17/11/2024

Diem, el devoto presidente católico de Vietnam a quien Kennedy traicionó, provocando su asesinato

El asesinato del presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963 fue uno de los momentos más importantes y uno de los acontecimientos más recordados de la historia del siglo XX. El asesinato del presidente Diem de Vietnam el Día de Todos los Santos de 1963, solo veinte días antes, es probablemente más importante como momento histórico, pero está en gran parte olvidado. Curiosamente, existe una espeluznante y extraña conexión entre estos dos acontecimientos, que representa uno de los momentos más oscuros de una historia repleta de momentos oscuros.

Discernimiento vocacional

Ngo Dinh Diem se convirtió en el último primer ministro de Vietnam en 1954 y en el primer presidente de Vietnam del Sur un año después. Antes de su ascenso al poder, Diem pasó dos años en Estados Unidos, durante los cuales entabló amistad con John F. Kennedy, un joven aspirante a político. Diem y JFK eran católicos, aunque de convicciones muy diferentes. Diem era devoto. Iba a misa todos los días. Dividido entre su atracción por la vida religiosa y su deseo de ayudar a su país a liberarse de las asfixiantes garras del comunismo, abrazó este último como un sentido del deber, una cruz que debía soportar.

Durante su estancia en Estados Unidos a principios de la década de 1950, Diem se alojó en los seminarios de la Sociedad Misionera Maryknoll en el norte del estado de Nueva York y Nueva Jersey. Aunque era una figura política conocida internacionalmente, compartía las tareas con los seminaristas. Los políticos de alto nivel que le visitaban se quedaban atónitos al verle sacar la basura, limpiar los suelos y realizar otras tareas serviles. Se hizo amigo del cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York, quien fue, además, la persona que le presentó a John F. Kennedy, entonces un joven miembro del Congreso.

El presidente Diem saluda al cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York.

Diem abandonó Estados Unidos en mayo de 1953 y pasó un tiempo en un monasterio benedictino de Bélgica, rezando en busca de discernimiento. El 12 de enero de 1954, ingresó en la tercera orden de los benedictinos, comprometiéndose a una vida de oración y práctica observante, de acuerdo con la Regla de San Benito. Más tarde, ese mismo año, se convirtió en el último primer ministro del efímero estado de Vietnam, antes de la división de Vietnam en Vietnam del Norte, gobernado por los comunistas, y Vietnam del Sur, del que Diem fue el primer presidente.

Combatiendo el comunismo con la doctrina social de la Iglesia

La estrategia de Diem para derrotar a la insurgencia de la guerrilla comunista en Vietnam del Sur fue la aplicación de la doctrina social católica en forma del Programa Estratégico Hamlet. Se trataba de una respuesta localista al terrorismo comunista. Se crearon y armaron fuerzas policiales locales para que las aldeas pudieran protegerse a sí mismas sin depender de la intervención militar centralizada. Las comunidades protegidas podían seguir cultivando y manteniendo la economía local sin temor a la intrusión comunista en sus vidas y sin necesidad del apoyo económico o militar del gobierno central. Es lo que ahora se llamaría desarrollo sostenible, logrado mediante la aplicación de los principios de subsidiariedad y solidaridad, los dos pilares de la doctrina social católica, esbozados por el Papa León XIII en Rerum Novarum  (1891) y el Papa Pío XI en Quadragesimo Anno (1931).

Compare el enfoque católico de la reforma agraria de Diem con el enfoque marxista de Ho Chi Minh, presidente de Vietnam del Norte. Siguiendo el ejemplo de la colectivización estalinista en la Unión Soviética, los comunistas de Vietnam del Norte confiscaron la tierra a los campesinos, poniéndola en manos del gobierno. Esto condujo, en 1956, a una revuelta campesina masiva, o rebelión popular, contra el gobierno comunista. Siguiendo el ejemplo de los gobernantes comunistas de otros países, Ho Chi Minh respondió enviando al ejército. Al menos diez mil campesinos -quizás hasta 50.000- fueron asesinados.

