El homicidio de George Floyd el 25 de mayo de 2020 en Mineápolis sacudió todos los cimientos del activismo social progresista. Su muerte fue el detonante que iniciaría una corriente aparentemente dirigida contra los abusos raciales, el movimiento woke, pero que terminó siendo el brazo armado de la amalgama del pensamiento dominante, desde la teoría crítica de la raza o el feminismo hasta el laicismo, la leyenda negra o los llamados derechos trans.
Empresas como Disney no dudaron en sumarse al boyante “movimiento woke” y su brazo ejecutor, la cancelación, lo que plasmaron sus directivos al asegurar que entonces era “más que nunca es el momento de fortalecer aún más nuestro compromiso con la diversidad y la inclusión. Tenemos la intención de seguir durante el tiempo que sea necesario para generar un cambio real”.
Fin del «cambio real» en Disney: «Debemos entretener»
Un discurso que en 2022 comenzó a moderarse, cuando el entonces CEO Bob Chapek aseguró que declaraciones institucionales como la descrita “hacen muy poco para cambiar las mentes”.
Ahora, la militancia woke de Disney está cerca de quedar reducida a papel mojado, después de que el actual CEO Bob Iger haya remarcado que la misión de la compañía “debe ser entretener” y “no guiarse por una agenda”: recientemente, Disney ha renunciado a imponer ese “cambio del mundo” a sus espectadores y cancelado el estreno de una historia transgénero, Win or Lose, que estaba previsto para Disney+ el próximo 19 de febrero.
Una decisión de tal magnitud, tomada por una compañía que siguen cada día decenas de millones de personas -ya sea en plataformas, películas, cines, parques…- genera dudas e incomprensión. ¿Qué ha motivado este cambio? ¿Por qué la directiva de Disney ha pasado de prometer la inclusión forzosa de personajes LGBT en sus cintas -pese a las pérdidas- a retirarlas de su agenda? ¿Es por intereses económicos, por política, por convicción…? Y sobre todo, ¿cuánto durará el cambio?
Normalizando el adoctrinamiento LGBT en las plataformas
Lo cierto es que la incorporación de Disney al “pensamiento único” y adoctrinamiento woke se remonta incluso antes del origen mismo de lo woke y la cancelación.
En el año 2014, Disney protagonizó una sonora polémica a raíz de la serie Buena suerte, Charlie y su decisión de incorporar en ella a Susan y Cheryl, las “dos madres” de Taylor, la amiga de la protagonista. El objetivo, explicó uno de los responsables de las emisiones, era “reflejar los temas de la diversidad y de la inclusión” -también conocidas como políticas DEI, Diversidad, Equidad e Inclusión- pero el escándalo, lejos de ser por “reflejar” aquella situación, fue también la normalidad con que aquello fue recibido por el resto de personajes: “Ninguna sorpresa ni situaciones embarazosas. Ninguna discusión con los hijos sobre lo que ´significa´ todo esto”, expresó el Wall Street Journal.
Lo que en un principio fue una aparición estelar, de segundos y excepcional no tardó en convertirse en la norma a partir de entonces. Desde aquella aparición comenzaron a surgir un sinfín de ejemplos que, por el momento, parecían dirigirse exclusivamente a la temática LGBT.
Se pudo ver en Stan contra las Fuerzas del Mal, también de Disney Channel, serie para menores que ya en 2017 era famosa por sus escenas de dibujos homosexuales, personajes transexuales e incluso la promoción de esta última tendencia: «No importa si es un chico -se dice del personaje trans-, nada de lo que nos ha dicho estaba equivocado». Otra afirma: «Él puede ser una princesa si quiere«.
Las plataformas del gigante del entretenimiento, especialmente Disney + y Disney Channel, han funcionado como su principal medio de difusión de adoctrinamiento, relegando las películas a detalles sutiles y ocasionales pero con un gran peso específico.
La «nada secreta agenda gay», también en las películas
Es el caso de Buzz Lightyear, estrenada en 2022, que mostró al público el primer beso homosexual de la compañía, de escasos 2 segundos pero generalmente visible, o de Mundo extraño, de noviembre de 2022, con una pareja abiertamente homosexual en la película. Su productora ejecutiva, Latoya Raveneau, reconoció haber implementado una agenda gay en la programación, así como contenidos queer:
«Nuestros jefes fueron muy acogedores con mi nada secreta agenda gay. Sentí un impulso, una sensación de que no tenía que tener miedo a que dos personajes (queer) se besasen. Añadía contenidos queer a la programación siempre que podía. Nadie podía detenerme», comentó en su día en un vídeo.
Otros rasgos de la doctrina woke, como la teoría crítica de la raza, se implementaron en reboots como el de La Sirenita, donde Latondra Newton contrató a una actriz negra para interpretar a la caucásica y pelirroja Ariel. Los batacazos de los contenidos en diversidad de Newton desembocaron finalmente en su despido el pasado 2023, tras seis años de producciones con su firma woke.
