Thomas Michael Kiesebrink nació en 1976 cerca de Düsseldorf; casado y con dos hijos, vive con su familia a orillas del lago Constanza. Estudió Teología en Múnich y Bonn, y se doctoró en Nuevo Testamento en Bonn en 2020.
En 2021 fue recibido en la Iglesia católica. Actualmente está preparándose para el sacerdocio; la ordenación está prevista para 2026.
-Usted fue pastor protestante en una zona rural mayoritariamente católica durante seis años, de 2016 a 2021. ¿Cómo vivió este tiempo?
-Efectivamente, la comunidad protestante se encontraba en una situación de diáspora. En consecuencia, el perfil protestante era de gran relevancia para los feligreses. Por ejemplo, era importante celebrar la Santa Cena sólo de vez en cuando y no todas las semanas, como la Eucaristía católica. Debido a su proximidad a Suiza, el carácter de la comunidad estaba más cercano a los reformadores suizos que al luteranismo. Los servicios religiosos se centraban en el sermón. Una misa luterana habría sido inimaginable, demasiado “católica”.
-¿Qué fue lo que le hizo decidirse a convertirse a la Iglesia católica? ¿Qué papel desempeñó en ello la constitución sacramental de la Iglesia católica?
-Mi conversión es el resultado de una profunda decisión de fe y de conciencia. El desencadenante fue constatar que la plenitud sacramental de la salvación es efectiva y se realiza en la Iglesia Católica Romana. Me di cuenta de que la Iglesia católica en Jesucristo es realmente el sacramento de salvación que todo lo abarca. Es “el proyecto visible del amor de Dios a la humanidad” (Pablo VI). Quería pertenecer a esta Iglesia y participar en su vida sacramental.
»A esto se añadía el anhelo cada vez mayor de una piedad caracterizada por la Eucaristía. Tras años de estudio del Nuevo Testamento, de la literatura cristiana primitiva y de los Padres de la Iglesia, me convencí de que la concepción católica de la Eucaristía es correcta y de que la celebración de la Eucaristía ocupa un lugar central en la vida cristiana y en la liturgia de la Iglesia.
»También comprendí que los demás sacramentos están estrechamente relacionados con la Eucaristía y se organizan en torno a ella. Además, tras un estudio intensivo de la mariología, desarrollé una profunda devoción mariana. Comprendí cada vez mejor que la Iglesia católica no pone a María en el lugar de Jesús. El lema católico es: ¡Con María a Jesús!
»El escritor y converso católico Werner Bergengrün escribió: “Si me preguntan por qué me hice católico… diré por amor a la Iglesia, por amor a los sacramentos, por amor a los santos, por amor a la forma, por amor a la lógica, por amor a la analogia entis [analogía del ente]». Puedo añadir algo parecido: me hice católico porque amo a la Iglesia católica y he encontrado en ella un hogar espiritual.
La Iglesia ordena excepcionalmente a pastores protestantes casados con una orientación vital ya asentada en el servicio religioso a la comunidad. Normalmente son anglicanos o episcopalianos, pero también hay casos de luteranos, como Thomas Kiesebrink cuando complete su seminario.
-En un artículo que publicó en el semanario católico Die Tagespost, usted habla de la importancia del término “catolicidad” para los Padres de la Iglesia como realidad “omnicomprensiva” de la salvación. ¿Toda la verdad de la salvación se encuentra sólo en la Iglesia católica?
-Sí, estoy convencido de ello. En las comunidades protestantes que se separaron de la Iglesia católica, encontramos una negación parcial de las verdades fundamentales de la Revelación. También se podría hablar de una selección subjetiva.
