A sus 32 años, José Gallego acumula casi dos décadas sabiendo lo que es influir sobre las masas: ante eufóricas multitudes coreando su nombre en el frenesí de la fiesta, pero también sobre miles que buscan una palabra de esperanza y una respuesta sobre la que sustentar su vida. El público cambió hace algo menos de una década, cuando decidió dejar su prometedor futuro como DJ y cambiarlo por «el servicio a Dios». Su vida había dejado de tener sentido cuando vio a Jesús en sueños: tenía una propuesta para él. De cumplirla o no dependía su vida.
Gallego cuenta al canal El rosario de las 11 pm que siempre creyó en los milagros. Especialmente cuando, siendo un inocente niño, trató de hacer crecer el nivel del mar con un puñado de agua. Lo cierto es que vio lograrse su sueño. Por eso hoy admite que no se sorprende por los milagros que contempla debidos al rezo del rosario o la Eucaristía.
En su propia vida también ha presenciado algunos.
Criado en una familia católica pero «no muy practicante», recuerda que desde la infancia le acompaña un llamativo talento para la música. Sobre todo la electrónica.
«Realizar producciones era algo natural en mí. Lo estudié, afiancé rápidamente mis conocimientos y desde los 14 años trabajé coo DJ en la noche y en las fiestas, donde me vi rodeado de excesos», relata.
Complementó su dedicación con estudios de periodismo, en una vida donde la fe se limitaba a algo ocasional.
Un día acudió invitado a una iglesia. Recuerda que desde antes de la consagración, experimentó una intensa paz antes de caer derrumbado entre lágrimas.
«La gente diría que después de eso me habría convertido… pero no. Lo que pasó es que comencé a ir a misa con más frecuencia para sentir la paz que necesitaba… para salir a pecar. Iba a misa a buscar la paz antes de mis fiestas, en las que propiciaba que muchos tuvieran noches de pecado y excesos», lamenta.
Una masacre en el evento que tenía contratado
Recuerda que sin motivo ni explicación aparente le invadió una sensación de angustia, como de sentir que no debía estar en aquellos lugares haciendo estallar la euforia.
Siguió como DJ hasta considerar su trabajo como «un sinsentido». Tenía una presentación contratada cuando, el día antes, recibió la llamada de confirmación. Con la excusa de «estar enfermo», canceló el contrato.
Días después recibió una llamada del mismo número. «¿Te acuerdas de la fiesta a la que no quisiste ir?», le preguntó. «Los mataron. Los cogieron uno a uno, unos capturados y a otros los han matado«, le dijo. Él debería haber sido uno de ellos.
Bromea reiterando que, quizá después de lo descrito, lo normal sería haberse convertido en base a las señales. Pero de nuevo, «la respuesta es no».
Desconexión defintiva de la fe y «caída en picado»
Era 2015 y su novia estaba en Estados Unidos. Decidido a pasar unos días, su estancia acabó alargándose cinco meses y convirtiéndose en la «desconexión definitiva de todo ser superior que pudiera haber».
«Estaba sin Dios ni ley. No me asomé por ninguna iglesia, me desconecté por completo y en mi vida reinaron los dólares que ganaba y el placer», recuerda.
Pero el viaje llegó a su fin. Y con ello, también terminó toda la vida que creía tener firmemente atada en Colombia: su relación se encontraba en caída libre, los cinco meses sin figurar en la escena musical mermaron sus clientes y los problemas empezaron a aflorar con su familia cuando su vida consistía en poco más que salir.
«Entonces ya no hacía las fiestas, ahora iba a ellas. Empecé a vivir los ambientes que en otro momento propicié, con drogas, alcohol y excesos«, lamenta. Aún se sorprende hasta de su misma mirada en aquella época, «acostumbrado a los excesos, mujeres semidesnudas y lujuria… Difícilmente podía sostener una conversación donde no se me pasasen pensamientos por la cabeza».
En solo unos meses, el joven DJ pasó del escenario a la pista en las fiestas: los excesos que fomentaba acabaron por hacer presa en él: con una vida sin sentido, pidió respuestas a Dios.
Sin querer despertar: «Dios, necesito respuestas»
Si lo que no tenía sentido hace unos meses era su trabajo, ahora lo era su vida al completo. Desesperado y comparándose con la mujer adúltera del Evangelio, dirigió un ultimátum: «Dios, si tienes algo que decirme, necesito respuestas, porque prefiero no despertarme más a seguir así».
La respuesta se materializó en forma de llamada telefónica, en la que una amiga le invitó repentinamente a su grupo de oración. Tranquiliza sonriente a quienes esperaban «un milagro», cuando entró al salón repleto de gente rezando el rosario: cuando empezaron las avemarías, se quedó dormido.
