20/11/2024

Dios ha vuelto a Suecia: «El último país de Europa donde podría imaginarse una primavera católica»

Considerado «el país más laicizado del mundo», Suecia registra actualmente una pequeña primavera católica. «Aquí la gente se abre cada vez más a la fe», dice el cardenal Anders Arborelius.

Giuliano Guzzo ha escrito un reportaje al respecto en el mensual italiano de apologética Il Timone:

Cuando Dios parece asomarse

«Un sueco va a la iglesia cuatro veces en su vida, y en dos de esas ocasiones le llevan». Esta salida, conocida en la región escandinava, alude al bautismo, la confirmación, el matrimonio y el funeral; sin embargo, no es solo un chiste. Suecia, que había vivido y conocido el catolicismo durante siglos -desde el 900 al 1593, cuando se impusieron los luteranos- es realmente uno de los países donde el viento de la secularización sopla más fuerte. Basta pensar que, si bien dos tercios de los habitantes son miembros de la Iglesia luterana -haciendo de ella la más numerosa del mundo de dicha denominación-, en realidad menos de un cuarto de la población cree efectivamente en Dios. Hasta el punto que desde el 2000 a hoy se han cerrado más de cien iglesias.

El laicismo tiene un megáfono también en la enseñanza: desde 1919 la educación religiosa es «no confesional» y, viceversa, desde 1956, la sexual se ha convertido en parte integrante y obligatoria de la didáctica. Ewert, del Clapham Institute, el laboratorio de ideas cristiano más grande de la nación escandinava, narra su país en un libro que acaba de publicar y cuyo título es todo un programa: Landet som glömde Gud, que se puede traducir como La tierra que se olvidó de Dios.

En resumen, no hay dudas sobre el hecho de que en esos lares la religión no lo tiene fácil. Y sin embargo, incluso en el formidable mecanismo ateo sueco, algo da la sensación de haberse encallado: y ese Dios «olvidado» parece asomarse de nuevo a la historia, en la que tiene el sabor de una nueva primavera católica.

Un renacimiento

A principios del siglo XX, ser católicos y suecos era algo así como un oxímoron. Había unos 2.500 fieles, una miseria, y solo había cuatro iglesias: en Estocolmo, Goteburgo, Malmö y Gävle. Pero algo cambió poco después: en 1951 se aprobó la ley que ratificaba la libertad de culto, iniciando un cambio. De 1975 al 2000, los miembros de la Iglesia católica romana se multiplicaron. Un crecimiento compartido con los fieles ortodoxos y los pertenecientes a las Iglesias orientales, y que continúa hoy en día.

Si en el año 2000 los católicos registrados eran 87.000, hoy son casi 130.000, un crecimiento de más del 49%. También están los católicos no registrados, que se estima hacen elevar el número de fieles a 150.000. Asimismo, se ha registrado un aumento neto a nivel eclesiástico y parroquial. En los años 70 del siglo pasado, Estocolmo, la capital, contaba con 23 parroquias y 11 sacerdotes diocesanos; actualmente, en la capital hay 44 parroquias y 178 sacerdotes.

Jóvenes de las Filiae Reginae Scandinaviae (foto: Facebook de Filiae Reginae Scandinaviae).

«El número de los católicos registrados crece cada año, con aumentos que van de 1.000 a 3.000 fieles», relata al Timone Anders Arborelius, el primer cardenal sueco y también el testigo del cambio que se está llevando a cabo: nacido en Suiza, bautizado luterano y crecido en Suecia, se convirtió al catolicismo. El crecimiento de los fieles, continúa el purpurado, es debido en gran parte a la «inmigración procedente de todas partes del mundo, de Oriente Medio a África, pasando por Polonia».

Cientos de conversiones

Sin embargo, se equivocaría quien hiciera del renacimiento católico de Suecia un discurso exclusivamente migratorio, si bien este sea indudablemente prevalente. De hecho, como base del fenómeno hay también una relevante erosión del protestantismo. «Cada año se convierten casi 100 personas, incluidos algunos ministros protestantes», observa Arborelius, que afirma al Timone: «Nuestras iglesias están bastante llenas. Podemos utilizar las iglesias luteranas para el culto católico y a veces comprar iglesias protestantes».

Entre las conversiones del luteranismo, en estos años se han verificado algunas que son excelentes. Como la de Ulf Ekman, conocido como «el Billy Graham de Suecia» y que en 1983 había fundado una iglesia en Uppsala de la que fue pastor durante 30 años. Pues bien, hace unos años el muy popular Ekman y su mujer Brigitta abrazaron el catolicismo.

