En cierta ocasión el padre Pellegrino Funicelli, quien asistió al padre Pío durante muchos años, le preguntó: “Hoy usted negó la absolución a una mujer porque se sometió voluntariamente a un aborto. ¿Por qué ha sido tan riguroso con esta pobre desafortunada?”.
El padre Pío respondió: «El día que las personas dejen de horrorizarse por el aborto será el día más terrible para la humanidad. El aborto no es sólo un homicidio, sino también un suicidio. ¿No deberíamos tener la valentía de manifestar nuestra fe frente a los que cometen dos crímenes en un solo acto?»
“¿Suicidio?”, preguntó el padre Pellegrino.
«El suicidio de la raza humana será comprendido por los que verán la tierra poblada por ancianos y despoblada de niños: estará incendiada como un desierto», contestó el padre Pío.
«Cuando veas un alma que anuncia el aborto como un acto benigno, sabrás que en ella reina el príncipe de las tinieblas y que está en peligro de muerte eterna. ¡Ay, de nosotros, si consentimos con ese miserable y mortal pecado! No osemos tomar el lugar del Creador y no permitamos que ningún hombre lo haga. Y no seamos cómplices de este crimen maldito por culpa de nuestro silencio o nuestra tibieza.»
PUBLICADO ANTES EN CATOLICIDAD
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