30/12/2024

«Del Padre Pío aprendí que cuantos más choques con el demonio, mejor, vas por buen camino»

José Manuel Gutiérrez Arcos es un seglar católico, de 44 años, nacido en Málaga, que se reconoce a sí mismo como «enamorado de Cristo y de su Iglesia, y que dentro de su multitud de pecados y defectos, el Señor puso un buen día su mirada en él, no por tener nada especial sino todo lo contrario, para poder servirle y al pueblo de Dios«.

Acaba de publicar Mi encuentro con Padre Pío: una experiencia sobrenatural, en el que relata lo mucho que le ha ayudado, a lo largo de su vida, el santo capuchino. José Manuel atiende a ReligiónEnLibertad para hablar de los milagros que hacía el Padre Pío, de la importancia de su figura hoy y de las fuertes luchas del santo con el demonio

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-¿Por qué escribir un libro sobre el Padre Pío? 

-El por qué no lo sé ni yo mismo aún, surgió cómo una necesidad imperiosa de mostrar al mundo qué la santidad es posible en nuestros días, qué no es una utopía ni cosa del pasado, todos piensan en los santos cómo si fueran los «super héroes» del cristianismo, o inventos de la Edad Media, pero no es así, la vida de los santos están llenas de calamidades, persecuciones, incomprensiones e incluso persecución por parte de la misma santa madre Iglesia.

»Padre Pío nos dejó la madrugada del 23 de Septiembre de 1968, ¡¡antes de ayer!!, y es un motivo para estimular la fe cristiana. Un santo de este calibre es una manera saber qué Dios no desiste de la Humanidad. Francesco Forggione (Padre Pío) es la antítesis del pensamiento actual de nuestra sociedad, el mismo decía que «sólo quiero ser un fraile qué reza», un modelo de santidad qué debemos de conocer y fomentar su devoción, que yo cómo devoto e hijo espiritual del capuchino no podía dejar pasar.

-¿Qué supone su figura?

-Para mí, su figura, ha sido importantísima. Ha sido, en mi opinión, mi protector. Yo no lo «busqué», no sabía siquiera de su existencia y de que me acompañaba en mi vida, como también en mi camino de conversión, donde tuvo un papel importante.

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«Sin saber cómo ni por qué encontré un film del Padre Pío, encarnado por el actor italiano Sergio Castellito, que me dejó impactadísimo. Una película, de más de tres horas, que visualicé infinidad de ocasiones, y que me ayudó a posteriori a darme cuenta de que la Iglesia fundada por Dios mismo era la santa Iglesia Católica.

-¿Qué luz podría aportar el Padre Pío al mundo de hoy?

-Uff, la pregunta tiene «miga». Su luz resplandecería tanto que nadie la miraría, ya que nos quedaríamos ciegos acostumbrados a vivir en tanta oscuridad, pero podría aportar «esperanza», en un mundo qué ya no la tiene, y que vive alejado, hoy más que nunca, de Dios y de sus mandamientos. Me atrevo a decirlo, sin vacilar y sin temor a equivocarme, que hoy sería de nuevo para nosotros San Giovanni Rotondo un lugar donde nuestra alma descansaría y encontraría en este humilde monje el abrazo y la misericordia de Dios.

-¿Cómo fue ese ‘encuentro’ con el Padre Pío? (Como titula el libro)

-El título de un libro, a veces, es lo más complicado de buscar, para una persona qué empieza a escribir una obra, pero, en mi caso, surgió de manera fácil. Otro título, no resumiría toda la historia qué esconde en sus páginas. Así, de manera breve, el título evoca un momento sobrenatural, que nunca busqué. Era niño (de adulto el Señor me confirmó varios hechos),  bautizado, e hice mi primera comunión, pero de santos no tenía la más remota idea de lo que era, ya si me hablabas de monjes capuchinos, orden franciscana, etc… frunciría el ceño e incluso me encogería de hombros.

-En el libro, hablas de la sanación de tu padre y del papel que tuvo el Padre Pío…

-Este hecho me confirma que, a día de hoy, existen los milagros, si los buscas… Mi padre se encontraba en el campo, junto a un amigo, realizando una serie de trabajos, cuando se sintió muy mareado y cayó al suelo, perdió el sentido, y, cuando se quiso dar cuenta, estaba en zona de quirófano. Su compañero avisó a una ambulancia y fue llevado rápidamente al Hospital Carlos de Haya, en Málaga. Mis hermanos me avisaron de que mi padre se había sentido mal, y que, por una supuesta insolación, había sido llevado al hospital… no sabíamos lo que nos depararía.

