cartas que tenemos”.
Pablo Delgado de la Serna ofreció su testimonio en la Marcha Sí a la Vida de 2023.
Pese una vida marcada por la enfermedad desde que apenas tenía seis meses de vida, se reconoce como una persona afortunada: “A mí me ayuda el tener fe, confianza, esperanza y el ser agradecido”. Del mismo modo, considera a su mujer Sara y a su hija Amelia como los otros pilares fundamentales en los que se sustenta su vida. “A Amelia le ha tocado pero Sara es la heroína de la historia porque ella ha podido elegir. Si ella mañana desaparece no tendrá una enfermedad en su casa”, agrega Pablo en Cope.
El sufrimiento ante la enfermedad no siempre ha sido fácil de llevar pero esto lo ha ido transformando en confianza y abandono a lo Alto. Por ello, asegura desde su experiencia que “Dios en la prueba nos da la gracia. Eso me ha dado libertad y mucha paz. Vivo de una forma muy generosa, yo lucho por la supervivencia”.
Y todo esto que vive y siente se lo transmite a sus alumnos de la Universidad Francisco de Vitoria, centro en el que imparte clase. A estos jóvenes -asegura- siempre les transmite su vida de una forma muy directa porque durante el curso siempre suele ser hospitalizado. “Ellos han vivido mis operaciones. A mis alumnos les impacta que me cortaran una pierna. Hay que valorar que sí somos y tenemos”, agrega con confianza.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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