26/01/2025

El Big Bang no fue un Bang: así nació la palabra que quiso desacreditar la teoría por «creacionista»

Que la teoría hoy más extendida y aceptada sobre la evolución del Universo, el Big Bang, fuese formulada por un sacerdote, el jesuita belga Georges Lemaître (1894-1966), fue en sus inicios su principal hándicap.

Tanto, que incluso la palabra «Bang» que le da nombre nació como un intento de desacreditarla. Lo cuenta Umberto Fasol (Verona, 1959), biólogo y profesor de Ciencias Naturales, que ha dedicado varios libros a la teoría del Diseño Inteligente, lo cuenta en el número 246 (enero de 2025) de Il Timone:

El término «explosión» precedido de un adjetivo de cantidad como «grande«, y relatado en lengua inglesa Big Bang, se ha convertido en una imagen de nuestra cultura, es decir, en una palabra clave para comprender el mundo. De hecho, esta endíadis [dos palabras juntas que indican una única cosa] se utiliza en todos los libros de texto, a partir de la escuela primaria, para indicar el origen de todo lo que existe. El tiempo y el espacio comenzaron hace unos 13.800 millones de años con un acontecimiento llamado, con fuerte valor simbólico, Big Bang. Si jugáramos a 100% Italia, el game show de TV8, descubriríamos fácilmente que lo primero que piensan los italianos cuando escuchan esta expresión es precisamente el origen del Universo.

Pues bien, he aquí la sorpresa: el término no es apropiado para un fenómeno único y extraordinario como el nacimiento de la nada de todas las cosas.

Un gran malentendido

¿Cómo es posible que el cosmos, que significa «lo que está ordenado» (ese gigantesco globo que está en garantía desde hace miles de millones de años, regido por fuerzas y leyes que no decaen y que contemplamos cada día en toda su belleza) se generara por una «gran explosión»? Entre otras cosas, nos preguntamos: ¿qué explotó, si no había nada? Y más aún: ¿por qué explotó? Es más, ¿cómo es posible que de los humos de la combustión se generara espontáneamente ese concentrado de instrucciones que dictó la evolución de la materia durante miles de millones de años, sin interrupción y en armonía, perpetuamente en equilibrio entre la fuerza de expansión y la fuerza de gravedad?

Lo curioso es que todos, pero realmente todos, estamos inmersos en este gran malentendido y no podemos salir de él: ¡la armonía del mundo nació de una explosión!

Representación de la teoría estándar del Big Bang, con la evolución temporal, especial, energética y de temperatura. Fuente: Astronuclphysics.info

En realidad, las ecuaciones de Einstein, resueltas por el físico jesuita belga George Lemaître, nos llevaron a pensar en un comienzo como una «expansión«, pero nunca como una «explosión«.

Una broma despectiva

¿Quién inventó entonces este término? Fue el astrónomo de la Corte británica Fred Hoyle (1915-2001), cuando,  respondiendo a la pregunta de un periodista en una emisión radiofónica de la BBC el 28 de marzo de 1949, dijo textualmente: «Estas teorías estaban basadas en la hipótesis de que toda la materia del universo se creó en una gran explosión [Big Bang] en un momento determinado del pasado remoto».

La cosmología del estado estacionario (arriba) postula una densidad constante en el tiempo, en un universo en expansión y contracción infinitas. La cosmología del Big Bang (abajo) postula un universo con un origen y cuya densidad decrece con el tiempo. Ambos modelos estuvieron en disputa entre los años 40 y 60, hasta que progresivamente fue descartándose el modelo estacionario. Imagen: Wikipedia.

Lo que no se percibe en este texto es que Fred Hoyle inventa el término en tono despectivo hacia Georges Lemaître, Edwin Hubble y el propio Albert Einstein, quienes -a partir de los años veinte- habían desafiado la creencia milenaria en un mundo eterno e inmutable al plantear incluso la hipótesis de un «átomo caliente primordial» a partir del cual se habría originado toda la materia. Las estruendosas carcajadas que escucharon los radioyentes sellaron inequívocamente el desprecio del académico Hoyle por la nueva teoría que, a partir de las ecuaciones de la relatividad de Einstein y de las observaciones de Hubble sobre el corrimiento hacia el rojo de las galaxias, planteaba en 1929 la hipótesis de un mundo que tuvo un principio y ha ido evolucionando de forma ordenada a lo largo de miles de millones de años hasta asumir su conformación actual.

Hoyle tampoco se lo creía

Por eso resulta verdaderamente curioso saber que la teoría del Big Bang no surgió de una reflexión matemático-física, sino de una broma gritada en un programa de radio. Más extraño aún es pensar que la teoría que hoy conforma nuestra visión del mundo debe su nombre a un científico que ¡nunca creyó en ella! No creo que en la historia de la ciencia se haya dado este hecho en ninguna otra ocasión. Pero lo más extraordinario es lo que he mencionado antes: no hubo ninguna explosión en el principio. Más bien se creó de la nada una condición del espacio-tiempo de densidad infinita que inmediatamente comenzó a expandirse en perfecto equilibrio entre la presión del calor y la fuerza de gravedad, que actúa en sentido contrario.

Este equilibrio perdura aún hoy y permite a la materia agregarse para formar estrellas y galaxias sin colapsar nunca sobre sí misma para volver a la condición del instante cero. El Universo se encuentra en la misma situación que un equilibrista caminando por la cuerda floja entre dos rascacielos: basta un instante para que todo se estropee. En esta armonía definida a un nanosegundo desde el principio hasta la vigesimocuarta cifra ha habido tiempo y espacio para el nacimiento de las leyes fundamentales que rigen la materia y el Universo desde hace miles de millones de años.

La evolución de una semilla

En el origen de todo está, pues, el equivalente de lo que está en el origen de todo ser vivo: una semilla. El mundo deriva de la evolución espontánea y lineal de una semilla que apareció de la nada en la nada y que, como tal, emitió sus raíces y su tallo no por azar, sino para obedecer a las leyes internas del desarrollo.

Entonces se entiende la broma que Einstein hizo a su amigo sacerdote jesuita George Lemaître, el genio de la física que intuyó el nacimiento del mundo: «Tu modelo se parece demasiado al Génesis, ¡se nota que eres cura!». Y también se comprende la persecución que Hitler, Lenin y Stalin perpetraron contra los científicos que se atrevían a enseñar en la universidad la nueva teoría del Universo en expansión: ¡estos dictadores no soportaban la idea de que la ciencia hablara abiertamente del origen y, por tanto de un Creador, que resultaba ser más grande que ellos mismos! La explosión salió por la puerta pero volvió a entrar por la ventana en forma de una «semilla». ¡Recordémoslo cada vez que oigamos hablar del Big Bang!

Traducción de Verbum Caro.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»