»Esto se observa en muchos ámbitos. Por ejemplo, la Santa Cena protestante contiene elementos esenciales de la Eucaristía con las palabras de institución. Sin embargo, el protestantismo carece del sacerdocio ordenado instituido por el propio Jesús, que desempeña un papel central en la celebración eucarística. Sólo el sacerdote válidamente ordenado puede consagrar la Sagrada Eucaristía pronunciando las palabras de la consagración in persona Christi; es decir, en la identificación sacramental específica con Jesucristo, eterno Sumo Sacerdote.
-A diferencia de la Iglesia protestante, la Iglesia católica está organizada jerárquicamente, tanto en la Iglesia universal como en cada diócesis. El denominado Camino Sinodal pretende establecer, por el contrario, un Consejo Sinodal, tanto en las diócesis como a nivel nacional. ¿Cómo lo ve usted; qué opinión la merece el Camino Sinodal?
-Para el Papa Francisco, es un error “buscar soluciones con organismos siempre nuevos”. La Iglesia católica ya es una organización con múltiples niveles, con una gran riqueza de elementos democráticos y diversas oportunidades de participación. Existen estructuras de consejo a todos los niveles, desde la parroquia al decanato y la diócesis, así como consejos y sínodos diocesanos.
»Por tanto, la creación de un nuevo y permanente Consejo sinodal no sólo parece superflua, sino también poco adecuada para devolver vigor a la Iglesia en Alemania. Por el contrario, encontramos dicho vigor en iniciativas cristianas con nuevas formas de evangelización, como MEHR 2024 en Augsburgo o el congreso anual Adoratio en la diócesis de Passau. Aquí, la Iglesia católica muestra un lado poderoso e inspirador y contribuye a una verdadera renovación de la fe. En lugar de cimentar las disputas internas de la Iglesia en nuevos comités y de centrarse en sí misma, la Iglesia debería dedicar más energía a sus asuntos teológicos fundamentales.
‘¿Jesús como místico?‘, un libro teológico de Thomas Michael Kiesebrink posterior a su conversión donde plantea el misticismo como criterio interpretativo de los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).
-Usted es ahora candidato al sacerdocio. ¿Es una especie de automatismo: de pastor protestante a sacerdote católico? ¿Cómo sintió la llamada al sacerdocio?
-Desde mi conversión, tengo el deseo de poner mis competencias y mi experiencia pastorales al servicio del ministerio ordenado. Siento claramente la llamada al ministerio sacerdotal.
»Un motivo central de mi petición de ser aceptado en el círculo de candidatos a la ordenación es llevar la riqueza, la belleza y la profundidad de la fe católica a las personas en el ministerio sacerdotal. Como sacerdote, quisiera contribuir a que el sacrificio eucarístico sea para los fieles “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (Lumen Gentium 11) y a que la vida sacramental de la Iglesia se experimente como fuerza sanadora.
»Soy consciente de que ser sacerdote exige una disciplina que abarca toda la vida. El fin del sacerdote no es presentarse a sí mismo; él no proclama lo que él mismo ha concebido. Su misión es hacer que el otro –Cristo– sea audible y sacramentalmente tangible. Esa es la tarea a la que quiero dedicar mi vida, con todo mi corazón, toda mi alma y todas mis fuerzas.
-En una entrevista, se refirió a que los himnos protestantes de Martín Lutero y Paul Gerhardt siguen siendo importantes para usted. ¿Se aplica esto también a la teología de Lutero?
-Decidí dar el paso de la conversión porque considero que la teología de Lutero no es correcta en muchos aspectos. Pero, por supuesto, hay pensamientos hermosos y profundos en Lutero. Basta leer la interpretación del Magnificat de Lutero de 1520-21. Otro ejemplo positivo son sus tres reglas para estudiar Teología, que él deriva del Salmo 119: “Oratio, Meditatio, Tentatio” (oración, meditación de la Escritura, experiencia de la tentación). Para Lutero, el teólogo es una persona que –siempre expuesta a la tentación– se adentra en oración en la Sagrada Escritura y es interpretada por ella para poder interpretarla a otros que son tentados. Me parece convincente.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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