Llega a los cines españoles desde el jueves 25 de julio el impactante documental Después de la muerte, de mano de Ángel Studios, la misma productora de Cabrini y de Sound of Freedom. Es impactante por su tema, las experiencias cercanas a la muerte (ECM) y también por su tratamiento visual, que en la pantalla grande será más valorado.
Visualmente, como veremos, debe bastante a Terrence Malick y El Árbol de la Vida, pero sin su montaje caótico ni su paleta de colores. Aquí se usan los mismos colores que en Cabrini o Sound of Freedom, sienas, cobaltos y zafiros, grises elegantes de playas y nieblas. Aunque el tema es «luminoso» y esperanzador, el tratamiento en colores es sobrio.
Es un documental que dosifica con astucia y cuidado los testimonios reales, que tienen giros inquietantes y realistas al final. Hablan los testigos, pero también se escenifican muchas escenas, incluyendo las celestiales… y las oscuras e inquietantes.
No es película sensiblera ni especialmente femenina. Hay mayoría de testimonios masculinos, con accidentes, explosiones, cacharros que se rompen (aviones, camiones, coches). Los expertos también son hombres. No se busca el melodrama ni la lágrima fácil: hay emoción, pero se busca hacer pensar.
Una apuesta visual
Durante la primera hora se remarca lo analítico: los datos recogidos, el patrón que se repite, lo que cuentan. Después el filme intenta poner en imágenes lo inefable, la Luz detrás de la luz, las montañas que no se acaban, mares y playas, todo signos de inmensidad gloriosa por explorar… Por eso merece la pena ir a verla en gran pantalla.
Pasada la primera hora, la película ha de «mojarse» visualmente y mostrar «el otro lado», con travelings volando sobre montañas, capas de luz, contrastes siempre de mar y montaña visto desde arriba, pasos en playas arenosas mojadas, cómo ya utilizara Terrence Malick en El Árbol de la Vida para expresar el Cielo.
Las vistas aéreas y travelings aéreos buscan dar la sensación etérea y flotante del alma libre del peso corporal. El agua, el aire, la solidez rocosa de las montañas… De los cuatro elementos clásicos, el menos representado es el fuego, aunque vemos algún sol hecho de llamas, estrellas en nebulosas y, desde luego, la Luz es la gran protagonista. Y, al fin y al cabo, el cine se hace con luz.
[Hay escenas del making off y entrevistas más detalladas a testigos aquí en el YouTube de After Death, en inglés].
Una escena del making off, con pantallazos de opciones visuales de la película After Death: ¡mostrar con imágenes las vivencias «del otro lado»!
Por qué nuestra época es especial para las ECM
Tenemos a Raymond Moody cómo investigador clásico, con su libro pionero de 1975, Vida Después de la Vida (Life After Life), a partir de 150 casos. Él fue el primero y creó el término ECM. Apunta que Platón ya contó en La República un caso de un soldado al que daban por muerto y se levantó de su pira funeraria y habló de su experiencia. El primer caso detallado que Moody recoge es de la Segunda Guerra Mundial.
El tema de las ECM (experiencias cercanas a la muerte), por un lado, da mucha esperanza e incluso certezas, por la asombrosa acumulación y coincidencia de los testigos.
Pero, por otro lado, a los teólogos de distintas tradiciones doctrinales les molesta que no encaje del todo con su plantilla doctrinal (la de cada denominación). El documental no lo recoge, pero el mismo Moody cree en vivir varias vidas y regresiones detectables por hipnosis. En el film no se entra en ese tema: lo que se explora es sólo la ECM y el retorno.
Hay que tener en cuenta que en nuestra época se dan circunstancias que antes escaseaban y permiten recoger más testimonios que nunca antes. Para empezar, hoy hay tecnología y aparatos que facilitan recuperar y reanimar a los médicamente muertos: desde que alguien deja de respirar hasta que se le coloca en una máquina adecuada, hoy pasa muy poco tiempo.
También hay más libertad para contar el testimonio y hay más interés por tomar nota y registrarlo sistemáticamente. En una dictadura atea comunista no habría libertad ni para hablar del tema, se consideraría superchería y se castigaría a quien lo mencionase.