Ware, March, Burke… directivos de Disney, confesos militantes woke
Contenido transgénero, gay, queer y de teoría crítica empezó a dominar todas las producciones infantiles como parte de una decisión aplaudida por los mandamases de la cúpula de Disney. Especialmente polémico y representativo de esta cohesión woke fueron las declaraciones prácticamente simultáneas de sus dirigentes en 2022.
Vivian Ware, gerente de diversidad e inclusión de Disney, reconocía como la compañía había eliminado todos sus “damas, caballeros, niños y niñas” de sus parques por considerarlos saludos de género: “Hemos entrenado a todos los miembros de nuestro elenco en este sentido, así que ahora saben que hay que decir `hola a todo el mundo´. Decimos `soñadores de todas las edades´”.
Allen March, coordinador de producción de la compaña, también declaró su compromiso con la promoción de historias queer, y destacó por declarar formalmente la existencia de una “cuota” LGBT en las películas que debía ir al alza para crear suficientes “personajes no conformes con el género, personajes trans o bisexuales no convencionales”.
En la línea de Ware y March, la presidenta de Disney General Entertainment Karey Burke, reclamó la importancia de normalizar el contenido homosexual: «Tenemos muchos, muchos, muchos personajes LGBTQI y, sin embargo, no tenemos suficientes narraciones en las que los personajes homosexuales simplemente se conviertan en personajes y no tengan que tratar sobre historias homosexuales».
«La hija anticristo de Satanás», con su propia serie Disney
Sin embargo, aunque la política woke de Disney se ha coordinado entre lobbies, parques y producciones, el verdadero ariete han sido sus plataformas, donde lejos de ser residual o anecdótico, el contenido era protagonista. Uno de los ejemplos paradigmáticos fue su serie Little Demon, en Disney +, plagada de rituales, desnudos o sexo explícito y con una trama que dice así:
“Trece años después de haber quedado embarazada de Satanás, una madre y su hija Anticristo intentan vivir una vida ordinaria pero continuamente son frustrados por fuerzas demoníacas, incluso Satanás, que desea la custodia del alma de su hija”.
Lucy es la protagonista de `Little Demon´, una serie de FX-Disney sobre las vivencias de la hija de 13 años del Anticristo.
Los citados son los ejemplos más representativos, pero no los únicos, de la carrera woke que Disney promete haber finalizado.
¿Por qué?
De las muchas razones que pueden explicarlo, hay algunas especialmente significativas.
Reacción y hartazgo frente a las políticas woke y progresistas
Por un lado, la tendencia política hacia gobiernos conservadores o de la llamada “nueva derecha”, que combaten frontalmente las tendencias woke y progresistas y que dan, al menos en principio, una mayor consideración a la familia. Algo que se puede reflejar en la nueva victoria de Trump en Estados Unidos o el creciente protagonismo de Agrupación Nacional en Francia -las dos sedes de los principales parques temáticos de Disney, Orlando y París-.
Aparejado a esto último, la tendencia social misma muestra un claro hartazgo con las políticas woke. No solo los gobiernos, sino la sociedad misma y las familias dejan de ver relación entre su día a día cotidiano y las propuestas woke, llegando a ver cómo estas forman parte más de una “determinación de la agenda” o creación de necesidades y problemas que no existen, que de una realidad latente. En otras palabras: ni los padres ni los niños demandan un contenido ajeno o contrario a su realidad, la mayoría no desean ver personajes transgénero, homosexuales o a la hija de Satanás en `Little demon´.
Y esto se refleja en lo económico. El cliente no perdona y no hay más que ver las cifras de recaudación y auténticos “batacazos” de los principales bastiones woke de Disney.
En el caso de La Sirenita, fue un auténtico batacazo en el mercado asiático, debutando con tan solo 2,5 millones de dólares en beneficios en China, con resultados similares a Corea del Sur o Japón. La crítica en Hispanoamérica también fue determinante. “La nueva Sirenita pierde en todos los aspectos con la inolvidable película original”, recogía La Nación.
En taquilla triunfa el Disney entrañable “de siempre”, fracasa el woke
La realidad se puede ver con una comparativa. En 2024, Inside out 2 se convertía en la película de animación más taquillera de la historia al recaudar 1.500 millones de dólares para Disney. La crítica católica alabó la propuesta y el nada sospechoso de wokeista Sean Fitzpatrick la definió como “una película familiar limpia, sin mensajes liberales ni guiños intelectuales [ideológicos].
“Es una historia sencilla contada con imaginación y dinamismo, libre de los adornos ideológicos que suelen estar presentes en los márgenes de películas como esta, especialmente las que salen del imperio Disney (véase Lightyear o Elemental ; en realidad, no la vea). Inside Out 2 no tenía esa propaganda, y apuesto a que la gente lo apreció. Fue realmente una película apta para toda la familia, sin nada que explicar después ni preguntarse cuál fue el impacto en la imaginación de los niños”, escribió en Catholic World Report.
