Este sábado Madrid celebra a su patrona, Nuestra Señora la Real de la Almudena. A las puertas de su catedral y ante miles de personas, el cardenal José Cobo, arzobispo de la diócesis, presidió una misa en su honor a la que asistieron la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde José Luis Martínez-Almeida, quien durante la celebración renovó el tradicional voto de la Villa a la Virgen.
La diferencia no es relativismo
La misa fue precedida por la entrada en la explanada, procedente del templo, del paso procesional de la Virgen de la Almudena a hombros de 46 anderos. Cubierta con un manto amaranto del siglo XVIII, la imagen estrenaba un adamascado rojo agranatado liso con greca de oro.
La entrada de la Virgen en la explanada de la catedral.
El paso atravesó la alfombra de flores de eucalipto que como cada año habían preparado los alfombristas de Ponteareas, un trabajo que empezó en realidad en agosto con la recolección de las hojas para su secado.
La alfombra de flores de los devotos de Ponteareas (Pontevedra).
«Miremos a María como Madre del Encuentro y veamos en ella un ejemplo de cómo vivir la unidad sin perder de vista la riqueza de la diversidad«, señaló el arzobispo de Madrid en la homilía, en lo que sería eje central de sus palabras.
En efecto, la figura de María «nos enseña a saborear lo común, a aceptar lo diverso, y nos invita a construir una convivencia más auténtica, marcada por el respeto y la comprensión mutua» a pesar de un contexto, dijo, que a menudo se ve amenazado por la incomunicación y la confrontación.
En ese sentido, ella nos anima a comprender que «la diferencia y la unidad son dos caras de la vida compartida y plena que el Evangelio nos propone«: «La diferencia nos invita a revisar nuestras propias convicciones, a abrirnos a nuevas perspectivas y a hacernos preguntas esenciales sobre nuestra identidad y nuestro propósito en el mundo”.
Un momento de la homilía del cardenal Cobo.
Pero «aceptar la diferencia no significa caer en el relativismo o pensar que ‘todo vale’. Por el contrario», añadió, «implica ver en cada persona una riqueza que nos desafía y nos impulsa a crecer juntos». Pues, en todo caso, la unidad es «imprescindible» y el Espíritu Santo «nos llama» a ella, «a encontrar lo común en lo más profundo de nuestra humanidad».
Ejemplo de ello, subrayó en alusión a la gota fría que ha asolado parte de Valencia y otras provincias de España, es la solidaridad que han mostrado los españoles, que han «dejado de lado las diferencias para unirse y ayudar a quienes lo han perdido todo… En el sufrimiento y la vulnerabilidad, también se forjan los lazos de fraternidad».
El voto de Madrid a la Virgen
En esa misma línea me manifestó el alcalde durante la renovación del voto de la Villa a la Virgen, a quien pidió su consuelo para todos los afectados: «Que les confortes en este momento tan triste; que sientan el aliento, el cariño y la ayuda de todo el país, especialmente de su capital, en este momento de dura prueba para esta tierra que Madrid siente tan cercana y tan querida».
Almeida pidió asimismo a la Virgen que «jamás olvidemos nuestra más grave obligación: la atención a las necesidades de los más débiles y desfavorecidos«. Y recordó a los ancianos, «para que nunca les falte el respeto y la gratitud que se merecen por toda una vida dedicada a trabajar por los suyos y por toda la ciudad».
Fotos: Infomadrid.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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