Treinta y dos países, a los que luego se unieron algunos más, firmaron en octubre del 2020 la Declaración de Génova por la que se comprometían a defender la institución familiar y el derecho a la vida, negar que el aborto pueda ser un derecho y comprometerse a no aceptar presiones internacionales en sentido contrario. Esas presiones son exactamente las que acaba de llevar a cabo EE.UU con Guatemala
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