27/12/2024

El Cristo embarrado por la DANA en Paiporta no se restaurará: «un símbolo» que tiene nuevo destino

Prácticamente desde el mismo 29 de octubre, algunos de los objetos afectados por el agua y el barro de la DANA en Valencia pasaron a ser símbolos de un acontecimiento que será recordado durante décadas. Es el caso de las banderas, del único árbol que permaneció en pie en el barranco del Poyo o de las decenas de sotanas de sacerdotes voluntarios en las que apenas se veía el color negro.

Uno de los símbolos más conocidos es el Cristo yacente hallado en la parroquia de San Jorge en Paiporta (Valencia) y que ya se conoce como el «Cristo del barro«.

Casi dos meses después, el párroco de San Jorge informa de que la imagen ya tiene un nuevo destino. Pero hasta aquel día, cuenta Gustavo Ribeiro a ACI Prensa, el Cristo estaba colocado debajo del Cristo del Consuelo, «la imagen con mayor devoción de la parroquia». Por ello, mientras la gente le encendía miles de velas a este último, el yacente «pasaba sin pena ni gloria«, siendo empleado para la liturgia del viernes santo o sirviendo para «recordar las llagas propias y las del mundo» cuando los fieles ungían sus heridas en Semana Santa.

Sin embargo, de lo local pasó a la categoría de viral e incluso mundial cuando su imagen repleta de barro cruzó fronteras. La Conferencia Episcopal Española la usó imagen para anunciar la misa en la Almudena, e incluso el párroco católico de Shangai llamó al párroco valenciano preguntando por el Cristo.

Símbolo, mensaje, memoria y esperanza

Por ello, para Ribeiro, el Cristo del barro es todo un recuerdo de lo que pasó y «ha ganado mucha más atención del pueblo de Dios embarrado que limpio. Ese rostro es todo un mensaje«, agrega, que comunica también su decisión de no restaurarlo para preservar su nueva función.

El Cristo del barro no solo pasará de desapercibido a viral, sino que también tendrá un nuevo lugar donde reposar y ser expuesto. Y quien mejor lo conoce son las monjas agustinas de Dénia, que desde la pandemia contaban con una urna para un Cristo yacente que, sin embargo, se quedó sin ocupar.

«Inspiradas en José de Arimatea, esos días estuvimos mirando la imagen del Cristo y dijimos: esta urna está vacía, es un sepulcro nuevo y puede ser para el ‘Cristo del barro’», detalla la hermana Claudia, una de las cinco del monasterio.

Fue entonces cuando las religiosas se pusieron en contacto con el párroco para donar la urna.

El P. Ribeiro conversó sobre la cuestión con su sucesor, el P. Vicente Fayos, que se hará cargo de la parroquia de San Jorge próximamente, recordando que cuando tenía 18 años realizó un retiro en el que, durante una cena, reprodujeron el texto de Mi Cristo roto, del P. Ramón Cué.

Se trata de la historia de un sacerdote que compra un Cristo roto en un mercadillo con la idea de restaurarlo.

«Ahí empieza un diálogo precioso en el que el Cristo le dice: No me restaures. Me falta un brazo, me falta una pierna, tengo el rostro destrozado. Pero mis hermanos los hombres también tienen el rostro destrozado por la miseria, la injusticia, la maldad de los hombres, las guerras. No me restaures, quieres verme limpio y brillante para olvidarte de todas las heridas que llevo y que lleva la humanidad», recuerda el P. Ribeiro.

Fue así como el párroco concluyó que el Cristo se quedaría embarrado, convencido de que restaurado «sería uno de tantos, y seguramente no el más bonito. Así vale más: es una memoria, una esperanza«.

Actualmente solo quedan dos pasos para que el Cristo repose nuevamente en San Jorge de Paiporta con nueva imagen y sepulcro, adaptar levemente la urna por la posición de las manos del Cristo y decidir su ubicación en la parroquia.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»