En épocas muy religiosas del pasado pocos sobrevivían a una ECM, y si alguien la contaba nadie tomaba nota ¡porque todos daban por supuesto que claro que existe Dios y la otra vida! Además, los detalles teológicos podían meter en problemas incluso a cristianos ortodoxos. Por ejemplo, si un retornado hablaba de haber sentido a Dios y haber sentido que era amor incondicional y que allí estaban sus seres queridos, un clérigo o inquisidor podía ordenarle callar, por ser un pecador público, o creerlo un soberbio, y negaría la autoridad del testigo para decir nada de la otra vida y el destino de otros fallecidos. De hecho, muchos de los entrevistados por Moody en los 70 fueron acallados al principio por sus clérigos o médicos.
Por todo esto, en nuestra época empieza lo que va a ser una época dorada para estas investigaciones, si se les dedica gente y protocolos.
El documental recoge un caso asombroso, reciente y único: una mujer con experiencia ECM a corazón parado y cerebro congelado, clínicamente muerta, durante una operación prevista, por lo que era monitorizada y se medía su actividad cerebral. Tras la operación detallaba cosas, objetos y palabras del quirófano que no podía saber. La película lo recrea con habilidad.
El patrón que se repite
Los testigos describen todos cosas muy similares: el pasillo o túnel, la luz hermosa, verse a sí mismos desde fuera en la camilla o en el quirófano, una visión ampliada al 360º o con gran detalle y profundidad de campo. «Nunca me había sentido tan vivo, y no solo vivo, sino libre, sin dolor sin preocupación«, dice otro.
Jeffrey Long, uno de los expertos, define más el patrón:
– son personas que ya no respiraban y no tenían latido del corazón,
– dijeron sentir una experiencia extrasensorial, se veían desde fuera del cuerpo,
– lo más asombroso verificable es que describían objetos y acciones de la escena que no podían conocer porque sucedieron mientras estaban clínicamente muertos (por ejemplo, en el lugar del accidente de tráfico),
– todos vieron la luz, muchos vieron figuras religiosas, seres queridos, incluso multitudes,
– varios dicen que las personas queridas qué encuentran no son niños ni ancianas sino que los ven en la flor de la vida,
– muchos hablan de oír música con coros e instrumentos, ver colores muy vivos,
– algunos, pero no muchos, dicen que vieron su vida pasada,
– ven esa luz y están convencidos de que es Dios y que es amor incondicional, que les presta atención,
– Dios, esa luz, les dice que han de volver: ellos siempre lo lamentan,
– al volver, ya no tienen miedo a la muerte.
Al volver, los retornados dicen que aquello era lo real y que esta vida es como un sueño, una sombra de la real. Son platonistas convencidos sin leer nada de Platón.
¿Explicaciones alternativas?
Los expertos niegan que las ECM se parezcan a los efectos de drogas alucinógenas, o de química cerebral, que no siguen ese patrón.
Cuentan casos asombrosos de una niña ciega de nacimiento: ahogada y reanimada, contaba con detalle las cosas a su alrededor y se emocionaba por haber visto colores y cosas que desconocía. También adultos ciegos han vivido eso mismo.
Un cardiólogo, investigador de ECMs que antes fue escéptico, plantea que el verdadero escepticismo es bueno, «pero la intransigencia por razones ideológicas y negarse a mirar los datos no es bueno». Pide ser riguroso. «No creo que la ciencia vaya a responder a la pregunta de qué es el alma», dice. Pero los datos reunidos le parecen un indicio claro de qué puede haber vida después de la muerte.
El cardiólogo Michael Sabon investiga experiencias cercanas a la muerte; anima al escepticismo sano, pero no a girar la cabeza ante la acumulación de datos.
Cuando la experiencia incluye lo maligno
La película es honrada y valiente al dar una cifra: un 23% de testigos de ECMs hablan de experiencias infernales.
Un joven de cultura budista, nada religioso, qué intentó suicidarse con un cuchillo, tras ser reanimado dijo que vio la luz, una ciudad con murallas de oro, pero que también había un juicio. Sintió que caía en un abismo. No era religioso pero sabía que aquello era un infierno. Estaba indignado porque, aunque era un suicida, no había dañado a nadie más, o eso se decía. Al autojustificarse, veía que se aceleraba su caída. Entonces dijo: «Dios, si existes, te necesito, ven a ayudarme ahora mismo». Cuenta después como se salvó y cambió su vida.
