Ariel Alberto Príncipi, sacerdote argentino expulsado del estado clerical por abusos sexuales, ha sido el protagonista de un inaudito proceso de rehabilitación y posterior confirmación de la pena canónica. La Secretaría de Estado, que no tiene arte ni parte en los casos de abusos, le volvió a permitir ejercer el sacerdocio con restricciones. Doctrina de la Fe, responsable de ese tipo de delitos, intervino para ratificar la sentencia previa.
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