Escultura del Padre Pío estrangulando al demonio.

»Estando en la sala de espera apareció el cirujano que atendió a mi padre en primera instancia y preguntó por nosotros, los familiares. Las primeras palabras del facultativo fueron ‘prepárense para lo peor…’, y nos explicó, brevemente, de qué debía ser operado de manera urgente, y que si dábamos permiso para ello… imaginen la escena, mi madre destrozada, mi hermano mediano, de igual manera, pero consolando a mi padre, mi hermano, el pequeño, no había llegado aún… yo, aunque roto por dentro (se me saltan las lágrimas en este momento), puse la mirada en Aquél qué todo lo puede, en Jesús, y en un aliado intercesor, ¿lo adivinan?, sí, el Padre Pío. Me encomendé a él, para que intercediera por mi papá –hoy mi padre vive–, no le quedó secuelas ni nada, para la Gloria de Dios es un Milagro viviente aunque él mismo lo ignore.

-¿Qué ha descubierto, haciendo el libro, del Padre Pío y sus luchas con el demonio?

-Escribir un libro es, finalmente, como tener un hijo, tu «ADN literario» queda impregnado en él, tus ideas, vivencias etc… y, en la obra, se nota sobremanera (no sabía disimularlo jajaja…) mi amor y devoción por el capuchino. En esas luchas entre este santo y satanás he podido aprender que nuestro enemigo más encarnizado es el diablo, y mientras más «encontronazos» tengas con él, mejor, de esa manera sabes que vas por el camino correcto.

»Padre Pío sufrió todo tipo de vejaciones, habidas y por haber, incluso golpes físicos tuvo que soportar, por parte del espíritu infernal y sus secuaces. El demonio no aguantaba ver cómo un fraile bajito y bonachón le arrebataba miles de almas durante la vida del santo capuchino. La humildad de este le hacía al otro revolcarse de rabia y aprovechaba algunas noches para interferir en la vida de Padre Pío, y algo que también descubrí fue cómo usar el «arma», cómo solía llamar Padre Pío al Santo Rosario, para la lucha espiritual contra Barbazul (el diablo), de esta manera jocosa solía referirse el capuchino a este.

-¿Y de esas «sanaciones imposibles”? ¿cuáles le han llamado más la atención?

-Las sanaciones son incontables, pero hay una especialmente que es apabullante, y es la sanación de la niña siciliana Gemma di Giorgi. El caso de una niña, ciega, que había nacido sin pupilas. Su abuela la llevó a San Giovanni para que el Padre le devolviera la vista. Un caso único y en el que los más afamados oftalmólogos no han encontrado ningún tipo de explicación en el campo médico. Un milagro que despeja toda duda de la existencia de Dios.

»Otra que me ha llamado mucho la atención fue el milagro a un matrimonio que tenía un niño de corta edad, la esposa creyente, el marido más ateo que Stalin, ella enferma de cáncer convenció a su esposo de visitar al capuchino cómo último recurso para sanar, este, a regañadientes fue, no por fe, sino para mofarse de la fe de su señora. Llegando a San Giovanni Rotondo, al convento, divisaron al Padre Pío y el niño, en su inocencia, se adelantó a sus papás y fue a dónde el fraile, el niño inmediatamente dijo a su padre: «Papá, Padre Pío dice qué mamá está sanada…». Los padres se miraban incrédulos a los ojos y no podían aguantar ese mar de lágrimas… ¡¡¡su hijo era sordo y mudo!!!

-¿Ha ido a ver su tumba?  

-No he ido nunca a San Giovanni, me ha faltado tiempo y dinero, en el libro lo cuento, tengo una cita con Padre Pío pendiente, que espero pronto poder resolver, hoy me consuelo en una pequeña capilla en Ronda, dedicada al Santo, única en España.

-¿De qué hablaría o qué le pediría si hubiera coincidido en vida con él? 

-De tantas cosas… me encantaría que me hablara de Jesús, de María, de mi Ángel de la Guarda. Por supuesto, me hubiera confesado con él, hubiera hecho una buena confesión de vida incluso de pecados que seguro están en lo más remoto de mi memoria, él leía las conciencias, no había pecado oculto para él, sería algo extraordinario.

-Y ahora, ¿qué le pide al santo?

-Le pido que me siga acompañando, que siga intercediendo por mí y mi familia, y que, junto a María Madre de Dios, me lleve de la mano hasta Jesús, que me ayude a ser mejor cristiano y a no ser escándalo en la Iglesia sino un faro que ayude a los demás a llevarlos dónde queda la vida eterna, junto a Jesús.

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PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»