Otro hombre salió de su cuerpo en el hospital, salió al pasillo y vio unas figuras sombrías. «Lo sabemos todo sobre ti, ven», le dijeron. Él, desconcertado, les acompañó: caminaron y desaparecieron las escaleras, el pasillo… cayó a una zona gris y sus compañeros se hicieron más agresivos. «Calla, muévete», le dijeron. Empezaron a golpearle entre risas sádicas. Él recordó que de niño cantaba la canción ‘Jesús me ama’, que de niño pensaba que Jesús ‘era como un superhéroe’. «Y le llamé, vi una estrella se hizo cada vez más brillante y me subí y me sacó de ese abismo», explica. Luego, dice, «me mostraron mi vida en orden cronológico, mi infancia, la crueldad de mi padre, y que yo también fui cruel y a Jesús y sus amigos les decepcionaba ver lo que había hecho y a mí me dolía».
Algunos expertos sacan como conclusión que los logros y objetos mundanos no valen nada allí: al otro lado, parece que importan, sobre todo, las relaciones interpersonales.
De vuelta a un mundo caído
Una chica ahogada en un accidente de kayak explica: «yo veía mi cuerpo hinchado y púrpura; pero no me sentía muerta; primero me sentía viva y luego más viva aún». Esta mujer después vivirá un terrible drama familiar y su ECM le aportará esperanza y fe, pero no le evitará el dolor emocional.
Un retornado agradece haber vivido 25 años más, muy buenos, viendo graduarse a sus hijos y conociendo a sus nietos, pero dice rotundo: «Preferiría haberme quedado allí».
Como explica Platón, el que ha salido de este mundo de sombras y ha visto el mundo de la luz, cuando intenta contarlo a sus compañeros que solo conocen la sombra le faltan las palabras. Más aún, es mal recibido por los suyos. La película detalla dos ejemplos así.
Un hombre que había sido ateo y al volver perdonaba a su padre violento se ganaba el enfado de sus parientes qué le consideraban fanático. Otro veía que su mujer se enfada con él por estar deprimido pese a sobrevivir.
Otro retornado habla de la ciudad dorada, su avenida de oro… «Allí están las mismas cosas que aquí, pero más grandes, más hermosas, y le dije a Dios: ‘gracias por dejarme verlo'».
En La Silla de Plata, una novela de C.S. Lewis de la serie de Narnia, una bruja mala trata de negar la existencia del sol y de los leones diciendo que sólo son versiones imaginarias y fantasiosas de cosas que sí existen, como las lámparas y los gatos. Pero la realidad es que sí existen los leones y el sol.
No es riguroso decir «el platonismo es falso porque habla de versiones grandes en otro mundo de lo que conocemos aquí». Los hombres solo pueden conocer al modo humano y en niveles humanos, aunque sean potenciados y mejorados «al otro lado». Si el hombre aquí disfruta de las montañas y los mares, no es absurdo que en el «cielo nuevo y la tierra nueva» haya mejores mares y montañas, o su equivalente.
Aprovechar una película especial
Stephen Gray, un promotor de la película, piensa que su gran fuerza es que anima a pararse y considerar la eternidad y que ayuda a reflexionar sobre cómo vivir una vida que de verdad tenga sentido, y es cierto.
La película tarda casi una hora en mencionar a Jesús y cuando lo hace no es insistente ni da detalles. No hay nada kitsch ni ñoño. Ningún retornado en este filme define a Jesús, sus ropas, aspecto, gestos...
La película anima a ponerse en el umbral de la gran pregunta, pero equipado con datos y testimonios que no se pueden desdeñar de un plumazo.
Vale la pena ir al cine a disfrutar de sus apuestas visuales en gran pantalla, e ir con personas dispuestas a pararse y a reflexionar después, quizá con un paseo bajo las estrellas tras el visionado.
Sería un error, al acabar de ver esta película tan especial, aturdirse y distraerse con otra pantalla que nos vuelva a alejar de la gran pregunta.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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