«Suecia ha estado secularizada durante mucho tiempo, pero ahora las personas están cada vez más abiertas a la fe y la espiritualidad», subraya el cardenal Arborelius que, como se ve, sorprendentemente habla de la secularización como de un hecho ya cumplido; pero ahora se pasa página. En este sentido, el país escandinavo da razón a sociólogos como el inglés Eric Kaufmann, que sostienen que el Occidente laico y secularizado no es la última palabra: la fe está destinada a volver a aparecer en el Viejo continente.

Nuevas vocaciones

Aunque se mantiene cauto sobre los cambios que hay en marcha («Suecia sigue siendo uno de los países más secularizados del mundo»), también el padre Gustav Ahlman, de 39 años, vicario de la parroquia de Cristo Rey en Goteborg que se convirtió al catolicismo -del luteranismo- desafiando la voluntad de sus padres, confirma al Timone la existencia de nuevas vocaciones que, a menudo, llegan de conversos.

«El año pasado hubo siete ordenaciones sacerdotales, de las cuales tres ex sacerdotes luteranos casados, un jesuita alemán y un carmelita que ahora está en Bélgica». «Actualmente», confirma el padre Gustav que, por el simple hecho de ser un sacerdote católico fiel a la doctrina, como si de un alien se tratara fue entrevistado en octubre de 2023 por el periódico Dagens Arena, «hay cinco seminaristas diocesanos que están terminando el año propedéutico; dos dominicos en formación sacerdotal y dos seminaristas de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro».

«También el monasterio femenino local del Carmelo», sigue el padre, «ha tenido nuevas vocaciones. En resumen, es verdad: los números siguen siendo pequeños. Pero los hay, lo que objetivamente no puede no hacer reflexionar, visto que hablamos de Suecia, el último país en Europa donde uno podría imaginarse una pequeña primavera católica«.

Los jóvenes

En este contexto, los jóvenes no faltan. Es más, todo lo contrario. «En mi primer año como sacerdote se pusieron en contacto conmigo cinco, seis jóvenes de entre 13 y 18 años, que estaban interesados en ser católicos», cuenta el padre Gustav. Max-Martin Skalennius, de 26 años, fundador de Helige Eriks Legion, grupo de jóvenes católicos vinculados a la tradición y, anteriormente, presidente de Sveriges Unga Katoliker (los Jóvenes Católicos Suecos), confirma el creciente interés de la juventud por la Iglesia. Cuando le preguntamos si ve una Iglesia viva, Max-Martin no tiene dudas.

«Decididamente sí. Veo un enorme interés por el catolicismo. Últimamente, también algunos famosos suecos se han convertido a la única verdadera fe católica». «Muchos», continúa, enseñándonos la foto de una peregrinación de su grupo, «están descubriendo la fe católica, sobre todo los jóvenes y he observado una cosa interesante, a saber: que se trata sobre todo de jóvenes que  se convierten». Lo que atrae a la juventud, según este joven que, por otra parte, ha trabajado para la diócesis de Estocolmo, son especialmente la misa en rito antiguo y «las parroquias conservadoras, que son la mayor parte de las parroquias católica suecas. No es como en Alemania, porque aquí vemos a muchos jóvenes llegar y quedarse, tras haber abandonado las parroquias progresistas».

Sed de verdad

Curiosamente, Max-Martin dice que no le asombra la pequeña primavera católica de la que él es el primer testimonio. «Desde la segunda mitad del siglo XX Suecia es uno de los países más laicos y no creyentes del mundo; por consiguiente, no me sorprende que las personas estén ahora a la búsqueda de la verdad y de un significado más profundo de la vida. Puedes intentar quitar la fe del espacio público, pero nunca conseguirás quitar el anhelo de Dios del corazón de la gente. Y el catolicismo es la mejor respuesta a todas las preguntas». Si se le pregunta por qué es la «mejor respuesta», no tiene dudas: «El catolicismo representa un antídoto al caos, al ultraliberalismo y al relativismo».

Por este motivo, según el líder de Helige Eriks Legión -que es también el grupo del que al año pasado salieron los nuevos seminaristas del país, marcando un récord de crecimiento-, el dinamismo de la Iglesia en Suecia podría ser aún mayor si se proclamara con mayor fuerza la verdad: «Muchos, sobre todo los jóvenes, están a la búsqueda del catolicismo«. Son palabras que también en Italia, donde la fe parece a veces estar anestesiada y donde entre los fieles supervivientes hay un aire de resignación, no pueden no hacer reflexionar.

Traducción de Verbum Caro.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»