El recibimiento del presidente Dwight D. Eisenhower y de la ciudad de Washington a Ngo Dinh Diem el 8 de mayo de 1957. 

Irónicamente, el mayor enemigo de Diem en los años siguientes no serían sus enemigos políticos jurados en Vietnam del Norte, sino sus supuestos aliados en Estados Unidos.

La Guerra de Vietnam pudo evitarse

A principios de la década de 1960, los medios de comunicación estadounidenses adoptaron una agenda progresista radical, contraria al catolicismo de Diem y recelosa de su anticomunismo. Además, algunos políticos estadounidenses de alto nivel eran hostiles a Diem por no aceptar el imperialismo neoconservador estadounidense. Esta alianza impía entre los medios de comunicación progresistas y el imperialismo estadounidense acabaría siendo mortal para Diem y cientos de miles de sus compatriotas.

Los medios de comunicación y el gobierno estadounidense acusaron a Diem de discriminar a los no católicos y le exigieron que desistiera de elegir a más católicos para trabajar en el gobierno. En realidad, los católicos eran seleccionados por sus méritos y no por su afiliación religiosa. Las mejores escuelas de Vietnam estaban dirigidas por la Iglesia católica, una consecuencia benigna del colonialismo francés, por lo que muchos de los vietnamitas mejor educados eran católicos.

Además, los católicos, entre los que había casi un millón de refugiados de la persecución anticatólica en Vietnam del Norte, estaban unidos en su oposición al comunismo. Eran aliados naturales en los esfuerzos de Diem por construir una alternativa justa y sostenible al comunismo en Vietnam.

Aunque el enfoque católico de Diem estaba dando resultados positivos gracias al éxito del Programa Estratégico Hamlet y otras iniciativas localistas contra la insurgencia marxista, el gobierno estadounidense se mostraba cada vez más antagónico al gobierno de Diem. El presidente Kennedy basó su percepción de Diem y de la situación en Vietnam en informes de sus amigos y en el sesgo de los medios de comunicación, ignorando los informes sobre el terreno procedentes de Vietnam que mostraban los éxitos de Diem. La trágica realidad es que la guerra de Vietnam y la participación militar estadounidense podrían haberse evitado si el presidente Kennedy y su administración hubieran apoyado la estrategia de Diem.

Entre 1961 y 1962, la política estadounidense hacia Diem y la situación en Vietnam pasó de «hundirse o nadar con Diem» a lo que resultaría ser «hundirse sin él» en el desastre de una guerra que podría y debería haberse evitado. En 1963, siguiendo el consejo de sus socios contrarios a Diem, el presidente Kennedy informó a los generales survietnamitas de que seguirían recibiendo su apoyo si derrocaban al presidente electo de su propio país mediante un golpe militar. Irónicamente, la traición del presidente Kennedy a Diem se produjo en un momento en que la estrategia de Diem estaba teniendo éxito en la guerra contra la insurgencia marxista.

En marzo de 1963, Robert Thompson, experto en guerra de guerrillas, informó de que podía decir, «y en esto me apoyan todos los miembros de la misión, que el gobierno está empezando a ganar la guerra a tiros contra el Viet Cong». Dos meses después, Robert McNamara, secretario de Defensa de Kennedy, informó de que la guerra contra el comunismo estaba siendo ganada por el gobierno de Vietnam del Sur: «Estamos ganando en el sector militar de la contrainsurgencia».

La gran traición

Sin embargo, trágicamente, el presidente Kennedy estaba más preocupado por ganar las elecciones presidenciales del año siguiente y era consciente del impacto que su apoyo a Diem podría tener en la campaña electoral. La información cada vez más hostil de los medios de comunicación sobre el gobierno «autocrático» de Diem significaba que el apoyo a Diem era ahora un lastre político.

Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia crucial de los medios de comunicación progresistas para sentar las bases de la guerra de Vietnam. Consciente del papel que tuvieron los medios de comunicación en facilitar las revoluciones china y cubana, la escritora católica conversa Clare Boothe Luce hizo de profeta con notable clarividencia: «¿Se va a repetir la historia de la prensa progre? La evidencia es que sí».

En un telegrama enviado el 29 de agosto de 1963, marcado «Top Secret, Eyes Only«, el presidente Kennedy autorizó el derrocamiento violento del gobierno civil de Diem, oficialmente aliado de Estados Unidos, por parte del ejército de Vietnam del Sur. Es, sin duda, uno de los mayores actos de traición cometidos por un presidente estadounidense.

El golpe tuvo lugar el día de Todos los Santos de 1963. Tras huir a casa de un amigo, Diem y su hermano asistieron a misa en la iglesia local en la mañana del día de Todos los Santos. Después pasaron un rato rezando. Estaban en la Gruta de la Virgen María, fuera de la iglesia, cuando llegaron los soldados con un par de jeeps estadounidenses y un vehículo blindado de transporte de personal. Una vez que Diem y su hermano fueron introducidos en el vehículo de transporte de personal, se ejecutó inmediatamente la orden de asesinarlos mientras el vehículo se alejaba. Les cortaron la vesícula mientras aún estaban vivos y luego los fusilaron.

«Le asesinamos»

Según el general Minh, líder del golpe, los estadounidenses esperaban y querían que Diem fuera asesinado. Irónicamente, esto se debía a su popularidad entre la población de Vietnam del Sur. «No se podía permitir que Diem viviera», insistió Minh, «porque era demasiado respetado entre la gente sencilla y crédula del campo, especialmente los católicos y los refugiados». 

Tres días después de los asesinatos, la señora Nhu, viuda del hermano de Diem, previó que el asesinato de su marido y su cuñado tendría consecuencias catastróficas. «Quien tiene a los estadounidenses como aliados no necesita enemigos«, dijo: «Puedo predecirles a todos que la historia de Vietnam está solo en sus comienzos».

Poco más de dos años después, en febrero de 1966, el presidente Lyndon B. Johnson se sinceró sobre el papel del gobierno estadounidense en el golpe y el asesinato de Diem: «[Nosotros] le asesinamos. Nos reunimos todos, reunimos a un grupo de matones, entramos y lo asesinamos. Desde entonces no hemos tenido estabilidad política». 

En una conversación con el congresista Eugene McCarthy el 1 de febrero de 1966, Lyndon B. Johnson, vicepresidente que sucedió a JFK tras su asesinato, confiesa la participación de la Casa Blanca en el golpe contra Diem y en su muerte.

Se quedaba corto. La guerra se prolongaría durante casi una década. Al final murieron casi 60.000 militares estadounidenses, unos 300.000 combatientes survietnamitas y un número similar de civiles survietnamitas. Si se suman las muertes de tropas y civiles norvietnamitas, es probable que el número final de muertos supere el millón de personas.

Joseph Pearce recomienda vivamente ‘El mandato perdido del Cielo. La traición estadounidense a Ngo Dinh Diem, presidente de Vietnam’, de Geoffrey Shaw (Ignatius Press).

Tres semanas después del asesinato que había ordenado, el presidente Kennedy fue asesinado. La muerte, como un ladrón en la noche, le visitó cuando él y el resto del mundo menos lo esperaban. No sería apropiado juzgar su alma eterna, pero no se puede negar que murió con la sangre de dos hombres inocentes en sus manos.  

A medida que se desarrollaban las catastróficas consecuencias del asesinato de Diem, incluso sus enemigos políticos en Vietnam llegaron a considerar su asesinato como un error de proporciones gigantescas. Los católicos de Vietnam siguen venerando a Diem como a un mártir. Quizá la Iglesia también debería hacerlo. Como afirmó el cardenal Josef Frings en 1965: «La mayor parte del mundo no ha dado justo reconocimiento a este noble hombre».

Publicado en Crisis Magazine.

Traducido por Verbum Caro.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»