«Ambigüedad» y «confusión» son las valoraciones predominantes con que obispos y cardenales de todo el mundo están recibiendo la declaración vaticana Fiducia Supplicans sobre la bendición a parejas homosexuales y en situación irregular.
Su autor principal, el cardenal y prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Tucho Fernández, ha tratado de aplacar el intenso debate surgido en la jerarquía en torno al significado y aplicación de la declaración.
Recientemente se mostraba asombrado e incapaz de comprender el revuelo y confusión generado ante un documento que, según él, «dice que pueden estar los dos [individuos] juntos», que el texto «jamás habla de bendecir ‘la unión'» pero con el que se «bendice a esas dos personas que están en pareja».
El intento de aclarar el contenido del documento parece no cumplir su objetivo. De hecho, las múltiples y contrarias interpretaciones sobre lo que permite o no permite Fiducia Supplicans no dejan de surgir.
Mutsaerts, auxiliar de ‘s-Hertogenbosch: «Una vergüenza»
Uno de los últimos en reaccionar al respecto ha sido Robert Mutsaerts, obispo auxiliar de la diócesis de ‘s-Hertogenbosch, en los Países Bajos.
Para el obispo, «la cuestión no es si se bendice a los pecadores» -lo que «siempre ha sido posible»-, sino la «confusión» de algunos pasajes de Fiducia Supplicans cuya consecuencia última sería que «el pecado y el pecador se identifican«.
«Un cristiano [homosexual] puede ser bendecido individualmente. Pero una relación homosexual no puede bendecirse porque la Iglesia la considera desordenada o pecaminosa. Esta naturaleza desordenada se reafirma, pero la declaración dice que la bendición de tales relaciones es posible. Dicho de otra manera, es posible bendecir una relación pecaminosa, Dios que pronuncia su bendición sobre un pecado, ¡es una vergüenza!«, sentenció Mutsaerts en su blog.
Acto seguido, el obispo reflexiona en torno al concepto de bendición, que define como «un llamado a la santidad» y a «alinear tu vida con la voluntad de Dios«.
Por ello, cuestiona un documento en el que «no hay ningún llamado a la conversión, al arrepentimiento» ni «referencia a la verdad» ni tampoco incluye un llamado a las parejas que podrían encuadrarse en el acrónimo LGBTQ «a vivir en continencia de acuerdo con el plan de Dios, en el que la sexualidad está reservada a la relación entre marido y mujer».
Esto, dice, «no es pastoral ni misericordioso, sino carente de amor. Es tarea del sacerdote señalar su situación, su tarea es acercar a las personas a Dios, y no guiarlas hacia el abismo».
El obispo Mutsaerts, uno de los últimos obispos que desconfían de la declaración vaticana Fiducia Supplicans.
Por último, Mutsaerts cuestionó lo oportuno de «identificar el pecado y el pecador» al hablar, por ejemplo, de «cristianos homosexuales» o «cristianos alcohólicos».
«No existe tal cosa. Eres un cristiano con un problema de alcohol, un cristiano con sentimientos homosexuales. Si haces del pecado tu identidad, no hay salida«, advierte.
Prado, obispo de San Sebastián: «Lo haré con total normalidad»
En el polo opuesto se encontraría el obispo de San Sebastián, Fernando Prado. Entrevistado por El Diario Vasco, el obispo español equiparó la posibilidad de bendecir parejas en situación irregular y del mismo sexo recogida en Fiducia Supplicans a «normalizar algo que es muy habitual«.
Prado aclaró que los receptores de la hipotética bendición son «personas creyentes» que, si piden una bendición a la Iglesia, «es porque lo necesitan».
«Detrás de tantas personas hay mucho sufrimiento… y la Iglesia se tiene que preocupar de ellas. Esta manera de dar una bendición es una forma de acoger, lo que no significa una legitimación a una situación irregular», argumentó el obispo de San Sebastián: para él, bendecir es «decir bien a alguien a quien, al fin y al cabo, lo único que le queda es acudir a Dios, reclamar una respuesta de la Iglesia. Y esta no puede ser ajena al sufrimiento de las personas que viven queriendo responder a la voluntad de Dios».
De este modo, para él, una bendición no significaría legitimar «un matrimonio que no se puede dar», pero sí acoger e impartir «una bendición que les ayude a entender que en la Iglesia no son rechazados». Por eso es que el obispo afirma no ver «problema» en que los sacerdotes practiquen lo que considera una «forma de misericordia».
«Yo lo hago y lo haré con total normalidad. En todas las eucaristías el sacerdote da unas bendiciones al terminar y nunca se ha preguntado a las personas presentes por sus situaciones personales. Puedo decir que lo vengo haciendo desde que soy sacerdote», remarcó.
Schneider, auxiliar de Astaná: «Socava la ley natural y revelada»
También se pronunció al respecto el obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), Athanasius Schneider, en una reciente entrevista concedida a Diane Montagna de The Remnant. Han sido unas de las declaraciones más directas a la hora de cuestionar un documento que, a su juicio, «socava la ley natural y revelada de Dios sobre el matrimonio y el significado y ejercicio de la sexualidad humana».
A lo largo de la entrevista, Schneider ofreció algunas orientaciones sobre el modo de responder ante la solicitud de aplicar Fiducia supplicans, en medio de un debate que «apenas ha comenzado».
En el caso de los obispos, destacó que solo pueden hacerlo «de una manera» y es «rechazando decididamente la declaración, ya que permite a los sacerdotes realizar un acto intrínsecamente inmoral al invocar el santo nombre de Dios -a través de una bendición- sobre una situación objetivamente pecaminosa».
También se dirigió a los sacerdotes que se viesen en la tesitura de tener que bendecir a una pareja homosexual. Les llamó a «explicar amablemente» por qué no puede hacerlo y a «exhortar con caridad a cambiar de estilo de vida«. «Podría ofrecerse a reunirse con cada uno de ellos separadamente y durante este encuentro ciertamente podría bendecir a la persona, siempre que esté dispuesta a emprender un camino de conversión».
En el caso de los cardenales, destacó que «no deberían tener miedo» de «amonestar fraternalmente» a Francisco «para que rescinda Fiducia Supplicans«, primero «en privado» y, de no tener éxito, de forma «pública y sin demora». En este sentido, felicitó al cardenal Gerhard Ludwig Müller por su reacción del pasado 21 de diciembre ante un documento que «proporciona un espacio para múltiples interpretaciones y aplicaciones«.
Segura, obispo de Bilbao: «Creo que se debe bendecir»
El obispo de Bilbao, Joseba Segura, también abordó este debate en una entrevista publicada en el portal de la diócesis. Allí recordó su etapa de misionero en la zona costera de Ecuador, donde encontrarse en misa con parejas no casadas y con hijos de forma cotidiana.
«Cuando estás en una celebración, todas esas personas están en la eucaristía, y muchas vienen a pedir la bendición, no es una práctica extraordinaria la que el papa está promoviendo. Lo que pasa que como hay un contexto de sensibilidad en este momento en el que están mirando a ver si el Papa da este paso o da el otro paso. Y resulta que estas cosas se han hecho habitualmente, y de forma totalmente natural, en la Iglesia», expresó.
«Bendecir significa decir bien«, asegura el obispo de Bilbao. «Y claro, ¿no vas a pedir que Dios acompañe a una persona? Eso lo hemos hecho permanentemente en la Iglesia católica«, finaliza Segura, quien apunta que «esta concreción respecto a las parejas es una extensión de eso mismo. Si la gente quiere sentir que está acompañada por Dios, yo creo que sí se debe bendecir».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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