Probó una segunda vez y en esta ocasión fue distinto. «Ven Espíritu Santo por la poderosa intercesión del inmaculado corazón de María tu amadísima esposa…» Las palabras que pronunció el director de la oración aún permanecen grabadas en su mente. Lo siguiente que recuerda es un llanto inconsolable durante un tiempo indeterminado. Y después, sentir la paz y el «descanso».
Una de las siguientes veces que fue tuvo un extraño presentimiento al ver de nuevo al director de la oración, que verbalizó sin saber por qué en voz alta y delante de su amiga: «Creo que algún día terminaré ahí, como él«.
«La mayor locura de mi vida, punto de quiebre»
El mismo día, de noche, incapaz de conciliar el sueño, repitió el órdago, afirmando en un intento de oración que no deseaba amanecer al día siguiente y que solo buscaba respuestas. Lo siguiente que recuerda es haber tenido un extraño sueño protagonizado por un mensaje de quien creía que era Jesús con una extraña consigna: tenía que dejar todo lo que pudiese suponer una adicción, especialmente la marihuana, que no acostumbraba a consumir.
El sueño cobró sentido cuando, desde que despertó y durante los siguientes 20 días recibió más ofrecimientos de consumir esta droga «que en todo lo que llevaba de vida». La más próxima fue en la celebración de su cumpleaños, con dos amigas más que dispuestas a fumar.
«Estaba a punto cuando recordé el sueño y pensé que podría ser la mayor locura que había hecho en mi vida, pero creería en ese sueño», relata.
Se refiere a aquel día como su «punto de quiebre«. De repente empezaron a llegar multitud de ofertas de trabajo pero alejadas de la noche y la música. También admite que por entonces recibió «importantes revelaciones» sobre su vida, relativas a un abuso, a sus adicciones y a preguntas que se hacía sobre la propia fe.
La rueda parecía girar sola. De pronto se vio acompañando a conocidos homosexuales, acompañándoles en sus luchas y ayudando a no pocos a encontrar en abusos sufridos durante la infancia la explicación de su tendencia. Veía como la mayoría «encontraron que era así» y que, «a raíz de sanar esas heridas, muchos tomaban otro tipo de vida».
«¿Para qué me estás preparando, Señor?«, se planteaba.
Nuevamente, la respuesta no tardó en llegar. Escuchaba los versos de «Me has seducido» (Kairoi) «es imposible conocerte y no amarte, es imposible amarte y no seguirte», cuando espontáneamente agregó «es imposible seguirte y no servirte«.
Líder evangelizador desde el servicio a la fe
Lo interpretó como un llamado al servicio, consciente de que «era lo que faltaba» en su vida. Primero empezó a colaborar con su grupo de oración preparando las charlas que él mismo escuchaba. Impartió una, luego dos y así hasta que se convirtió en costumbre. Lejos de dejar de dedicarse a la música, continuó ofreciendo sus servicios como DJ, pero ahora solo en bodas y eventos constructivos «que hiciesen bien».
La frase profética que pronunció al entrar al grupo por primera vez se hizo realidad en estado puro cuando el encargado le encomendó su liderazgo. «Lo dejo en tus manos«, le dijo.
Como comunicador, José desarrolló junto a un conocido y cantautor católico, Jael, el podcast Tres Jotas. En un principio era improvisado y «arcaico», pero tras dos temporadas tratando las experiencias de fe, el podcast terminó por convertirse en parte de la programación de Televid primero y de EWTN después, «echando las redes en las redes sociales y en canales de televisión y radio«.
Gallego recapitula en la Virgen María y el rosario, las visitas al Santísimo, la confesión y la Eucaristía como las claves que le han transformado por completo y hecho presenciar «auténticos milagros».
Hacia la santidad desde la familia y los sacramentos
Cuenta el caso de cómo, tras una visita al Santísimo, percibió que debía llamar a una persona. Cuando se descolgó el teléfono, «estaba a punto de suicidarse. Terminó por no hacerlo y acercándose al Señor», asegura.
Hoy, junto con sus proyectos apostólicos y su trabajo como periodista, Gallego describe el milagro de su conversión, de su vivencia de la castidad como un regalo habiendo vivido un mundo de excesos, se forma para ver algún día realizado su «anhelo de alcanzar la santidad a través de la familia».
Puedes escuchar y ver aquí Tres Jotas podcast.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
Aun siendo masón, fue por curiosidad al funeral de Juan Pablo II: a su término había recobrado la fe
Arzobispo de Goiânia llama a la Iglesia a expresar su posición en contra de la flexibilización del aborto en Brasil
Ayaan Hirsi Alí: «cuanta menos presencia hay del cristianismo en la sociedad, mayor crisis moral en Occidente»