La relación parece clara: a menos mensaje woke, más público y mayor recaudación. Un escenario muy distinto al de películas como Elemental o Strange World. Esta última, estrenada en 2022, perdió más de 197 millones de dólares. ¿La trama? De nuevo fue una cinta “ultrawoke” según el Washington Times, con una historia de amor adolescente gay, un mensaje medioambiental, ninguna princesa y una familia conformada por un matrimonio birracial, un hijo homosexual y un perro de tres patas, con muchos otros personajes aparentemente “no binarios”, mujeres masculinas, hombres femeninos.
Para abril de 2024, Bob Iger había aprendido la lección. “Las historias que cuentas tienen que reflejar realmente la audiencia a la que intentas llegar, pero esa audiencia, al ser tan diversa… puede sentirse desanimada por ciertas cosas. Simplemente tenemos que ser más sensibles a los intereses de una audiencia amplia. No es fácil”, declaró a la cadena CNBC.
`Tenemos que ser más sensibles a los intereses de una audiencia amplia´, concedió recientemente Bob Iger, actual CEO de Disney, a la CNBC.
Pérdida de la batalla política
Otro factor que puede haber influido enormemente en el viraje de Iger, y con él, también de Disney, es la derrota en el conflicto frente al gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, donde se encuentra el gran parque de Disney World.
La pugna comenzó en 2022, con la aprobación de la mal llamada legislación “Dont say gay”, vendida como una merma para los derechos LGBT, pero que realmente se codificó como “ley de «defensa de los Derechos de los Padres en la Educación» con el objetivo, según DeSantis, de proteger a los menores del adoctrinamiento ideológico en las escuelas.
“Los padres con hijos pequeños no quieren que se les inocule eso en la guardería de sus hijos. No quieren que los maestros les digan a los niños que pueden elegir pertenecer al sexo opuesto, que se incluya la transexualidad en las guarderías y en primaria. En Florida, nuestras políticas se van a seguir basando en lo que más convenga a los ciudadanos de Florida y no en las elucubraciones de empresas ‘woke’”, explicó el gobernador.
En un principio, Disney no estaba invitada a aquella polémica ya que las competencias eran educativas, pero su respuesta fue toda una declaración de guerra al gobernador del estado donde se encuentra el gran parque: “Seguiremos comprometidos en el apoyo a las organizaciones nacionales que trabajan para lograrlo, y estamos dedicados a la defensa de los derechos de los miembros LGBTQ+ de la familia Disney, así como de la comunidad de todo el país”.
Dos años después, Disney vio su marca mermada, posicionándose para los votantes republicanos como una compañía partidaria formalmente de adoctrinar a sus hijos:
Según una encuesta de WPA Intelligence de septiembre de 2022, el índice de aprobación de la marca Disney entre los estadounidenses de todas las orientaciones políticas era del 51% (el 37% entre los votantes republicanos), mientras que en marzo de 2021 era del 77%.
No solo eso. Para 2023, la gran compañía también había perdido directamente la batalla contra DeSantis, que logró terminar con el sistema de autogobierno que disfrutaba Disney sobre el distrito de Reedy Creek, donde se encontraba el parque.
Desde marzo de 2023, la zona pasaba de nuevo al control del estado de Florida, pasando a rebautizarse como “Distrito de Supervisión Turística de Florida Central”, a tener una nueva junta de gobierno elegida por DeSantis -y ya no por Disney-, visiblemente conservadora y ajena a lo woke, que previsiblemente mantendrá el control sobre Disney: Bridget Ziegler, cofundadora de Moms for Liberty; Ron Peri, presidente de Gathering USA, un apostolado cristiano; y tres abogados, incluido el presidente del capítulo de Orlando de la Sociedad Federalista.
Balance: lo que Disney ha perdido y lo que ha ganado con lo woke
Tras años de una activa y agresiva militancia woke, lo que Disney ha perdido es mucho más de lo que ha ganado: su incursión en producciones adoctrinadores ha sido una auténtica catástrofe tanto en su economía como en sus clientes. Su imagen de marca ha quedado duramente castigada, y solo tras años de rechazo a las políticas DEI -diversidad-equidad e inclusión- y con el regreso a su tradicional política “family friendly” quizá pueda recuperar la confianza de todos los ciudadanos.
En lo político también ha perdido, su administración sobre el gran parque de Orlando se ha visto perjudicada y ahora tiene a los conservadores fiscalizando su actividad con DeSantis a la cabeza, pero sin el apoyo del progresista Biden y con un Donald Trump reforzado y con cuatro largos años de gobierno por delante. Respecto a lo que ha ganado, se puede suponer que no mucho más que el apoyo de determinados lobbies, poderosos y variados -woke, LGBT y racial- pero con una concreción difícil de determinar.
¿Cuánto durará esta nueva etapa de Disney? Por el momento, será así mientras Bob Iger mantenga su puesto como CEO de la gran compañía, lo que no parece que se alargue mucho: según ha confirmado Disney, ya están buscando al sucesor de Iger, cuyo nombre anunciarán en 2026.
Lea más en nuestra sección Woke.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
HOY SE CUMPLE TODO.
Los obispos venezolanos dicen que acompañarán al pueblo en su lucha sin mencionar la dictadura de Maduro
Campaña para evitar que se predique a los homosexuales una vida casta y cristiana