El próximo 24 de febrero, el Servicio Penitenciario Escocés comenzará a aplicar previsiblemente la denominada política de gestión de personas transgénero: a través de un «enfoque individualizado» hacia los reclusos hombres que afirman ser mujeres, las autoridades fomentarán su traslado a los módulos y pabellones de mujeres.
La política permitirá, según la veterana reportera Kate Coleman, que los prisioneros transgénero, aunque tengan los genitales intactos, sean asignados a pabellones de mujeres. Incluso los descartados por demasiado peligrosos, asesinos y torturadores, tendrán un pase de un día para relacionarse con mujeres y así entrenarse como mujeres antes de salir de prisión.
Diversas agrupaciones feministas se encuentran celebrando concentraciones en los días antes de la implementación, como es el caso del grupo Women Won’t Wheest, que se congregó esta semana frente a la sede del gobierno escocés en Edimburgo para denunciar que «los violadores tienen más derechos que las mujeres».
Sus proclamas no parecen exageradas, según el historial del tratamiento a los presos que afirman ser trans en Escocia.
Lo muestra el escándalo del condenado por doble violación Adam Graham, conocido por el nombre femenino de Isla Bryson, que en 2023 fue enviado a una prisión de mujeres después de ser sentenciado. Terminó por ser un escándalo que llevó a la caída de Nicola Sturgeon como primera ministra de Escocia y según recoge 20 minutos, Bryson terminó por ingresar en un centro de hombres. Aunque las manifestantes feministas recordaron que la opinión pública estaba poniendo a prueba al gobierno tras el escándalo de Isla Bryson, este no es el único caso.
En febrero de 2023, el carnicero escocés Andrew Miller, que se presenta al público con el nombre femenino de Amy George, fue detenido tras secuestrar travestido a una niña de 11 años, ser encontrado en posesión de pornografía infantil y abusar durante horas de la niña. El juez, Lord Arthurson, calificó sus motivaciones de «perversas y depredadoras» y condenado a 20 años por ello.
Andrew Miller, el depredador sexual que se hace pasar por una mujer bajo el nombre de Amy George, podría verse reubicado a una prisión femenina a partir del 24 de febrero.
Aunque tanto Graham como Miller se encuentran actualmente en prisiones masculinas, la nueva política que se implementará desde el próximo día 24 podría permitir su reubicación a módulos femeninos siempre y cuando su estancia no dé lugar a «riesgos inaceptables».
Ya desde el pasado diciembre se tuvo conocimiento de cómo las fuerzas del orden escocesas deben ayudar a delincuentes trans para normalizar la vida junto a mujeres tras su liberación. Así, los delincuentes de alto riesgo que no puedan estar permanentemente en cárceles para mujeres por la amenaza que representan, podrán disfrutar de «derechos de visita» para estar junto a otras reclusas.
Las feministas objetan que esta política es una traición a las «mujeres vulnerables», a las que «coloca en un riesgo innecesario de violencia, incluida la de coerción psicológica«. Además se preguntan por los límites del «riesgo inaceptable» de la medida, cuestionando que exista un nivel de riesgo que sí es aceptable para las reclusas.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
José Ignacio Munilla, en el CEU: «El socialismo ha hecho de sus ideologías la tumba de los pueblos»
Hakuna, Jatari, Restoy y ‘Soy una madre normal’ hablan de fe y redes, en el Católicos y Vida Pública
Portavoz de la Compañía de Jesús: Confiscación y represión en Nicaragua no serán duraderas